LA CARTA DE LOS MARTES – 14 DE SEPTIEMBRE DE 2021
En nombre de Dios Todopoderoso
Carta de los martes del 14 de septiembre de 2021
Queridos amigos:
El 14 de septiembre de 1262[1], Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León, reconquistó la ciudad de Cádiz[2], hecho que posibilitaba a las tropas castellanas el completo[3] control del Valle del Guadalquivir y el acceso al Océano Atlántico.
El logro fue importante. Estratégicamente, porque cerraba las puertas a nuevos intentos musulmanes por entrar en la península[4] y, en perspectiva expansiva, porque permitía el control de la bahía y eventuales incursiones en el norte de África. Económicamente, porque el valor de los nuevos territorios era grande en sí mismo. Y militarmente porque, tras la conquista del Reino de Murcia en 1241 y de la ciudad de Sevilla en 1247[5], pasaron lustros hasta que Alfonso se hizo con Jerez, Medina Sidonia, Nebrija y Puerto de Santa María[6]. Tras ello, finalmente, llegaría a Cádiz.
La ciudad renació tras siglos de oscuridad islámica, en los que predominaron la destrucción de lo hallado y el establecimiento de un campamento militar amurallado y una mezquita. El mismo año 1262 comenzó la repoblación con personas provenientes del Norte de Castilla, inicialmente cien colonos. Ellos reconstruyeron la alcazaba y la muralla.
En 1264, esta repoblación se reforzó con 300 familias de Castro Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera, que llegaron a la ciudad atraídos por el empuje que iba a dar el Rey a la industria naval; acertaron, porque Cádiz fue elegida en breve sede de los astilleros reales. Las primeras familias se asentaron en el barrio llamado del Pópulo.
Tras una revuelta ese mismo año de 1264, todos los musulmanes que quedaban en la ciudad y zona de influencia fueron expulsados. Alfonso X decidió la construcción de la Iglesia de la Santa Cruz sobre los restos de la mezquita. En 1265, le otorgó el título de Villa. A partir de ahí, Alfonso X concedió algunos privilegios a la Villa, que pervivieron hasta el reinado de los Reyes Católicos. Uno fue el monopolio del comercio con África[7]: otro, la concesión de varias ventajas fiscales[8]. Otra fue la solicitud al papa Urbano IV del establecimiento de la Diócesis de Cádiz, dotándola con un amplísimo término, que se extendería hasta Marbella[9] (1267).
Hubo más: Juan I, en 1385, la declaró exenta de pagar a la corona el Impuesto de Almirantazgo y Anclaje. Otro fue el Privilegio Rodado. Y entre esas ventajas y la excelente posición de Cádiz entre dos mares (entre 1400 y 1440, su puerto se convirtió en la escala favorita de las naves genovesas y venecianas de gran tonelaje que hacían la ruta entre la Península itálica y el Mar del Norte), Cádiz inició su trayectoria como importante ciudad andaluza y española.
El Cádiz cristiano mantuvo una relevante vida económica, sobre todo de carácter mercantil, integrándose en las redes comerciales europeas. Esa pujanza marítima estableció las bases del Cádiz americano que llegaría más tarde.
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La noticia de esta semana es, como avanzábamos la pasada, el enésimo intento del IPCC y sus acólitos de hacernos creer que somos responsables del calentamiento de la atmósfera. Si bien se mira, la acusación carece de base objetiva: no está teniendo lugar calentamiento alguno ahora ni en la mayoría del Siglo XX. Y el que se produjo, apenas tiene que ver con la acción del Hombre.
Pero estas nimiedades tienen sin cuidado al lobby de los calentólogos, que tan buen filón han encontrado para vivir una existencia tramposa, tediosa y dañina, pero fructífera desde el punto de vista de los ingresos. Los señoritos dependientes del IPCC, sin ir más lejos, reclaman ahora sin ambages la fruslería de 100.000 millones de dólares al año para intentar lograr lo que reiteradamente han dicho anteriormente que es imposible conseguir. Va a ser que coligen que sus acólitos carecen de memoria alguna.
Y estos 100.000 millones son además de los impuestos, los sobrecostes y las ancilares industrias generadas al calor de las llamadas energías renovables, tan ineficientes y heterónomas que necesitan de la constante presencia de las energías convencionales para mantenerse en candelero[10].
A cambio de pedir más soldada nos proporcionan la habitual sarta de mentiras referidas a los desastres que estaríamos desencadenando. Lo pueden leer ustedes. Cuanto más asusten al incauto, más recaudarán de los estados que se integran en Naciones Unidas[11]. Esto es mercadotecnia en estado primitivo y descarnado.
El autor del artículo aporta el contrapunto, que es científico, razonable, probado y ajustado a datos. En suma, lejos de la nueva religión climatológica. Mi enhorabuena.
Aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid y que conviene poner las cosas en perspectiva para aportar un delicioso resumen de Carmelo Jordá, que ilustra con gracia lo que nos decían los alarmistas hace 20 años que iba a ocurrir 20 años después. Si lo leen verán cómo los payasos de hogaño no tienen nada que envidiar a los de antaño.
Ni más incendios, ni más inundaciones, ni más muertos por calor, ni desaparición del hielo en los polos, ni absorción de las playas, ni hambrunas[12]. Sólo el más espantoso ridículo de los neomalthusianos que siguen intentando – lo están consiguiendo – burlarse y vivir de nosotros.
Visto lo visto en los últimos 23 años[13], podemos concluir sin margen de error alguno que los socialistas de todos los partidos son insaciables. Hay que pararlos.
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El avance tecnológico de hoy se refiere al hallazgo (una vez más; esto no es de ahora, pero nos encontrábamos en agosto y había que sacar cosas del almacén) de una planta que vive en el desierto de Namibia Esta planta inmortal puede cambiar el futuro de la agricultura (tiempo.com)
Y siendo en agosto cuando se publicó, es necesario aderezar el texto con términos tonantes para llamar la atención del lector: inmortal, américas (debe haber varias descubiertas a la vez), imposible evitar que as temperaturas sigan aumentando, supervivencia humana …
Realmente no era necesario. Y además es falso, pero lo importante es que la Welwitschia[14] mirabilis, única especie del género Welwitschia, a su vez único género de la familia Welwitschiaceae, perteneciente a las gimnospermas, es un caso espectacular de adaptación al medio. Tras dos eventos traumáticos ocurridos hace 65 y 2 millones de años, respectivamente (datación observada al analizar el genoma), la planta ha desarrollado una resistencia enorme al estrés hídrico y térmico.
El artículo de marras es muy mejorable, tanto que les adjunto el enlace de Wikipedia, mucho mejor: Welwitschia – Wikipedia.
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La frase de hoy es de António Guterres, ese lamentable individuo que encabeza como secretario general esa asimismo lamentable organización parásita llamada Naciones Unidas, cuya existencia corresponde a un tiempo ido.
La frase es «Se debe cumplir la promesa de recaudar 100.000 millones de dólares al año». Y añadió en silencio … que ya nos encargaremos nosotros de darle el uso adecuado…
No necesitamos a António Guterres. Ni al IPCC. Ni a Naciones Unidas.
Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis
Director CDC