LA CARTA DE LOS MARTES DEL 12 DE JULIO DE 2022

LA CARTA DE LOS MARTES DEL 12 DE JULIO DE 2022

 

(Pido excusas por la longitud de esta Carta. El Caso Dreyfus merecía ser explicado en detalle)

Queridos amigos:

El 12 de julio de 1935 murió Alfred Dreyfus, militar francés cuyo nombre dio lugar al llamado Caso Dreyfus, un ejercicio descarnado de Razón de Estado con tintes racistas y militaristas que enfrentó a la sociedad francesa durante lustros.

Dreyfus había nacido el 9 de octubre de 1859 en Mulhouse, Alsacia, en el seno de una acaudalada familia de origen judío dedicada al sector textil. Cuando Alsacia fue ocupada por Alemania tras la Guerra Franco-Prusiana (1871), Alfred se dedicó a la carrera militar con el objetivo de reintegrar Alsacia a Francia.

En 1882 entró en la École Polytechnique, de donde egresó como ingeniero. Alcanzó el grado de oficial de Artillería. Ascendió a capitán en 1889; en 1890 entró en la Escuela de Guerra y en 1893, en el Estado Mayor del Ejército en el Ministerio de Guerra. Y en 1894 se desencadenó un infierno para él, que le costó la carrera militar, el prestigio y la salud. Veamos qué ocurrió, en su contexto.

En 1894, la Tercera República Francesa (1870-1940) había superado una gran serie de obstáculos, aunque perduraba la memoria del desastre de la guerra franco-prusiana[1] de 1870-1871, con la capitulación de Sedan ante los prusianos, el subsiguiente apresamiento de Napoleón III y la desaparición del II Imperio[2]. La depresión económica de los años 80, motivada – entre otras razones – por la bancarrota de la banca Union Générale, el escándalo financiero relacionado con la construcción del canal de Panamá y la condena de Ferdinand de Lesseps, de su hijo y del ingeniero Gustave Eiffel, así como el suicidio del financiero barón Jacques de Reinach; y por la sucesión de atentados anarquistas[3] hasta 1894 eran cosa del pasado, pero esa superación no había sido gratis: los fenómenos de descomposición social se atribuyeron a los judíos, considerados como la encamación del mal y el fermento de todo lo expuesto. El antisemitismo, que devino virulento a partir de la publicación de La France juive (la Francia judía) de Édouard Drumont en 1886, se recrudecía. La tensión racista crecía en toda la sociedad, alimentada por una prensa influyente y libre de escribir cualquier cosa, incluso injurias.

El antisemitismo se encontraba arraigado en el ejército, que sustentaba prácticas de discriminación antisemita. Varios oficiales judíos, acusados en artículos de prensa en La Libre Parole (La Voz Libre) de “traicionar por nacimiento”, se batieron en duelo con redactores. El antisemitismo fue divulgado por La Libre ParoleL’ÉclairLe Petit Journal, La PatrieL’Intransigeant La Croix. El ambiente necesario para que arraigara el caso Dreyfus estaba servido. El odio a los judíos era público y violento. La presencia judía en Francia alcanzaba en 1895 unas 80.000 personas (de las que 40.000 en París), muy integradas en la sociedad francesa, más otras 45.000 en Argelia. En 1890, Drumont fundó la Liga Antisemita de Francia.

Las elecciones de 1893 dieron la victoria a los republicanos, que obtuvieron 317 escaños de los 581 posibles, muy por encima de los republicanos radicales (Georges Clemenceau, 122), de la derecha monárquica (93) y de los socialistas (49).

Desde 1880 aproximadamente, el ejército se hallaba inmerso en un doble proceso de transformación. Se buscaba tanto su democratización[4] como su modernización. Los ingenieros politécnicos competían con los oficiales graduados en la Escuela Militar de Saint-Cyr. Eso generó problemas, pero permitió avanzar en el doble objetivo buscado. Adicionalmente, los militares reclamaban más medios para preparar la próxima guerra, lo que abocó a una notable carrera de armamentos, que afectó especialmente al arma de Artillería. A partir de 1890 prevaleció un notable clima de espionaje y contraespionaje y se creó el Servicio de contraespionaje militar o inteligencia[5], bajo el nombre de Sección de Estadísticas. Su jefe en 1894 era el teniente coronel Jean Sandherr, alsaciano de Mulhouse, antisemita sin fisuras. La Sección de Estadísticas era apoyada por los “Asuntos reservados” del Ministerio de Asuntos Exteriores. Una de las misiones de la Sección de Estadísticas era espiar a la embajada de Alemania para frustrar cualquier intento de transmisión de información. En 1894, el agregado militar alemán en París era el Conde Maximilian von Schwartzkoppen, quien, con todo, desarrolló una política de espionaje eficaz.

Desde principios de 1894, el Departamento de Estadísticas empezó a investigar sobre cierto tráfico de documentación militar a favor de Alemania[6]. Jean Sandherr informó al ministro de Guerra, General Auguste Mercier[7]. No se hallaba un culpable, así que Mercier buscó con ahínco un chivo expiatorio y lo halló en la persona ideal: el capitán Alfred Dreyfus[8], politécnico, de religión judía y de origen alsaciano, proveniente de la meritocracia republicana. El General Mercier, teniendo ya un culpable seleccionado, informó sobre ello a todas las autoridades del Estado, hipertrofiando el fenómeno, que devino “asunto de Estado” una semana antes de la detención de Dreyfus. El 15 de octubre de ese año, el comandante Armand Du Paty de Clam hizo detener al capitán y le inculpó de practicar espionaje para el enemigo. Ello suponía un Consejo de Guerra. Dreyfus fue encarcelado e ilegalmente aislado en prisión. Du Paty lo interrogó día y noche para obtener una confesión, sin éxito.

Era lógico: Dreyfus no era culpable en absoluto. ¿Qué estaba pasando[9]? El 1 de noviembre, se comunicó el caso a Mathieu Dreyfus, hermano de Alfred. A la vista de la evidente arbitrariedad del juicio militar y de la vaciedad y falsedades incursas en el expediente que sirvió de base para ella, Mathieu Dreyfus contrató un abogado[10] y se puso en contacto con la prensa.

El comandante Alexandre Besson de Ormescheville redactó un acta de acusación sin pruebas materiales[11]. Con ese débil[12] expediente, el 4 de diciembre Dreyfus fue enviado al Consejo de Guerra. Levantado el secreto, el abogado defensor pudo acceder por primera vez al expediente.

El Consejo de Guerra se inició el 19 de diciembre, a puerta cerrada. Era evidente por los datos que Dreyfus no podía ser el autor del bordereau. Los doce testigos de la defensa y el propio acusado se ratificaron. No había móvil[13]. Por parte de la acusación, el comandante Hubert-Joseph Henry[14] perjuró en nombre de un tercero desconocido, el cual aseguraba que había sido Dreyfus. Se presentó finalmente una carta falsa[15] que acusaba a Dreyfus.

El 22 de diciembre de 1894, por unanimidad, los siete jueces condenaron a Alfred Dreyfus a prisión perpetua por el delito de traición a la patria, desterrándolo a la colonia penal de la Isla del Diablo, a 11 km. de la costa de la Guayana Francesa. En ese momento, la opinión pública y los políticos franceses estaban alineados contra Dreyfus. Sólo su familia mantenía la inocencia del condenado.

Sin conexión con lo anterior, el coronel Georges Picquart, jefe del servicio de contraespionaje, realizó investigaciones respecto a la condena sin pruebas de Dreyfus y comprobó, en marzo de 1896, que el verdadero espía y traidor había sido el mayor Ferdinand Walsin Esterházy[16]. El Estado Mayor se negó a reconsiderar su decisión y destinó a Picquart a Túnez para alejarlo del caso. En julio de 1897, la familia Dreyfus se entrevistó con el vicepresidente del Senado, Auguste Scheurer-Kestner, quien se mostró convencido de que Dreyfus era inocente. Georges Clemenceau se sumó a la lista y en octubre de 1897, Mathieu Dreyfus denunció a Esterházy[17] ante el Ministerio de Guerra por traición. A pesar de que se conocieron datos de la conspiración, que implicaba a altos mandos del ejército y el contraespionaje francés, la justicia militar se negó a rectificar y a declarar la inocencia de Dreyfus cuya exoneración veían como una humillación.

Aunque protegido por el Estado Mayor (y por el Gobierno), Esterházy se vio obligado a reconocer su francofobia, patentizada en cartas suyas que fueron publicadas por Le Figaro. El Estado Mayor decidió entonces realizar una fuite en avant[18]. Abrió juicio contra Esterházy para poderle absolver y neutralizar los problemas que estaba presentando. Así fue: en enero de 1898, Esterházy fue absuelto por unanimidad, tras 3 minutos de deliberación. Animado por el éxito de la farsa, el Estado Mayor arrestó al coronel Picquart por violación del secreto profesional.

Escandalizado por la absolución del culpable, el escritor Émile Zola[19] publicó en portada de L’Aurore un artículo de 4.500 palabras en forma de carta abierta al presidente de la República, Félix Faure, titulada: “J’accuse…”, en el que exponía las irregularidades del caso. La revelación del escándalo provocó una sucesión de crisis políticas y sociales que dividió profundamente a los franceses en campos enfrentados, los dreyfusards y los antidreyfusards. El artículo cayó como una bomba, pues denunciaba a los conspiradores contra Dreyfus, incluidos el Ministro de Guerra y el Estado Mayor. El objetivo de Zola fue forzar un juicio contra él que serviría para un nuevo juicio de los casos Dreyfus y Esterházy.

La absolución de Esterházy, las posteriores condenas de Émile Zola y de Georges Picquart, y la presencia continua de un inocente en prisión tuvieron amplia resonancia nacional e internacional. Por ello, el 13 de agosto de 1898 se formó una Junta de Investigación que sometió a interrogatorio a Esterházy, quien admitió el fraude cometido y sus relaciones secretas con el comandante du Paty de Clam. Eso demostraba la colusión entre el Estado mayor y Esterházy, el verdadero traidor. El 30 de agosto, el ministro de Guerra, Godefroy Cavaignac, siempre convencido de la culpabilidad de Dreyfus, descubrió que la carta al agregado italiano era una falsificación. Tanto ésta como otros documentos falsos eran obra de Hubert-Joseph Henry, quien fue detenido. Cavaignac le pidió explicaciones en presencia de Boisdeffre y Gonse. Tras una hora de interrogatorio llevado a cabo por el propio ministro, Henry confesó. Arrestado en la fortaleza de Mont-Valérien, se suicidó al poco cortándose la yugular con su navaja de afeitar.

Con Henry muerto, Boisdeffre dimitido, Gonse sin autoridad y du Paty seriamente desprestigiado y comprometido por Esterházy, era el final para los conjurados.

El Tribunal de Casación examinó el Caso. El 9 de febrero de 1899, la Sala de lo Penal entregó su informe, haciendo hincapié en dos acontecimientos importantes: Esterházy escribió el bordereau y el expediente secreto estaba totalmente vacío. Esos dos hechos destruyeron por sí solos todos los procedimientos contra Alfred Dreyfus. El 16 de febrero de 1899 murió Félix Faure, decidido opositor a la revisión. Le reemplazó Émile Loubet.

El 1 de marzo de 1899 fueron interrogados diez testigos complementarios, los cuales debilitaron aún más la versión del Estado Mayor. En el debate final, el nuevo presidente de la cámara civil del Tribunal de Casación, Alexis Ballot-Beaupré, demostró que la carta era una falsificación.

El 3 de junio de 1899, el Tribunal de Casación anuló el juicio de 1894. El asunto fue reenviado al Consejo de Guerra de Rennes. Las consecuencias fueron que Zola, exiliado en Inglaterra, regresó a Francia y Picquart fue liberado. El Tribunal de Casación era capaz de hacer frente a los militares y al poder político. Creyó en la autonomía jurídica del Consejo de Guerra, pero no valoró suficientemente el espíritu de cuerpo.

Contra todo pronóstico, el 9 de septiembre de 1899 Dreyfus fue condenado otra vez, ahora a diez años de trabajos forzados, aunque en el fallo se mencionó que existían “circunstancias atenuantes”[20]. Poco después, su abogado Waldeck-Rousseau propuso solicitar la gracia presidencial. Para Dreyfus era aceptar la culpabilidad, pero estaba agotado. El presidente Loubet concedió el indulto el 19 de septiembre. Dreyfus fue liberado el 21 de septiembre de 1899.

El 9 de marzo de 1905, el fiscal general Baudouin presentó un informe de 800 páginas en el que exigía la casación sin devolución al tribunal militar y donde acusaba al Ejército de haber estado todo el tiempo culpabilizando a un inocente y exonerando al culpable. El 12 de julio de 1906, el Tribunal de Casación anuló sin retorno la sentencia dictada en el juicio de Rennes en 1899 y pronunció la sentencia de rehabilitación parcial[21] del capitán Dreyfus[22], declarado inocente.

El capitán Dreyfus fue reintegrado al ejército con rango de Comandante. En 1914, ya como Teniente Coronel, asumió el mando de una unidad de reaprovisionamiento en la Primera Guerra Mundial. Dreyfus participó en la Gran Guerra en la retaguardia (París) como jefe de artillería, y luego fue asignado a Chemin des Dames y Verdun. Acabó su carrera militar con el rango de Coronel. Murió el 12 de julio de 1935 a los setenta y cinco años. El coronel Picquart fue rehabilitado y reintegrado en el ejército con empleo de General de brigada. Fue nombrado Ministro de Guerra entre 1906 y 1909 en el gobierno Clemenceau. Murió en 1914.

Las consecuencias del Caso Dreyfus fueron de gran importancia, impactando en todos los aspectos de la vida pública francesa: militar, política, religiosa, social, jurídica, diplomática, mediática y cultural. Constituyó una de las mayores crisis que afectaron a la III República, un escándalo de fundamentos claramente racistas, que dividió profundamente a la opinión francesa entre el 22 de diciembre de 1894, fecha en la que un tribunal militar condenó al capitán Dreyfus, y el 12 de julio de 1906, fecha en la que el capitán Dreyfus fue declarado inocente y rehabilitado. El eventual prestigio de Francia, potencia menguante, fue duramente menoscabado. El Ejército francés tardó décadas en recuperar su aceptación social.

Por otro lado, el Affaire Dreyfus contribuyó a concretar los planteamientos del llamado padre del sionismoTheodor Herzl, impulsándolo a fundar la Organización Sionista Mundial en 1897. Sensu contrario, potenció manifestaciones antisemitas en torno a las comunidades judías de Europa Central y Occidental.

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La noticia de esta semana tiene mucho que ver con la efemérides. El lector, por ajeno que se halle al mundo del fútbol, recordará los incidentes que se produjeron en torno al Stade de France en Saint-Denis con motivo de la final de la Liga de Campeones de la UEFA ganada por el Real Madrid.

Fue un asalto organizado por hordas de franceses de origen norteafricano de tercera generación, consentido por la policía francesa, justificado por el gobierno de Francia y sufrido por los seguidores del Liverpool y del Real Madrid. Una vergüenza en toda la línea, que pone de relieve que Francia está entrando en una dinámica de Estado Fallido, a la vista de que no controla la seguridad en amplios sectores de muchas ciudades, donde impera la Sharía y el orgulloso (tirando a soberbio) Estado laico francés no osa defender al ciudadano. Lean, lean.
https://www.lagalerna.com/galerna-entrevista/que-paso-en-saint-denis-fondo-liverpool/ y también https://www.marca.com/futbol/champions-league/2022/06/09/62a1db9322601db6368b45f7.html

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La frase de hoy consta en un informe de Lord Russell of Killowen, Chief Justice de Inglaterra, a la reina Victoria el 16 de septiembre de 1899. El magistrado inglés, quien se hallaba como observador en Rennes, criticó el Consejo de Guerra: “Los jueces militares no estaban familiarizados con la ley […]. Carecían de la experiencia y aptitud que permiten ver la prueba detrás del testimonio. […] Actuaron en función de lo que consideraban como el honor del ejército. […] concedieron demasiada importancia a las frágiles alegaciones que se presentaron contra el acusado. Parece claro que si el pleito de revisión hubiera tenido lugar ante el Tribunal de Casación, Dreyfus sería ahora un hombre libre.”

El ejército francés no ha ganado una sola guerra desde 1856 en Crimea. Perdió la franco-prusiana, fue llevado en volandas por los norteamericanos a la Paz de Versalles en 1919, fue rescatado por los aliados de una franca derrota en 1945, perdió la guerra de Indochina y finalmente la de Argelia. Es como si nunca se hubiera recuperado de la ignominia.

Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis

 

El 5 de enero de 1895, Alfred Dreyfus fue degradado públicamente, acusado de espiar para Alemania.


[1] Tras la derrota, el ejército seguía constituido en gran parte por oficiales aristócratas y monárquicos. Despreciaban a la República.
[2] La traumatizante derrota de 1870 estaba lejana, pero permanecía fresco un claro espíritu revanchista, que supuso el desencadenante de un nacionalismo exacerbado.
[3] Que alcanzó su punto más alto con el asesinato del presidente Marie François Sadi Carnot, (Limoges, 11.8.1837 – Lyon, 25.6.1894), conocido como Sadi Carnot. Fue presidente de la Tercera República francesa entre 1887 y su asesinato en 1894.
[4] Entendida como desvinculación de una aristocracia con cada vez menor peso social.
[5] Su misión era clara: recuperar información de cualquier enemigo potencial de Francia e intoxicarlo con información falsa.
[6] El 23 en septiembre de 1894, la mujer de la limpieza que trabajaba como infiltrada en los despachos de la Embajada alemana en París, Madame Bastian, había aportado al contraespionaje francés una lista (bordereau), parcialmente desgarrada y escrita sobre papel cebolla, sin firma ni fecha, enviada por correo al agregado militar de la Embajada de Alemania, von Schwartzkoppen. Establecía que ciertos documentos militares confidenciales iban a ser enviados a una potencia extranjera.
[7] Considerado incompetente por la prensa, y por tanto interesado en mejorar su imagen, Auguste Mercier (1833-1920), general y político nacionalista, fue ministro de Guerra desde 1893 a 1895. Cooperó para encarcelar por traición al capitán Dreyfus. Propició su condena presentando ante el tribunal militar actas que el procesado y el defensor desconocían y que después no se hicieron públicas.
[8] Dreyfus era en ese momento el único oficial judío aprobado recientemente por el Estado Mayor General.
[9] Durante los dos meses que precedieron al juicio, La Libre Parole, L’Autorité, Le Journal, y Le Temps inventaron mentiras constantes contra Dreyfus. Así manipuló el Estado Mayor a la opinión pública e influyó sobre los jueces.
[10]Contrató al eminente penalista Edgar Demange.
[11] Cuya completa ausencia se obvió así: “es una prueba de culpabilidad, porque Dreyfus eliminó todo”.
[12] La acusación se basaba en la escritura de una sola pieza, le bordereau, sin acuerdo entre los expertos.
[13] Dreyfus era un oficial muy patriótico y apreciado por sus superiores. Era muy rico. ¿Móvil?
[14] Hubert Joseph Henry (1846-1898) fue un alto oficial del Departamento de Estadísticas que conocía la debilidad del expediente. A petición de sus superiores (el General de Boisdeffre, jefe del Estado Mayor, y el General Gonse) completó el expediente. Al no encontrar pruebas, las fabricó. Fue el autor de la carta falsa por la que fue condenado Dreyfus, que cuando fue desenmascarada le indujo a suicidarse. Elaboró, junto al coronel Sandherr, pruebas falsas para inculpar a Dreyfus y otras para exculpar as Esterházy. Se trataba de no admitir que la condena de Dreyfus pudiera haber sido un grave error judicial o algo peor. Para Mercier y el Estado Mayor, “lo que se hace se hace, no se vuelve nunca para atrás”.
[15] Se trataba de una carta del agregado militar alemán, Max von Schwarzkoppen, dirigida al agregado militar italiano, Alessandro Panizzardi, que había sido interceptada por el Estado Mayor. La idea era culpar a Dreyfus, puesto que, según sus acusadores, se le designaba por sus iniciales.
[16] Esterházy era un antiguo miembro del contraespionaje francés, donde sirvió tras la guerra franco-prusiana. Entre 1877 y 1880 trabajó en la misma oficina que el comandante Henry. Presentaba trastornos de personalidad. Su reputación era escandalosa y tenía abundantes deudas.
[17] Al cotejar cartas de Esterházy, Picquart comprobó que la escritura era exactamente la misma que la del bordereau que se utilizó para incriminar a Dreyfus.
[18] Una huida hacia adelante, literalmente.
[19] Por entonces en la cumbre de su carrera.
[20] El veredicto estuvo al borde de la absolución por un solo voto.
[21] Sus cinco años de prisión no fueron tomados en consideración para su carrera. Dreyfus no solicitó indemnización económica. Sólo buscaba el reconocimiento de su inocencia.
[22] No había antecedentes de esta sentencia. Fue única en la historia del derecho francés.

 

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