EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS – 25 DE OCTUBRE DE 2022

EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS – 25 DE OCTUBRE DE 2022

Estimados amigos,

Esta semana escribe para el Centro, Diego Sánchez de la Cruz. Encontraréis igualmente las efemérides de José Ramón Ferrandis, y por último, la guinda de Avizor, «Pensando en Voz Alta»

 

¿Cuándo saldremos de la crisis inflacionista?

Una de las principales aportaciones de la Escuela de Salamanca fue su análisis de la relación entre la cantidad de dinero y el nivel de precios.

Precursores del análisis monetario de corte cuantitativo, nuestros escolásticos vincularon el influjo de plata que llegaba de América a los sucesivos episodios de inflación que se dieron como resultado.

Varios siglos después, la economía española y europea enfrentan una grave crisis económica que hunde sus raíces en el mismo problema que preocupaba a los sabios de la Escuela de Salamanca: a saber, un aumento excesivo en la cantidad de dinero que ha acabado propiciando una escalada de los precios hasta alcanzarse las peores cifras de inflación en cuarenta años.

Los gobiernos nunca admitirán abiertamente el papel que han jugado a la hora de incubar esta crisis. Nos hablan de las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania, pero el IPC ya estaba cerca del 8% en los meses anteriores a la execrable ofensiva del tirano Vladimir Putin. Echan la culpa a los codiciosos empresarios, a pesar de que un tercio del tejido productivo está registrando pérdidas y los beneficios de aquellas sociedades que sobreviven son un 20% menores que en 2019 y se están contrayendo a marchas aceleradas.

Si nos fijamos en otras economías abiertas podemos encontrar nuevas lecciones de la vigencia que tiene la teoría cuantitativa del dinero. Así, el IPC de septiembre alcanzó el 3% en Japón y el 3,5% en Suiza, mientras que en España y en la Eurozona se situó en el 10%. Nipones y helvéticos han seguido una política fiscal y monetaria más prudente, evitando incurrir en grandes déficits presupuestarios que a menudo se cubren a base de imprimir moneda. Los resultados saltan a la vista.

En cambio, en el Viejo Continente hemos observado fortísimos aumentos del gasto público que han sido financiados casi por entero por el Banco Central Europeo. El caso de España es sangrante: entre los meses de marzo de 2020 y 2022, el BCE ha comprado más de 270.0000 millones de euros de deuda española. Semejante manguerazo se ha infiltrado en la economía, inflando la producción de manera artificial y generando un desajuste que ahora resulta evidente.

Los estímulos fiscales y monetarios no solo no han servido para salir relanzados de la crisis del coronavirus, sino que han actuado como un obstáculo para la recuperación. En primavera de 2020 fui criticado por afirmar que no saldríamos de la crisis hasta finales de 2023, pero ahora resulta evidente que, si acaso, pequé de optimista, porque la recuperación del PIB de 2019 podría retrasarse a 2024. Y, en un contexto de elevada inflación como el actual, las expectativas siempre pueden ir a peor.

Partiendo de un análisis cuantitativo del dinero como base para el desarrollo de la política monetaria, la Escuela de Chicago y su máximo exponente, Milton Friedman, propuso el establecimiento de una regla de emisión vinculada a los niveles habituales de actividad económica. Se trataba, en esencia, de poner fin a la política monetaria activa y generar certidumbre y estabilidad en torno a las decisiones de los bancos centrales. Bajo tal planteamiento, la cantidad de dinero en circulación debería haber aumentado a una tasa del 4% durante los años pasados. Sin embargo, el BCE ha triplicado dicho objetivo, generando una profunda distorsión que nos ha metido en este atolladero.

En Estados Unidos, la Reserva Federal fue incluso más imprudente, con aumentos interanuales del 25% en la cantidad de dinero en circulación, si bien su reacción ante la crisis inflacionista también está siendo más rápida y comprometida. El BCE, en cambio, no puede pisar el freno como debería, porque sufre una intensa presión por parte de los gobiernos europeos, que no quieren renunciar a la monetización de sus déficits presupuestarios. El resultado de todo esto es que la crisis de inflación quedará resuelta en la economía norteamericana antes que en la europea.

En el caso español, parece seguro que los datos de inflación de 2022 serán los peores en cuarenta años y resulta muy probable que 2023 se desarrolle en un contexto igualmente preocupante, con el IPC por las nubes. Solo en 2024 podríamos experimentar una mejora, aunque ello dependerá también de que el gobierno contenga el déficit y deje de cebar la inflación a base de introducir en la economía un gasto artificial que solo se cubre con dinero de nueva creación.

El Instituto de Estudios Económicos ha puesto de manifiesto que nuestras ineficiencias presupuestarias nos cuestan 60.000 millones de euros anuales, pero el Ejecutivo de Pedro Sánchez no solo no toma medidas para contener el despilfarro, sino que lo dispara mes a mes con nuevas medidas de gasto que constituyen, ciertamente, la precampaña electoral más cara de la historia.

De modo que los sabios de la Escuela de Salamanca siguen de plena vigencia en el siglo XXI. Sus advertencias sobre la ruptura del equilibrio entre la cantidad de dinero y la producción económica son de total aplicación al problema que hoy enfrentamos en España.

Superar este marasmo exige, por tanto, una reflexión profunda sobre la importancia de cuadrar las cuentas y renunciar a la perversa monetización de nuestros déficits, introduciendo al fin una política de prudencia que sitúe el crecimiento del gasto por debajo del aumento de los ingresos y compense los enormes sacrificios que vienen haciendo los contribuyentes con una mejora de la eficiencia presupuestaria y una reducción de la insoportable presión fiscal.

DIEGO SÁNCHEZ DE LA CRUZ es analista económico y director de Foro Regulación Inteligente.

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LA CARTA de Jose Ramón Ferrandis en su Blog:
La Carta de los martes del 25 de Octubre de 2022.

 

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«PENSANDO EL VOZ ALTA» DE AVIZOR:
 
El Gobierno de Sánchez y sus adláteres se afanan sin tregua en el expolio de todo lo que pertenece a los españoles:
las libertades, los derechos, el patrimonio, el estado de Derecho y las instituciones del Estado, en suma, el régimen democrático, confirmando, por activa y por pasiva, que es un Gobierno liberticida y despótico empeñado en socavar la convivencia en libertad e igualdad de todos los españoles que consagra la Constitución española de 1978.

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