LA CARTA DE LOS MARTES – 16 DE JUNIO DE 2020

LA CARTA DE LOS MARTES – 16 DE JUNIO DE 2020

De 1950 a 1952, la policía política confiscó las propiedades de miles de personas, que en gran parte fueron arrestadas, torturadas, juzgadas y encarceladas en campos de concentración, deportadas o ejecutadas.

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La Carta de los martes del 16 de junio de 2020

Queridos amigos:

El 16 de junio de 1958, Imre NagyPál Maléter, Miklós Gimes y otros líderes de la Revolución húngara de 1956 fueron ejecutados por el régimen húngaro títere de la URSS. Ese mismo día, pero de 1989, durante la conmemoración en Budapest (Hungría) del 31º aniversario de la ejecución de los mártires de la Revolución húngara de 1956, Viktor Orbán pronunció un discurso exigiendo elecciones libres y la retirada de las tropas de la Unión Soviética, acantonadas en Hungría desde 1945.​ ¿Cómo empezó todo?

Tras la Segunda Guerra Mundial, Hungría[1] fue ocupada por el Ejército Rojo y cayó en el área de influencia soviética. Las elecciones de 1945 resultaron en un gobierno de coalición bajo la dirección del primer ministro Zoltán Tildy. El Partido Comunista Húngaro[2] arrancando continuamente pequeñas concesiones, consiguió minar al gobierno y crecer a su costa.

Se nombró ministro del Interior[3] a un comunista, László Rajk. El Partido Comunista Húngaro se fusionó con el Partido Socialdemócrata Húngaro y formó el Partido de los Trabajadores Húngaros, que presentó una lista electoral sin opositores en 1949. Entonces fue declarada la República Popular de Hungría. Un tratado con Hungría ya otorgaba a la Unión Soviética presencia militar. El mismo año 1949, el cardenal católico József Mindszenty[4] fue arrestado y sentenciado a cadena perpetua por traición. Bajo la dirección de Mátyás Rákosi, el muy represivo gobierno húngaro politizó el sistema educativo húngaro y sustituyó la formación tradicional por un remedo ideológico. El estudio del ruso y la instrucción política comunista fueron obligatorios. Se nacionalizaron las escuelas religiosas y los líderes eclesiásticos fueron reemplazados.

De 1950 a 1952, la policía política confiscó las propiedades de miles de personas, que en gran parte fueron arrestadas, torturadas, juzgadas y encarceladas en campos de concentración, deportadas o ejecutadas. El Partido Comunista Húngaro reemplazó la economía de mercado por otra socialista a través de una nacionalización a la manera soviética. La consecuencia fue el estancamiento económico y un profundo malestar social.

El 5 de marzo de 1953 murió Stalin. Comenzaron reformas en la URSS y muchos partidos comunistas europeos desarrollaron alas reformistas. En Hungría, el moderado Imre Nagy sustituyó como Primer Ministro a Mátyás Rákosi, quien permaneció como Secretario General del Partido. Desde allí deshizo la mayoría de las reformas propuestas por Nagy, al que logró defenestrar. Tras el denominado «Discurso secreto» de Nikita Jrushchov de febrero de 1956 contra los excesos de Stalin, Rákosi fue depuesto de la Secretaría General del Partido y remplazado por Ernő Gerő el 18 de julio de 1956.

El 23 de octubre de 1956, tras semanas de huelgas y enfrentamientos con los sindicatos estudiantiles comunistas, los estudiantes de la Universidad Técnica organizaron una protesta que devino a las 18:00 en una manifestación pacífica de 200.000 personas. Los acontecimientos de aceleraron. Una estatua broncínea de Stalin[5] fue derribada. El pueblo húngaro desencadenó un movimiento revolucionario espontáneo contra el gobierno de la República Popular de Hungría y sus políticas serviles a e impuestas desde la Unión Soviética, que duró desde ese 23 de octubre hasta el 10 de noviembre de 1956. Se lo conoce como Revolución húngara de 1956. Esa misma noche del 23, Ernő Gerő solicitó la intervención militar soviética.

La situación afectó de inmediato a Budapest y luego a Hungría en su totalidad. El gobierno de András Hegedüs cayó. Se crearon milicias contra la ÁVH y las tropas soviéticas. Comunistas pro-soviéticos y miembros de la ÁVH fueron encarcelados o ejecutados. Prisioneros políticos fueron liberados y armados. Consejos populares asumieron el control municipal. Aunque las tropas soviéticas entraron por primera vez en Budapest a las 2:00 del día 24, Imre Nagy reemplazó a András Hegedüs como Primer Ministro. Disolvió la ÁVH y prometió elecciones libres. Ernő Gerő y el ex primer ministro András Hegedűs huyeron a la Unión Soviética. János Kádár se erigió en Primer Secretario del Partido Comunista.

Se estableció un alto el fuego el 28 de octubre. El día 30, la mayoría de las tropas soviéticas se habían retirado de Budapest. El 1 de noviembre, el gobierno Nagy anunció su deseo de retirarse del Pacto de Varsovia[6], con el VºBº de János Kádár. Ese fue el final[7]. La declaración de neutralidad húngara causó que la URSS interviniera por segunda vez.

Los soviéticos decidieron aplastar la revuelta y declarar un «Gobierno Revolucionario Provisional» bajo mando de János Kádár[8], aunque Nagy recibió garantías de parte del embajador soviético Yuri Andrópov[9] de que la Unión Soviética no invadiría Hungría.

A las 21:30 del 3 de noviembre, el ejército soviético había rodeado completamente Budapest.  Imre Nagy se refugió en la embajada de Yugoslavia. A las 6:00 del 4 de noviembre, Kádár se convirtió en Primer Ministro del «Gobierno Revolucionario Obrero-Campesino». La resistencia húngara continuó hasta el 10 de noviembre. A pesar del salvoconducto firmado por János Kádár, Nagy fue detenido por las tropas soviéticas al salir de la Embajada yugoslava el 22/11/1953.

722 soldados soviéticos y más de 2.500 húngaros murieron. Los arrestos masivos duraron meses. Aproximadamente 26.000 personas fueron sometidas a juicio. De ellas, 13.000 fueron encarceladas o deportadas a la URSS y 350, ejecutadas.​ Unos 200.000 húngaros huyeron. En enero de 1957, el nuevo gobierno liderado por János Kádár había laminado toda oposición.

El 16 de junio de 1958, Nagy fue juzgado y ejecutado. Se le enterró primero en el patio de la cárcel donde fue ahorcado y luego en el cementerio municipal, sin referencias. Su cuerpo estaba boca abajo, manos y pies atados con alambre de espino. Nikita Jrushchov dijo que había ejecutado a Nagy “para dar una lección a otros líderes de países socialistas».

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El avance tecnológico de hoy es una comprobación. Sus efectos para nosotros son aparentemente irrelevantes. Hablamos del campo magnético de la Tierra, cuya existencia comenzó hace 3.450 millones de años. La intensidad del campo magnético fue medida por primera vez por Carl Friedrich Gauss en 1835. Su función es capital: crear un área de protección llamada magnetosfera, que nos protege de los rayos cósmicos y del viento solar.

Aunque aún es un poco misterioso, los especialistas creen que el campo magnético de la Tierra se origina en su núcleo. Las capas exteriores son de metales fundidos, sobre todo hierro. En este artículo de raigambre científica pueden ver el fenómeno que queremos explicar.

Curiosamente, los polos magnéticos y geográficos están justo donde no corresponde. El polo sur magnético está junto al polo norte geográfico, y al revés. Dicho esto, les llamaremos como siempre. Y se sabe que el polo norte magnético se desplaza desde el norte de Canadá hacia Siberia a un ritmo acelerado: 10 km por año al comienzo del siglo XX, a 40 Km./año en 2003. En las mediciones de 2019, la velocidad era de 55 km./año.

Y esto, ¿por qué? Pues no se pierdan ambos textos, el que he puesto arriba y este otro. La diferencia estriba en que el primero es estrictamente científico y el segundo es divulgativo. Bueno, y las fotografías. Son magníficas.

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La noticia de hoy es un artículo de José María Triper titulado “La tormenta perfecta”. Como decía el crítico en la famosa anécdota, exactamente.

Es un texto desapasionado, analítico, metódico, cruel. A veces parece incluso displicente, de tanto mirar a la cara a lo inevitable. Dice la verdad. Insta al lector a verlo como el autor lo ve. Nuestra economía está hundida. Esta frase sintetiza bien lo que el artículo transmite: “Muchas de las previsiones realizadas por prestigiosos economistas apuntan a que al final de este año tendremos una reducción del PIB del 25%, un paro en torno a esta misma cifra, un déficit público del orden del 15%, una deuda pública del 140% del PIB, mientras que los ingresos de más de la mitad de la población procederán del sector público”.

El panorama es francamente preocupante si lo que uno desea es regularizar la situación, recuperar el pulso vital, equilibrar las cuentas públicas, reforzar nuestro tejido productivo, crear las condiciones para que se desarrolle el mercado, generar riqueza. Igual es un supuesto exagerado.

Todos los escenarios son complicados. Todos pasan por la intervención de la UE a través del MEDE y del BCE.  Todos tienen contrapartida. Todos exigirán enormes sacrificios, pero no para todos.

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La frase de hoy es, Paul-Henri Spaak. Aparece en un artículo de la revista Time el 24 de diciembre de 1956 que se tituló How to Help Hungary. Spaak calificó la revuelta húngara como «el suicidio colectivo de todo un pueblo».

Spaak fue un político socialista belga, auspiciador del Mercado Común Europeo a través de la CECA, que se desempeñó como Primer Ministro de su país (al volver de Londres tras la invasión nacionalsocialista, a donde huyó para organizar allí un gobierno en el exilio). Cuando pronunció (o escribió) la frase que cierra esta carta no era todavía Secretario General de la OTAN, posición a la que accedió el 16 de mayo de 1957. Era Ministro de Asuntos Exteriores de Bélgica.

Spaak era abogado. Es recordado por su defensa, a mediados de los años 20, de los comunistas belgas acusados de atentar contra el Estado belga y del anarquista Fernando de Rosa, que intentó asesinar al Príncipe Humberto de Italia durante una visita de éste a Bruselas.

Saludos
CDC


[1] Aliada de Alemania durante la guerra.
[2] A pesar de haber obtenido sólo el 17 % del voto.
[3] El Ministerio del Interior controlaba la Policía de Seguridad del Estado (Államvédelmi Hatóság, ÁVH). La convirtió en una institución criminal que empleaba métodos de intimidación, acusaciones falsas, encarcelamiento y tortura para eliminar la oposición política. Purgó a más de 7.000 disidentes, forzados a confesar en farsas judiciales. Fueron recluidos en un campo de concentración al este de Hungría.
[4] Durante el asalto soviético a Budapest de noviembre de 1956, se concedió asilo político al cardenal Mindszenty en la embajada de los Estados Unidos, donde vivió los siguientes 15 años. Se negó a abandonar Hungría hasta que el gobierno revirtiera su condena de 1949 por traición.
[5] Tenía 10 metros de altura. Había sido erigida donde se hallaba una iglesia, derribada a tal fin.
[6] El 14 de mayo de 1955, la Unión Soviética había creado el Pacto de Varsovia, incorporando los ejércitos de sus estados satélites en Europa del Este al Ejército Rojo. Entre los principios de esta alianza se encontraba el «respeto a la independencia y soberanía de los estados» y la «no interferencia en sus asuntos internos».
[7] En 1955, el Tratado del Estado austríaco y la subsiguiente declaración de neutralidad convirtió a Austria en país desmilitarizado y neutral. Esto aumentó las esperanzas húngaras de devenir asimismo neutral. Nagy consideraba «la posibilidad de que Hungría adoptara un estatus neutral siguiendo el patrón austríaco”.
[8] Kádár estuvo en Moscú a comienzos de noviembre. Permanecía en contacto con la embajada soviética mientras era todavía miembro del gobierno de Nagy.
[9] Ustedes recordarán al futuro director de la KGB durante 15 años, que apenas duró uno y medio al frente de la Secretaría General del PCUS. Era el hombre que todo lo sabía, en parte porque lo había fraguado él. Formó a Mijail S. Gorbachov y le aconsejó reformar el sistema, de imposible mantenimiento
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