'LATE SCHOLASTICS'


Publicado originalmente en la web del Instituto Juan de Mariana
Justo hace ahora diez años -en la primavera de 2008- que tuve la ocasión de participar en un coloquio Liberty Fund con el tema «Liberty in Late Scholastic Thought». Organizado por Alex Chafuen, nos reunimos una docena de profesores para conversar alrededor de varios textos divididos en seis sesiones (los que hayan asistido a estos encuentros lo conocen bien). En aquella ocasión leímos a Francisco de Vitoria, Juan de Mariana, Francisco Suárez, Martín de Azpilcueta y algunos trabajos de Oreste Popescu, Raymond de Roover, Murray Rothbard y Annabel Brett. Les diré, por cierto, que la invitación -guardo una carta del hoy flamante XII Premio Juan de Mariana-, así como toda la información organizativa la recibí por correo postal: ¡cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo!
Allí conocí a Gabriel Calzada, del que me habían hablado en la Universidad Rey Juan Carlos (gracias a ese encuentro estoy escribiéndoles aquí) y a la profesora Carroll Ríos, que trabajaba entonces en el Centro de Estudios Económicos y Sociales de la Universidad Francisco Marroquín. Hace poco, como enseguida les contaré, he vuelto a coincidir con ambos en la UFM, donde Gabriel lleva años de rector y Carroll, además, ha puesto en marcha el Instituto Fe y Libertad. Quiero añadir que asistió de observadorLeonardo Liggio, un personaje cordial y muy inteligente.
A aquel primer Liberty Fund de Hollywood (Florida) le han seguido unos pocos más coloquios dirigidos en Guatemala por Lucy Martínez-Mont y Ramón Parellada, así como una invitación en La Jolla (California). Son dos días de intensa conversación a partir de las lecturas propuestas, con una muy generosa logística de alojamiento que prolonga las discusiones en almuerzos y sobremesas: hay que agradecer la inspiración de su fundador, Pierre F. Goodrich, que desde 1960 impulsa esta difusión de las ideas en defensa de la libertad.
Precisamente sobre los doctores escolásticos he tenido noticias de varias reuniones más, pero no había asistido a ninguna hasta el mes pasado, cuando viajé a la Antigua ciudad de Santiago de los Caballeros en Guatemala. Ya les he escrito varias veces que allí se encuentra la Casa Popenoe de la Universidad Francisco Marroquín, con un moderno espacio que nuestro recordado Giancarlo Ibargüen bautizó de sitio escolástico. Unas elegantes figuras de Covarrubias, Mariana o Azpilcueta decoran las paredes que dan acogida a todo tipo de eventos (de hecho, coincidimos con una numerosa reunión de la Templeton Foundation que manejaban muy profesionalmente Loren Lemus y Alberto Garín).
Titulado “La Libertad y el pensamiento económico de los escolásticos tardíos”, la verdad es que tuvo un fuerte paralelismo con el primer coloquio que les contaba. El formato -por supuesto- casi idéntico: seis sesiones (dos de mañana y una de tarde) para debatir sobre textos de Tomás de Aquino, Mariana, Azpilcueta y Adam Smith, junto a lecturas del propio Alex Chafuen o Marjorie Grice-Hutchinson. Tengo más recientes, claro, los temas tratados: propiedad y precios; dinero, política fiscal y comercio; monopolio y orden económico; o la relación entre aquellos doctores y los arbitristas españoles o el liberalismo clásico en el pensamiento de Smith.
El perfil de los asistentes era algo distinto: menos profesores universitarios y más profesionales del campo de la economía, las finanzas o el derecho. Españoles y latinoamericanos, entre ellos asistía Gonzalo Melián -de nuestro Instituto y el OMMA- o Mario Silar, miembro del madrileño Centro Diego de Covarrubias y el Instituto Acton Argentina. Desde los Estados Unidos viajaron Margarita Mooney y Dickson Buchanan; sin olvidar a Giovanni Patriarca de Roma. Como suele ser frecuente, se aprovecha el viaje a Guatemala para compartir charlas con alumnos y profesores de la Marroquín: por ejemplo, estuve con estudiantes del posgrado que dirige Manuel Pulido, conversando sobre “Francisco Suárez y el origen escolástico de las Independencias latinoamericanas”. También acompañé a dos colaboradores de Fe y Libertad, Jessica Paduán y Moris Polanco -que luego vinieron a La Antigua- en varias reuniones para impulsar la difusión del pensamiento de aquellos doctores; por ejemplo, editando sus obras como espero que pronto tengamos oportunidad de comprobar.
Ya apenas queda espacio para resumirles la prolija cantidad de asuntos que discutimos. Seleccionaré los que me resultan más cercanos y atractivos: como la pionera intuición de los escolásticos respecto a una teoría subjetiva del valor de los bienes (basada en la abundancia o escasez, utilidad y capacidad de complacer). Algo que pudimos comprobar desapareció en La riqueza de las naciones (aunque sí estaba recogida en las Lectures on Jurispudence del profesor escocés). Lo cierto es que desde 1544 y 1553, respectivamente, ya lo habían definido con bastante precisión Luis Saravia de la Calle y Domingo de Soto al escribir sobre el precio justo.
Otras cuestiones interesantes son, por ejemplo, su defensa de la propiedad privada como herramienta más eficaz para el desarrollo económico; o la justificación del beneficio en el comercio, visto como impulsor del progreso social. Al tratar de Azpilcueta surgieron necesariamente su precisa formulación de la teoría cuantitativa, de la Purchasing Power Parity Theory o sus sorprendentes reflexiones en torno a monedas fiduciarias (habla de “escudos chimericos” y yo pensaba en las bitcoins) y la preferencia temporal. En cambio, los textos de Juan de Mariana nos llevaron a reflexionar sobre los límites en el ejercicio del poder político, la manipulación monetaria o la legalidad de los impuestos (recordábamos esa frase de la Revolución Norteamericana: “no taxation without representation”, que bien pudieron sacar de los libros del jesuita). Quizás un tema que no supieron abordar correctamente fue el cobro de interés en los préstamos: citando a Aristóteles, Tomás de Aquino asentó una crítica demasiado cerrada contra la usura, que hemos tardado siglos en resolver… Así es la historia de las ideas económicas, con sus luces y sombras; pero entre las primeras hay que reconocer sin duda el esfuerzo de nuestros escolásticos por comprender la fascinante revolución cultural que se produjo en los albores de la Edad Moderna.]]>

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