LAS DECLARACIONES DE JOSEP RULL


Por Juan Velarde (presidente de Honor del Centro Diego de Covarrubias)
Publicado en El Economista
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El 16 de diciembre de 2017 se leían en elEconomista unas declaraciones de Josep Rull, que había sido, en la última legislatura, conseller responsable de Territorio y Responsabilidad. En esas declaraciones, Rull intenta mostrar los perjuicios que Cataluña ha recibido como consecuencia de la política económica del Estado español y, además, que es perfectamente viable una Cataluña independiente, y, también, una petición de diálogo, sencillamente, para consolidar la independencia.

Cualquier economista sabe que la creación del distrito industrial de Cataluña, encabezado por Barcelona, se inició con una política radicalmente proteccionista dentro de la general española, que al estudiar la relación real de intercambio entre los precios de los productos que adquirían las empresas de Cataluña y los que ellas percibían para fabricarlos, dentro del marco general arancelario español, creaba una realidad enormemente favorable para esa región. Así fue, y no de otro modo, como creció y se consolidó ese distrito industrial.

Por supuesto que hubo, además de los mecanismos de precios, ayudas importantes por parte del Gobierno de Madrid, desde tolerancias a condiciones económicas durísimas para la mano de obra, hasta una puesta de espaldas ante las situaciones monopolísticas de aspectos concretos de los fabricantes de Cataluña, como expuso Bernis -y nadie lo contradijo- en El fomento de las exportaciones, con el añadido de una lucha continua por parte del Gobierno central frente al anarcosindicalismo -véanse textos de Ángel Pestaña- por lo que se explican los aplausos empresariales catalanes al inicio de la Dictadura de Primo de Rivera. Todo esto se completó con la creación de una realidad política, iniciada por Maura con la concesión del Ministerio de Hacienda a Cambó y que duró hasta 1960, año en el que cesó como ministro Gual Villalbí. Hubo un intento de ampliar esto, con el estudio de corrientes de renta en el interior de España, dando también juego a las derivadas del mecanismo fiscal general. Todos los economistas sabemos que una mala interpretación de los estudios sobre estas corrientes patrocinados por Trias Fargas, iniciados en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo, fueron destrozados por la crítica estadística económica. Véanse en este sentido los trabajos del profesor Uriel. La frase «España nos roba», de modo subyacente se encuentra en esos trabajos equivocados. Y he aquí que en estas declaraciones de Josep Rull vuelve a ello al comparar situaciones de mayor o menos eficacia ferroviaria, en los asuntos de los peajes, construyendo unos planteamientos, desde el punto de vista económico, realmente absurdos.

Pero la base de todo se encuentra en su justificación de la posibilidad independentista de Cataluña en el terreno económico. Muestra cómo se queda en la Cataluña industrial, indicando que se puede parecer, una vez independiente, a Austria, Holanda o Dinamarca.

La base mental de esto reside en algo que precisamente fue borrado por tres previos nacionalistas económicos de Alemania, Francia e Italia. Porque Adenauer fue en principio un nacionalista renano; Schuman, tras la posesión por parte de Francia de Alsacia y Lorena tras la I Guerra Mundial, y con ello decidir, respecto a la enseñanza y al apoyo a la religión católica medidas vinculadas al pensamiento tradicional de la III República francesa, pasó a actuar en política frente a la central de París.

De Gásperi, en Austria, era hijo de un importante funcionario y él mismo era un legislador en el Parlamento de Viena, pero el nacionalismo italiano planteó su vinculación con la secesión de toda una región italo-austriaca que hacía posible la llegada de ese Imperio al mar. Pero los tres, observaron que esas posturas nacionalistas habían creado una serie de tensiones tales que dieron lugar en Alemania al triunfo de Hitler y el nacionalsocialismo; en Italia al de Mussolini y el fascismo y en Francia, tras la catástrofe del inicio de la II Guerra Mundial, a la llegada al poder supremo del Mariscal Pétain y el peso notable en la marcha del país de políticos influidos por el partido Acción Francesa. Por eso decidieron superar tales situaciones.

Al mismo tiempo, comprendiendo las ventajas que precisamente para esa Holanda a la que se refiere Josep Rull, se habían originado con la creación del Benelux, y la colaboración del socialista Spaak, decidieron poner en marcha una superación radical de esos nacionalismos y así nació la Unión Europea.

En España la crítica radical a esa línea de nacionalismo económico de cualquier región, que se trataba de amortiguar con medidas proteccionistas que la favoreciesen, se desplegó por un gran economista nacido en Reus, Perpiñá Grau.

Tras la II Guerra Mundial, las ideas se alteraron radicalmente en relación con esto y España, desde 1957, comenzó a seguir ese camino y es el que hace que, en estos momentos, decida, porque tiene derecho a veto, qué países forman parte de la Unión Europea y también de la eurozona. Si España, aparte de lo que digan los otros países, no está de acuerdo con la independencia de Cataluña, esta nunca podrá entrar en la Unión Europea y tendrá que darse de baja en esa moneda llamada euro y sus consecuencias financieras.

Pero si ocurre esto -que no le sucede ni a Holanda, ni a Dinamarca, ni a Austria-, en el caso de Cataluña significa pasar a tener un mercado reducidísimo. Basta haber leído toda esa masa de literatura iniciada por Adam Smith y que contemporáneamente llega a Allyn Young, que muestra cómo es absolutamente imposible desarrollar una actividad industrial con un mercado pequeño, como en este caso sería el de Cataluña, salvo aceptando la pobreza. Si siguiese adelante ese proyecto, Cataluña sencillamente vería que el triunfo del independentista la convertiría en una especie de Albania, que también tiene costas en el Mediterráneo. Aquel título de un ensayo de Vandellós, Catalunya, poble decadent, se convertiría en realidad.

En unas declaraciones contenidas en el tomo 7º, La consolidación económica de la economía, de la obra dirigida por Enrique Fuentes Quintana, Economía y economistas españoles, ese gran economista que es Andreu Mas Colell contesta a la pregunta de cuáles son los retos más importantes a los que se enfrentaba la economía española en aquellos momentos en que le preguntaban, -y que siguen siendo en los actuales- indicando que la lacra mayor era la creación posible de desempleo por equivocaciones de la política económica.

Con los planteamientos independentistas que defiende Josep Rull, todo economista sabe que esta lacra aumentaría, y de modo considerable, en Cataluña. ¿Por qué no le pregunta Rull algo a ese eminente profesor que es Mas Colell? Todos sabemos que es una persona clave no sólo en el pensamiento económico español, sino también en el universal, en relación con la posibilidad de existencia de alguna escapatoria para evitar tal lacra en Cataluña.

Todos sabemos que las propuestas del PDeCat y Puigdemont, amparadas por Josep Rull, si lograsen el triunfo, ampliarían esa lacra.

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