LA CARTA DE LOS MARTES — 22 DE FEBRERO DE 2022

LA CARTA DE LOS MARTES — 22 DE FEBRERO DE 2022

Queridos amigos:

22 de febrero de 1946: el «Telegrama largo», que proponía cómo los Estados Unidos deberían relacionarse con la Unión Soviética tras el final de la Segunda Guerra Mundial, llegó al Departamento de Estado procedente de la embajada de los Estados Unidos en Moscú. Su contenido sugería la doctrina vertebradora de las estrategias norteamericanas en Europa durante décadas, que culminaron en la implosión de la URSS en 1991. La realidad fue, empero, bastante distinta.
¿Cómo empezó todo? En febrero de 1946, la embajada norteamericana en Moscú recibió una pregunta del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Éste quería saber por qué la Unión Soviética no apoyaba[1] al Fondo Monetario Internacional ni al Banco Mundial, creados el 1 de julio de 1944.

El diplomático estadounidense George F. Kennan[2] era segundo jefe de misión en la embajada de Estados Unidos en la Unión Soviética[3], siendo embajador W. Averell Harriman[4]. A la sazón, el Departamento de Estado norteamericano sustentaba la hipótesis de colaboración con la Unión Soviética, su aliado durante la II Guerra Mundial frente a las fuerzas del Eje. Kennan se oponía frontalmente a ese planteamiento y, con la anuencia de su embajador, elaboró el (larguísimo, totalmente fuera de los usos diplomáticos de la época) telegrama de respuesta, que desde ese mismo momento se conoció como el “Telegrama largo”[5]. Lo envió, lógicamente, al secretario de Estado norteamericano, James Byrnes. Aunque las ideas no eran nuevas (sobre todo en Kennan, que llevaba tiempo sin ser escuchado en Washington como él creía que debía serlo), pero estaban muy bien expuestas y resultaron ser muy oportunas.

Lo esencial del contenido del Telegrama Largo (TL) eran cinco afirmaciones rotundas, expresadas en la primera parte del texto, que resultaron el fundamento de la “Teoría de la Contención”:

  1. La Unión Soviética se consideraba a sí misma en un proceso de guerra permanente contra el capitalismo.
  2. Los grupos de izquierda moderada (es decir, no comunistas) eran percibidos por el régimen soviético como enemigos, no como aliados.
  3. La URSS utilizaría como aliados a los elementos marxistas localizados en el interior del mundo capitalista que pudiera controlar.
  4. La agresión soviética no estaba, en lo fundamental, alineada con los puntos de vista del pueblo ruso o de la realidad económica soviética, sino más bien con la histórica xenofobia rusa[6].
  5. El gobierno soviético prohibía la descripción objetiva de la realidad tanto interna como externa[7] a la URSS.

Esa teoría se materializaba en la sección final[8] del TL con el enunciado de elementos que integraban una “Política de Contención”. Kennan efectuó primero el diagnóstico sobre los puntos débiles[9] de la URSS y acto seguido expuso las medidas recomendadas[10] para explotarlas en forma de estrategias que podían seguir los EE. UU. Todas pasaban por fortalecer las instituciones occidentales (es decir, la esfera de influencia norteamericana) para blindarlas ante las asechanzas soviéticas, a la espera de la disolución del régimen socialista de la URSS.

El TL llegó a manos del secretario de la Marina, James Forrestal, partidario de la confrontación con la URSS. Éste presionó para que Kennan fuera destinado a Washington, donde fue nombrado subdirector de Asuntos Exteriores en el National War College. Desde esa posición, apoyado por Forrestal, produjo un igualmente famoso artículo, aparecido en el número de julio de 1947 de la revista Foreign Affairs, firmado con el pseudónimo «X», y titulado “Las fuentes del comportamiento soviético[11]”. Como Kennan era un alto diplomático y sus conclusiones podían contribuir a emponzoñar las relaciones con la URSS, no podía firmar con su nombre. El artículo ampliaba la información del TL con datos que en éste resultaban innecesarios para sus destinatarios, que por su cargo ya los conocían.

Más allá de estos textos, Kennan opinaba que en Europa occidental debía crearse una federación de Estados para contrarrestar el carácter intrínsecamente expansionista[12] del régimen soviético. Singular y contradictoriamente, para Kennan, el objetivo de esta estrategia era retirar todas las fuerzas de los EE. UU. de Europa[13], lo que proporcionaría a Moscú tranquilidad sobre la continuidad en el tiempo del cinturón de protección (es decir los países del Este de Europa invadidos por el Ejército Rojo tras la Segunda Guerra Mundial y convertidos en satélites soviéticos), que la URSS consideraba imprescindible para su seguridad.

El presidente (Harry S.) Truman no compartía ese punto de vista, sin embargo. Tan pronto como el 12 de marzo de 1947, Truman solicitó al Congreso, reunido en sesión plenaria, autorizara 400 millones de dólares de ayuda a los gobiernos griego y turco, más el envío de equipos y personal civil y militar a la región[14]. ¿Por qué lo hizo, además de por la implosión del Imperio Británico? En 1946 se dieron cuatro circunstancias que abrieron los ojos al presidente. La primera, la negativa soviética a retirar sus tropas del norte de Irán a principios de 1946 como se había comprometido a hacer en la Declaración de Teherán[15] de 1943. La segunda, las presiones soviéticas sobre el gobierno iraní para que le proporcionara petróleo crudo mientras Moscú estimulaba la deriva independentista azerí en el norte de Irán. La tercera, las presiones de la URSS a Turquía para obtener una base marítima y derechos de paso de su flota por los Dardanelos y el Bósforo. La cuarta fue el rechazo del Plan Baruch[16] de control sobre la energía y las armas nucleares en 1946. Esos fueron los detonantes de lo que se dio en llamar la Doctrina Truman[17].

Truman añadió que los EE. UU. estaban obligados a ayudar a los pueblos libres en su lucha contra regímenes totalitarios porque la expansión de éstos minaba los cimientos de la paz internacional y, por tanto, la seguridad de los Estados Unidos. La Doctrina Truman se convirtió en la política de los Estados Unidos para apoyar a los países amenazados por el expansionismo soviético. Ello constituyó una ruptura total con el tradicional aislamiento de los EE. UU. en el exterior, roto sin embargo durante las dos guerras mundiales.

El lector sabe que la Doctrina Truman se impuso a la contención pasiva preconizada por Kennan en el Telegrama Largo y el artículo posterior[18]. La presidencia de los EE. UU. entendió que no podía ceder la iniciativa a la URSS sin pagar un terrible precio por ello. Estaban en lo cierto.

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La noticia de esta semana no hace sino confirmar, una y otra vez, que las políticas ideadas, elaboradas y aplicadas en materia de emisiones de gases a la atmósfera por autoridades (con perdón) de toda clase y condición en el seno de la Unión Europea[19] no tiene fundamento técnico alguno. Sólo lo parece, y ello es así porque los medios de comunicación al servicio de esas autoridades vienen machacando a la opinión pública con jaculatorias interminables en favor del coche eléctrico so capa del denominado cambio climático. Vean aquí o aquí.

¿Cuál es el núcleo fundamental del argumentario calentológico para que se prohíba el motor de explosión? Que contamina más. Pero eso no es cierto. Lean, lean:

  • “Los vehículos diésel contaminan igual que los eléctricos”.
  • “El coche eléctrico es tan contaminante como el diésel actual; contamina igual o más en lo que se refiere al impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero si se tiene en cuenta el clico de completo[20] de vida del vehículo”.[21]
  • “La tecnología de los eléctricos no ha alcanzado la madurez suficiente para sustituir a los motores de explosión”.
  • 2Las materias primas para fabricar las baterías de los coches eléctricos son difíciles de encontrar y producir”[22].
  • “La autonomía nominal de los eléctricos se reduce al 50% si se conduce rápido”.[23]
  • “No se ha encontrado el (procedimiento de) reciclado óptimo para las baterías inservibles”.
  • “Los costes de fabricación y venta de vehículos eléctricos y de hidrógeno serán un 25% superiores a los de los animados por combustibles clásicos”.
  • “La limitación más importante para la expansión del vehículo eléctrico es la ausencia de una infraestructura adecuada de ‘electrolineras’ o “gasineras” para hidrógeno”.

Pero hay más. No sólo son ineficiencias. Hay que incorporar las estafas. Como se puede ver en este artículo, que refleja un informe de Impact Living, empresa suiza de asesoría a la que acudieron las autoridades del cantón de Valais[24] (Confederación Helvética) para que las asesorara, “la empresa encargada del estudio califica de «farsa» a los vehículos de tecnología PHEV[25], lo que ha llevado al cantón de Valais a anunciar que deja de subvencionar la compra de los híbridos enchufables por incumplir una de las condiciones de sus ‘supercréditos’: que las emisiones de CO₂ sean inferiores a 50 g/km”.

Esto no es nuevo. Ya se descubrió hace años en los Países Bajos[26] que los PHEV no se recargaban nunca y circulaban en modo gasolina. ¿Qué esperaban? Contra estupideces administrativas, reacción de la gente. “El usuario puede ver otros beneficios del PHEV al margen de un menor consumo, como ventajas de movilidad y acceso a determinadas zonas, estacionamientos más baratos o gratuitos, ayudas a la compra suculentas… Hasta el punto de adquirir un PHEV que nunca cargará con electricidad”. Pues sí, pues sí.

Terminemos este panorama con unas declaraciones de Akio Toyoda, presidente de Toyota, recogidas por el Wall Street Journal el 17 de diciembre de 2020, afirmando que los vehículos eléctricos están sobrevalorados hasta la exageración. Da la sensación de que este caballero debe saber de lo que habla, a juzgar por su posición en la mayor empresa automovilística del mundo. Una de sus frases es definitiva: “Japón se quedaría sin electricidad en verano si todos los vehículos fueran eléctricos. El coste de las infraestructuras de generación de energía eléctrica (necesaria) para tamaña flota sería de entre 14 y 37 billones de ¥enes, el equivalente a entre 135 y 358 mil millones de dólares”.

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El avance tecnológico de esta semana carece de espacio disponible en la Carta de hoy. Lo siento.

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La frase de hoy es del presidente de los EE. UU., Harry S. Truman: “Creo que la política de los Estados Unidos debe ser apoyar a los pueblos libres que resisten los intentos de subyugación por minorías armadas o presiones exteriores”. Este fue el principio del fin de la Unión Soviética. Truman entendió la naturaleza de la apuesta que encontró frente a sí.

Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis

Director CDC

George Kennan, con el traje más claro, frente al presidente Truman, en la Sala Oval.

 


[1] Esto es literal. Cuesta creer el grado de candidez de los gestores de los intereses norteamericanos en el exterior: no tenían ni idea de lo que era la Unión Soviética, su aliado en la Guerra Mundial.
[2] George Frost Kennan (16,2.1904/17.3.2005) fue un historiador y diplomático estadounidense.
[3] Lo fue entre 1944 y 1946.
[4] William Averell Harriman (15.11.1891/26.7.1986), más conocido como Averell Harriman, fue un político del partido demócrata, amén de hombre de negocios y diplomático (no de carrera).
[5] Comenzaba así: “La respuesta al 284 del Departamento, febrero 3, 11, involucra cuestiones tan intrincadas, delicadas y ajenas a nuestra forma de pensar, y tan importantes para el análisis de nuestro marco internacional, que no puedo compendiar la respuesta en un solo breve mensaje sin alertar sobre lo que siento podría ser un peligroso grado de simplificación”. En total fueron 5.363 palabras.
[6] At the «bottom of the Kremlin’s neurotic view of world affairs is the traditional and instinctive Russian sense of insecurity». After the Russian Revolution, this sense of insecurity became mixed with communist ideology and Oriental secretiveness and conspiracy».
[7] Ahora es bien sabido que las dos patas de la actuación soviética eran la propaganda y el terror. Con la primera embaucaban y con la segunda anulaban las voluntades en contra.
[8] Estamos hablando de la quinta y última sección del TL.
[9] La Unión Soviética era sensible a la fuerza; la URSS era débil comparada con el mundo occidental unido; los soviéticos eran vulnerables a la inestabilidad interna; la propaganda soviética era ante todo negativa y destructiva.
[10] Kennan sugirió el estudio calculado de las situaciones de enfrentamiento, la educación de la opinión pública (estadounidense y del resto del mundo occidental), la solidaridad con el resto del mundo (como el Plan Marshall, por ejemplo), los esfuerzos para construir una sociedad mundial más positiva y la fe en la superioridad del modo de vida occidental.
[11] «The Sources of Soviet Conduct”.
[12] «Kennan afirmaba que la política de Stalin estaba compuesta por una combinación de ideología marxista-leninista, que abogaba por la revolución para derrotar a las fuerzas capitalistas en el resto del mundo, y la determinación personal de Stalin de utilizar la idea de cerco capitalista para legitimar su control de la sociedad soviética y así consolidar su poder político”.
[13] “El elemento fundamental de cualquier política norteamericana hacia la URSS debe ser una contención vigilante, firme, paciente y duradera a la vez, de las tendencias expansivas rusas (Kennan escribió “rusas”).
[14] La intervención de Truman obedecía a una causa relevante: el gobierno del Reino Unido iba a anunciar que cesaba en su asistencia económica y militar al gobierno griego en su guerra contra el Partido Comunista griego. Además de a Grecia, Truman pidió se proporcionara asistencia a Turquía, hasta entonces dependiente de la ayuda británica.
[16] El plan Baruch fue una propuesta norteamericana a la United Nations Atomic Energy Commission (UNAEC) en junio de 1946. EE. UU., Reino Unido y Canadá habían sugerido crear una organización internacional para regular la utilización de la energía atómica. El plan fue rechazado por la URSS, que temía que el plan consolidaría el monopolio norteamericano. Así nacieron la carrera de armamento atómico y la Guerra Fría.
[17] Con la Doctrina Truman, el presidente Harry S. Truman determinó que los EE. UU. proporcionarían ayuda política, militar y económica a todas las naciones democráticas amenazadas por fuerzas autoritarias internas o externas. Esta Doctrina cambió la política exterior norteamericana desde su tradicional postura de retirada de conflictos que no afectaran directamente a los Estados Unidos a otra de posible intervención en escenarios lejanos.
[18] «Mis pensamientos sobre contención» dijo Kennan en una entrevista de 1996 a la CNN, «fueron distorsionados; eso llevó a 40 años de Guerra Fría, innecesaria, carísima y desorientada”. No era autoestima lo que faltaba a Kennan, sino congruencia.
[19] Ustedes lo saben, pero les recuerdo los distintos escalones de autoridades (me refiero a personas que, al servicio y a la orden de partidos políticos y otros entes análogos, interfieren en su vida, la dificultan y les cobran por ello sin que usted pueda hacer nada para evitarlo): Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales (en Canarias se hacen llamar Cabildos; en Cataluña, además de las diputaciones, existen las llamadas Veguerías, otro invento de la malévola clase dirigente catalana para obtener recursos para sí) Comunidades Autónomas, Estado español (o sea, España, pero sólo en lo referido al Estado) y Unión Europea. De las Naciones Unidas, que también financiamos con nuestro trabajo y a cambio destruye la Civilización cristiana, no hablo ahora.
[20] Desde la mina de la se extraen las materias primas, hasta el reciclaje de cada uno de los elementos que componen un vehículo.
[21] Aquí es donde viene lo del viaje y las alforjas.
[22] En 2022 se estima existe ya un déficit de 5.000 toneladas. Según Bloomberg, “los expertos sugieren que necesitaremos 20 veces el nivel de producción actual en los próximos 10 años”. Como consecuencia, los precios de este metal se han disparado, llegando a 32.600 dólares/Tm. de carbonato de litio extraído del mar a finales de 2021. Un incremento del 413% en menos de un año.
[23] Esto lo arregla ya mismo la DGT, por supuesto.
[24] Los responsables del cantón querían saber si los vehículos híbridos enchufables a los que estaban ayudando con unos incentivos a la compra llamados ‘supercréditos’, eran realmente tan ecológicos como se postulaban.
[25] Por Plug-in Hybrid Electric Vehicles, es decir, vehículos híbridos enchufables.
[26] Donde se otorgaban enormes ayudas para la compra de híbridos enchufables y eléctricos puros.
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