LA CARTA DE LOS MARTES DEL 26 DE JULIO DE 2022

LA CARTA DE LOS MARTES DEL 26 DE JULIO DE 2022

 

Estimados socios,
Las Cartas de los Martes se toman ahora un descanso veraniego y a la vuelta vendrán con novedades. ¡Feliz y descansado agosto!

 

Carta de los martes del 26 de julio de 2022

Queridos amigos:

El 26 de julio de 1909 comenzó en Barcelona la Semana Trágica. Terminó el 2 de agosto.

El nombre por el que se la conoce no es baladí: fue una semana en la que los crímenes y el desorden prevalecieron por toda la ciudad y poblaciones cercanas. Pero veamos qué clima social y político regía en España antes del estallido y el porqué de éste.

A finales del Siglo XIX, España había perdido sus territorios de Ultramar, con especial mención a Cuba y las Filipinas, a manos de los EE. UU. Eso generó una crisis militar, otra política, otra económica y social y otra cultural, de pérdida de autoestima. Se llamó a todo esto el Desastre del 98. Como compensación colonial, España logró controlar parte de Marruecos en la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906[1].

El sistema político, en el que el Partido Conservador y el Partido Liberal se turnaban en el gobierno (el turnismo) mediante el reparto de escaños con antelación a las elecciones a través de mecanismos caciquiles y el pucherazo (o alteración de los resultados de las urnas), enviaba señales de agotamiento. El resto de los partidos políticos estaba al margen del sistema y sólo obtenía representación en las ciudades. Tras las elecciones del 21.4.1907, en 1909 estaba al frente del gobierno Antonio Maura, del Partido Conservador.

En 1906 se formó en Cataluña (con la denominación de Solidaridad Catalana) una coalición electoral[2] cuya victoria en las elecciones de 1907 constituyó el germen de la crisis del turnismo.

Desde una perspectiva social, la industrialización de la región catalana había producido una burguesía enriquecida. Los obreros no tenían vehículos políticos en el sistema. Las clases medias eran virtualmente inexistentes y las diferencias sociales, muy grandes.

Ese fue el caldo de cultivo para la aparición de idearios radicales, como el anarquista, que arraigó especialmente en Barcelona.

Los obreros españoles comenzaron a agruparse sindicalmente, lo que produjo en 1907 una confederación sindical, Solidaridad Obrera, constituida por los propios anarquistas, el sindicato socialista UGT y grupos republicanos, nacida para enfrentarse a la aproximación de Solidaridad Catalana al Partido Conservador de Maura.

Socialistas, anarquistas y republicanos se opusieron frontalmente en las calles de España (mayo de 1908) al proyecto ley propuesto por Antonio Maura para contener los crecientes atentados[3]. A los discrepantes se unió una de las patas del turnismo: el Partido Liberal. Piénsese que una de las consecuencias del Desastre del 98 fue el fuerte auge del terrorismo anarquista. Barcelona era desde finales del Siglo XIX el núcleo terrorista más activo de España.

En el terreno económico, la pérdida de Cuba y Filipinas representó la desaparición del principal mercado exterior y afectó a las grandes fortunas que, sobre todo en Cataluña, habían crecido a la cómoda e interesada sombra de un sistema proteccionista.

La derrota en Cuba y Filipinas sembró resentimiento entre la oficialidad. Los militares culparon de ella a los políticos, a la creciente influencia del obrerismo revolucionario y al separatismo.

En esa tesitura, del gobierno Maura decretó la movilización de los reservistas[4] para acudir a Melilla[5]. La guarnición necesitaba refuerzos tras el acuchillamiento de cinco empleados de la Compañía Norteafricana que explotaba las minas de plomo de Beni-bu-Ifrur, y para proteger Melilla. En Barcelona, los embarques de tropas en el puerto comenzaron el día 11 de julio sin incidentes. Pero el domingo 18 de julio, cuando embarcaba el batallón de Cazadores de Reus, la tensión estalló al llegar noticias de Marruecos sobre numerosas bajas en la zona de Melilla.

El jueves 22 de julio, los diputados de Solidaridad Catalana exigieron al gobierno la reunión de las Cortes. Las protestas aumentaron cuando llegaron nuevas noticias sobre bajas entre los soldados españoles enviados a Marruecos. El gobernador civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo, prohibió la reunión de Solidaridad Obrera que iba a celebrar el sábado 24 de julio para convocar una huelga general, por lo que el comité de huelga pasó a la clandestinidad. Los sindicatos madrileños convocaron la huelga para el 2 de agosto, pero en Cataluña el comité[6] decretó la huelga para el 26 de julio.

Llegó el día. La huelga general fue seguida mayoritariamente en Badalona, Barcelona, Granollers, Mataró, Sabadell, Sitges y Tarrasa. Se creó un comité de coordinación. Los huelguistas quemaron las casetas donde se cobraban los consumos[7]. En el centro de la ciudad se produjeron disturbios cuando intentaron detener los tranvías, forzando el cierre de comercios y cafés, además de asaltar dos comisarías de policía. El Capitán General de Cataluña, Luis de Santiago, proclamó el «estado de guerra», a lo que se opuso el gobernador civil, Ángel Ossorio, quien dimitió. De Santiago decidió esperar refuerzos y se limitó a proteger algunos edificios públicos. Barcelona quedó sin gas, luz ni periódicos e incomunicada por ferrocarril, telégrafo y teléfono. Durante la tarde del 26 de julio, los piquetes extendieron la huelga por el entorno de Barcelona y otros centros industriales de la provincia. El aumento de los disturbios desencadenó la declaración de la ley marcial y el despliegue de los soldados disponibles para apoyar a la policía. A medianoche ardió el primer edificio religioso[8]. La Semana Trágica había comenzado.

El día 27 se produjo un combate en el Barranco del Lobo, cerca de Melilla. El resultado fue hipertrofiado por la prensa de izquierda, la separatista y la liberal, hablando de más de mil muertos. En realidad, los ataques rifeños fueron rechazados a costa de la vida de aproximadamente 150 reservistas, en su mayoría del contingente que salió de Barcelona el día 18 de julio, pero la propaganda izquierdista[9] lo presentó como una gran catástrofe. Ello provocó el levantamiento de barricadas y la voladura de puentes. Varias armerías fueron asaltadas.

La protesta antibelicista se transformó en anticlerical. La violencia se dirigió contra las iglesias y las propiedades eclesiásticas, especialmente conventos, colegios y patronatos de las órdenes religiosas. En pocas horas ardieron muchos edificios religiosos con sus enseres. En su mayoría, los asaltantes se dedicaron al saqueo y al pillaje. Se profanaron los cementerios de algunos conventos. Comenzaron los primeros disparos en Las Ramblas. Durante la noche ardieron veintitrés edificios en el centro de la ciudad y ocho conventos en la periferia. Muchos religiosos sufrieron insultos, escarnios y agresiones[10]. En los disturbios participaron con protagonismo jóvenes militantes y dirigentes del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, violentamente anticlerical. Sin embargo, y pese a la destacada participación de muchos de sus afiliados en la revuelta, los dirigentes del catalanismo de izquierdas y del Partido Radical se desligaron de toda responsabilidad. Esto, y que la asonada no se extendiera al resto de España, desmoralizó a los insurrectos.

El miércoles 28 de julio, Barcelona amaneció con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados. El comité de huelga no controlaba a las turbas. La huelga se transformó en una sucesión de incendios y saqueos. En varias ciudades de la provincia la huelga tomó visos de insurrección y hubo de intervenir el ejército.

El jueves, 29 de julio, unos 10.000 soldados procedentes de Burgos, Pamplona, Valencia, y Zaragoza se desplegaron en Barcelona. Entre el viernes y el sábado la ciudad fue recuperando poco a poco la normalidad, salvo en los barrios de San Andrés y de Horta, donde se produjeron los últimos incendios y saqueos de conventos y colegios religiosos. Los días 30 y 31 se apagaron los últimos focos. El domingo 31 volvieron a publicarse los periódicos.

El balance de los disturbios en Barcelona hasta el 1 de agosto se elevó a 79 muertos (76 civiles y 3 militares), medio millar de heridos, de los que 153 eran graves, y 112 edificios incendiados (de ellos, 80 religiosos). Al cabo, los muertos ascendieron a casi 100. Los partidos que habían llamado a la insurrección (anarquistas, republicanos de Lerroux, separatistas de izquierda y el PSOE) se desentendieron de todo lo acontecido. El gobierno Maura inició las investigaciones el 31 de julio. Se procesó a 2.000 personas, resultando 17 condenas de muerte (todas menos 5 fueron conmutadas[11]), 59 de cadena perpetua y 175 penas de destierro. Se clausuraron los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.

Al principio no hubo consecuencias políticas. Ningún militante del Partido Radical se vio implicado en la represión, pero sus testimonios fueron fundamentales[12] para sentenciar a muerte a Ferrer Guardia, anarquista[13], quien se hallaba en Barcelona alentando la revuelta.

La situación empezó a cambiar en septiembre como consecuencia de la campaña internacional de protesta por la muerte de Ferrer, un prominente masón. La masonería internacional y el socialismo explotaron a fondo el asunto con manifestaciones masivas en el resto de Europa. Hubo decenas de heridos y algún muerto en Berlín, Bruselas, París y Roma, entre otras ciudades.

La protesta internacional fue provechada por el Partido Liberal para promover una campaña contra el gobierno. El 20 de septiembre, el PSOE se incorporó a este bloque antimaurista. El 18 de octubre, en el Congreso de Diputados, se produjo un enfrentamiento entre Maura y Segismundo Moret, quien pidió la dimisión del gobierno. El 22 de octubre Maura, quien había promovido importantes reformas sociales, acudió a Palacio para plantear la continuidad de su gobierno al Rey, quien, para su sorpresa, aceptó su protocolaria dimisión. Alfonso XIII nombró a Moret al frente de un nuevo gobierno[14].

Durante la revuelta, salvo las casetas de consumos[15], ni personas ni inmuebles relacionados con banca, industria, instituciones gubernamentales y otras instancias sufrieron ataques. ¿Por qué la rebelión contra un sistema de incorporación a filas injusto se manifestó sólo contra la Iglesia? Esto se explica por varios motivos. Uno, que la Iglesia Católica, a diferencia de los gobernantes o de los empresarios, era la institución más en contacto con el proletariado urbano, en un ejemplo de dedicación. La educación era impartida en escuelas controladas por la Iglesia. Se inculcaba a los hijos de los obreros valores trascendentes, no revolucionarios. Los hospitales e instituciones de beneficencia estaban regentados por religiosos. La Iglesia impulsaba sindicatos opuestos al sindicalismo anarquista, que era mayoritario. La gente del pueblo acudía en libertad a las clases impartidas por los religiosos. Otro, fácil: los miembros de la Iglesia nunca iban a responder a la violencia con violencia, con lo que la cobardía constitutiva de las masas y sus agitadores se encontraba cómoda matando y quemando sin encontrar respuesta análoga entre sus filas.

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La noticia de esta semana son unas declaraciones del 20 de julio de 2022 del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, transmitidas por los medios, con origen en la agencia Europa Press. Esencialmente, Lavrov manifestó que los objetivos militares de Rusia en Ucraina iban más allá de la cuenca del Donbas (donde se hallan las republiquitas de opereta que Rusia se ha montado para dar un toque cosmético a su intolerable invasión, Donetsk y Lugansk, que viola todos los tratados firmados por ella misma con anterioridad).

Ahora resulta que el portavoz del régimen reconoce que va a por toda Ucraina (interpretación libre pero verosímil, totalmente en línea con el comportamiento imperialista que guía los pasos de Rusia). Y esto no se detiene ahí. Créanme. O no, como decía aquél inolvidable sujeto.

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El avance tecnológico de esta semana es, como siempre en esta sección, magnífico y esperanzador ELA: una molécula para combatir la muerte de la motoneurona (larazon.es)

Desde 2006 se sabe que la ELA (esclerosis lateral amiotrófica) se debe a una proteinopatía. Es largo de contar, y más aquí, pero el artículo lo explica maravillosamente. La solución para retrasar o bloquear la ELA no es para mañana, porque las pruebas a realizar obligatoriamente entre la investigación en laboratorio y la aplicación a los enfermos lleva tiempo (entre 12 y 15 años, nada menos), pero el avance está ahí.

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La frase de hoy la pronunció Pablo Iglesias Posse el 11 de julio de 1909, antes de la Semana Trágica. ”Los enemigos del pueblo español no son los marroquíes sino el Gobierno. Hay que combatir al Gobierno empleando todos sus medios. En vez de tirar hacia abajo, los soldados deben tirar hacia arriba. Si es preciso, los obreros irán a la huelga general con todas sus consecuencias, sin tener en cuenta las represalias que el Gobierno pueda ejercer contra ellos».

Las consecuencias de la Semana Trágica ya las conocemos. Y otras muchas más, también.

Cordiales saludos

José-Ramón Ferrandis

Barcelona durante la Semana Trágica. Fotografía de la publicación “La actualidad”, retocada manualmente para acentuar el dramatismo.


[1] El Acta de Algeciras fue firmada el 7 de abril de 1906 por, Alemania, España, Francia y el Reino Unido. A Francia le correspondió el protectorado sur y a España el norte, sector que quedó designado como Marruecos español.
[2] En ésta se integraron los republicanos (con excepción del Partido Republicano Radical), los catalanistas de la Lliga Regionalista, la Unión Catalanista, el Centro Nacionalista Republicano y los carlistas.
[3] Recuérdese que uno de ellos, en 1906, había estado a punto de matar a Alfonso XIII y a su esposa el día de su boda en Madrid, causando decenas de muertos y heridos.
[4] El uso de soldados en la reserva, hombres sujetos al servicio militar pero ya fuera del periodo de instrucción, bastantes de ellos casados y con hijos, fue extremadamente impopular.
[5] El 9 de julio de 1909 las cabilas rifeñas habían atacado a los obreros que construían el ferrocarril de San Juan de las Minas, entre Melilla y las minas de hierro de Beni Bu-Ifrur. El día siguiente,10 de julio, el gobierno Maura decretó la movilización de tres Brigadas Mixtas, las de Madrid, Campo de Gibraltar y Cataluña, y el embarque inmediato de esta última. La orden de movilización fue muy mal recibida. Recuérdese que la normativa de reclutamiento permitía quedar exento de la incorporación a filas de dos maneras: o bien pagando a otro para que fuera por uno, o bien mediante la redención en metálico por importe de 6.000 reales, cantidad fuera del alcance de los obreros, cuyo ingreso medio era de 10 reales diarios.
A partir de la publicación del decreto se sucedieron las protestas en prensa, con mítines y manifestaciones. En algunas localidades hubo tensión con la salida de las tropas, aunque en Cádiz y Málaga se produjeron despedidas patrióticas. En Madrid se produjeron incidentes en la estación de ferrocarril de Mediodía en la noche y madrugada del 20 al 21 de julio.
[6] Compuesto por anarquistas, socialistas y Solidaridad Obrera.
[7] Consumos (o Impuesto de consumos) era un impuesto indirecto vigente intermitentemente entre 1845 y 1920. Fue muy criticado por gravar bienes de primera necesidad (alimentos, bebidas alcohólicas, combustibles y sal).
[8] Fue el Patronato Obrero de San José, en Pueblo Nuevo, regentado por los hermanos maristas. Se quemaron edificios religiosos en Badalona, Manresa, Premiá de Mar y San Adrián del Besós (Barcelona), así como en Calonge, Palamós y San Feliu de Guixols (Gerona).
[9] En la que el PSOE desempeñó un importante papel.
[10] En el mencionado Patronato Obrero de San José, los seis hermanos maristas docentes tenían más de 200 alumnos. El día 28, un piquete sindicalista armado llegó en busca de los maristas, matando a uno de ellos.
[11] Los cinco reos fueron Josep Miquel Baró, Francisco Ferrer Guardia, Clemente García, Eugenio del Hoyo y Antonio Malet,
[12] Lerroux, íntimo amigo de Ferrer, estaba en Argentina y declaró: “Cuando recibí la noticia de lo ocurrido en Barcelona, sentí aquella satisfacción interior que siente el maestro cuando ve a sus discípulos realizar una buena obra”. Ferrer negó tener relación con la Semana Trágica, pero Lerroux reveló sus lazos con Solidaridad Obrera, la promotora de los sucesos.
[13] “No nos interesa hoy hacer buenos obreros, buenos empleados, buenos comerciantes; queremos destruir la sociedad desde sus cimientos. Hoy nos contentamos con ideas de revolución en los cerebros”.
[14] El Nuncio interpretó el cambio de gobierno como un triunfo de la “francmasonería internacional” contra España, la Monarquía y, sobre todo, la Iglesia. Acertaba.
[15] Así como comisarias y armerías, en busca de armamento y munición.
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