LA CARTA DE LOS MARTES DEL 31 DE MAYO DE 2022

Queridos amigos:
El 31 de mayo de 1906, alrededor de las 13:55, el anarquista Mateo Morral Roca atentó contra la comitiva real tras la boda entre el rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg. En una Carta anterior, referida al reinado de Alfonso XIII, habíamos pasado como de puntillas por encima de este intento de magnicidio. Profundicemos ahora en él.
El regio enlace se había celebrado en la Iglesia de Los Jerónimos. Para volver al Palacio Real, la comitiva eligió la Calle Mayor. Al llegar a la altura del número 88 (actual 84), Mateo Morral lanzó sobre la carroza cubierta una bomba tipo Orsini[1] que estaba oculta en un ramo de flores. El anarquista estaba alojado en una pensión del 4ª piso de ese portal, lo que le daba una posición idónea para sus fines. El ramo golpeó en unos cables eléctricos, lo que desvió su trayectoria, salvando así la vida de los Reyes. No ocurrió lo mismo con 28 de las personas que se encontraban en derredor, sobre todo miembros de la Guardia Real, que fallecieron como consecuencia de la explosión. Hubo asimismo unos 100 heridos, de los que dos murieron en los días subsiguientes. Otro artefacto similar, que no estalló, se encontró posteriormente al otro lado de la calle, junto a Capitanía General[2].
¿Cómo fue posible que el atentado tuviera lugar? ¿Cómo empezó todo?
Mateo Morral Roca había nacido en Sabadell el 29/11/1879. Su padre era un exitoso industrial del sector textil, de ideología republicana. Su madre era una católica fiel. Mateo trabajó desde muy joven en varias firmas comerciales de Barcelona y estudió primero en Francia y después, durante dos años, en Alemania (Leipzig)[3]. En 1899 volvió a España para dirigir la fábrica de su padre. No lo consiguió, pues intentó aplicar planteamientos anarquistas y revolucionarios (huelgas incluidas), por lo que fue relevado.
Hacia 1901 visitó Londres, París y varias ciudades alemanas y belgas. Al volver de nuevo a España, renunció al negocio familiar[4] y comenzó a trabajar como bibliotecario con Francisco Ferrer Guardia[5], en cuyas publicaciones colaboró.
Morral llegó a Madrid el 21 de mayo. Se alojó en la fonda Iberia, de la calle Arenal, que abandonó al poco al enterarse de que el cortejo de la boda real no pasaría por esta calle, sino por la calle Mayor. El día 24 se trasladó a la casa de huéspedes situada en el cuarto piso del n.º 88 de Mayor, donde pagó dos semanas por adelantado y firmó con su nombre y apellidos, como había hecho en la pensión de la calle Arenal.
Recibió la bomba[6] de manos del ex militar y ex ministro de la Guerra durante la Primera República Nicolás Estévanez Murphy[7], uno de sus mentores. Todo estaba preparado.
El 26 de mayo, Mateo Morral grabó en un árbol del Retiro una inscripción anunciando el atentado contra el Rey: “Ejecutado será Alfonso XIII el día de su enlace. Un irredento. Dinamita”[8].
Salvo durante las noches en la pensión, Morral estuvo en todo momento acompañado por terceros, tanto en sus frecuentes comidas en el restaurante francés, como en el Café Candelas[9] y al Retiro a escribir la amenaza contra Alfonso XIII en un árbol, días antes del atentado en la calle Mayor. También entonces estaba acompañado.
Llegadas las 13:55 del día 31, Morral lanzó la bomba. Aprovechando el caos reinante, salió de la casa y se confundió entre las personas que huían. A las 15:00 llegó a la redacción de “El Motín”, en la calle Ruiza, nº 4. El director del periódico, José Nakens Pérez[10], le dio cobijo y posteriormente le facilitó alojamiento en la casa de un tipógrafo de su imprenta, el asimismo anarquista Bernardo Mata García, donde pasó esa noche. A primera hora de la mañana del 1 de junio, la mujer de Mata compró ropas de mecánico para Mateo Morral, quien abandonó la casa de esa guisa a las diez de la mañana y verosímilmente se encaminó a pie hacia Torrejón de Ardoz, distante unos 20 kilómetros, desde donde tenía previsto tomar el tren a Barcelona.
El día 2 de mayo, cerca de Torrejón, Morral se detuvo en el Ventorro de los Jaraíces, donde pidió comida. La discordancia entre su aspecto y sus modales, el vendaje en su mano derecha[11] y su acento catalán[12] motivaron que los parroquianos avisaran a un guarda jurado de la zona, Fructuoso Vega, quien conminó a Morral a que le siguiera hasta el cuartelillo de la Guardia Civil de Torrejón. El resto es especulativo: el sumario (220/1906) afirma que Morral sacó una pistola Browning (de la que no se indica ni el calibre[13] ni su procedencia), disparó a bocajarro contra el guardia jurado y se suicidó acto seguido al dispararse en el pecho. También asevera que la distancia entre ambos era de 50 pasos, lo que obviamente imposibilita que Morral disparara al guarda jurado a corta distancia.
El estudio forense de las cuatro fotografías tomadas al cadáver indica que el orificio que se aprecia en el pecho (ver fotografía al final de la Carta) es incompatible con un disparo a corta distancia y con cualquiera de las pistolas Browning existentes. La herida corresponde a un calibre 11 mm., bien de un revólver, bien de una carabina Winchester, efectuado a distancia, nunca a quemarropa.
El día 3 de junio de 1907 se celebró un juicio contra Nakens, Isidro Barra[14] y Bernardo Mata por haber ayudado a Morral en su huída y por conspiración, así como a Francisco Ferrer Guardia como inductor y conspirador, y a otros tres acusados. El 24 de junio de 1907, Nakens, Barra y Mata fueron condenados a 9 años de prisión[15], mientras Ferrer fue absuelto.
El 8 de mayo de 1909, todos ellos fueron indultados por el gobierno de Antonio Maura.
Recuérdese cómo el rey Alfonso XIII sufrió un atentado en París en 1905, cuando se encontraba con el presidente de la República Francesa, Émile Loubet. Recuérdese asimismo cómo el 14 de abril de 1913, a las 13:35, en la calle de Alcalá (a la altura del nº48), tras una celebración militar, un individuo que presenciaba el paso del Rey salió de entre la muchedumbre y disparó con un revólver tres tiros, que no le alcanzaron. El autor fue Rafael Sancho Alegre, de 25 años, anarquista, natural de Barcelona, desde donde había llegado a Madrid un mes antes. Juzgado y condenado a muerte fue indultado y vio cómo se conmutaba su pena por la de cadena perpetua.
El gobierno de la República lo liberó.
Morral no era un lobo solitario, ni un misógino despechado, ni un romántico irredento, ni un revolucionario radical. Era un profesional del atentado, un experto en explosivos, un anarquista asesino. No actuó solo. No se suicidó. Su red no fue descubierta y sus apoyos fueron indultados.
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La noticia de esta semana viene del pasado, pero es ilustrativa. De hecho, es el camino que eligió Japón, la propia Corea del Sur, Singapur, la India y la RP China, (entre otros) cada una con sus características, para incorporarse al club de los países beneficiarios de la globalización, todos ellos por la vía rápida. Todos ellos orientales. Nada que ver con el camino elegido por Alemania, España o Irlanda, extremadamente respetuosas con la normativa internacional y sin asimetrías relevantes.
El titular es poderoso. La comparación con Ghana llama la atención. Es bien cierto que, tras la guerra de 1950/1953, Corea estaba sumida en la destrucción, pues esa guerra siguió a una invasión japonesa de 35 años (de agosto de 1910 a agosto de 1945), y previamente estaba muy condicionada desde 1895. Ghana salía de una descolonización muy favorable y con infraestructuras y equipos humanos suficientes para su desarrollo.
Lo cierto es que, tras el armisticio de julio de 1953, un largo período de estancamiento mantuvo a Corea del Sur en la pobreza. Las cosas cambiaron con el golpe de estado del general Park Chung-Hee en 1960, que dio comienzo al impresionante despliegue económico de Corea del Sur. Sus bases fueron un control severo de las importaciones, una excelente relación con los EE. UU., una política de favorecimiento de industrias exportadoras y un régimen de I+D+i muy bien financiado con los beneficios de los chaebol, grandes conglomerados verticales de producción.
La teoría subyacente era conocida: la protección a la industria naciente[16], que propugna una defensa de las posibilidades de crecimiento interno de ciertos sectores industriales de un país por la vía de las subidas de aranceles y otras restricciones a la importación.
El artículo lo explica bien. Contiene la estúpida alergia a decir España cuando debe decir España, poniendo en su lugar aquí, pero salvo esa miserable muletilla progre, es correcto.
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El avance tecnológico de esta semana es algo que se conoce desde hace un par de años, pero todavía está a la espera de las ultimas bendiciones administrativas. Es un verdadero hallazgo, que mejorará la vida de millones ahora y en el futuro. Se trata de una dosis inyectable subcutánea del principio activo Inclisiran que reduce el nivel de colesterol LDL a la mitad sin alterar el resto del patrón químico de la sangre.
https://www.larazon.es/sociedad/20220414/ctp4ovenzvdxdi7bvwkdmedndq.html
El fármaco Leqvio, que incorpora el medicamento, interfiere con el ARN (material genético) para limitar la producción de PCSK9, una proteína que puede incrementar los niveles de colesterol LDL (colesterol «malo»). Al prevenir la producción de PCSKP, Leqvio reduce los niveles de colesterol LDL.
Leqvio se utiliza cuando la dosis máxima de estatina que el paciente está tomando no reduce suficientemente los niveles de colesterol. Además, Leqvio debe utilizarse con una dieta baja en grasas.
¿Qué beneficios ha demostrado tener Leqvio en los estudios realizados? En tres de ellos, con un agregado de 3.660 pacientes, se puso de manifiesto que Leqvio era eficaz para reducir los niveles de colesterol-LDL. Más del 94% de los pacientes que participaron en los estudios tomaban también estatinas u otros medicamentos para reducir los niveles de lípidos en la sangre. Al cabo de 510 días de tratamiento, los niveles de colesterol-LDL habían disminuido más del 50% en los pacientes tratados con Leqvio en comparación con los que recibieron un placebo.
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La frase de hoy es de Álvaro de Figueroa Torres, Conde de Romanones, ministro de la Gobernación en la fecha del atentado fallido contra el rey Alfonso XIII. La frase describe el aspecto de la herida de Mateo Morral. “La bala le había dejado un pequeño orificio perfectamente limpio en el pecho[17]”.
Como puede verse en las fotos forenses del sumario, Morral recibió el disparo en la parte derecha del pecho, no en la izquierda; no por debajo de la tetilla, sino por encima. Podría pensarse que Romanones estaba mal informado, pero afirma que vio el cadáver: «…cuando lo vi tendido en el hospital del Buen Suceso” … .
Romanones mintió. El orificio era grande y no pequeño: tenía un centímetro y medio de diámetro. Además, la herida, según se observa en la foto, carece del llamado anillo de Fisch, que está compuesto por un círculo erosivo y la corona de pólvora quemada que se forma en los disparos efectuados desde muy cerca. Esto es especialmente visible en los que se hacen apoyando el cañón en la piel.
Romanones declaró que siempre creyó que Morral era solo un instrumento. Lo que no dijo era de quién. Y cuando llegó el 12 de abril de 1931, se apresuró a facilitar en extremo la huida del rey Alfonso XIII.
Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis