En el mundo de los múltiples artefactos indetectables, hipersónicos y controlados por inteligencia artificial, aparece un globo aerostático bien visible, lento, sin control y de origen chino que invade el espacio aéreo USA.

Parecería una broma de los nostálgicos de la tecnología analógica, a la que tan aficionados son los chinos, como los fuegos artificiales o los dragones de cartón, si no fuera porque el dichoso globo haya sido la causa aducida para suspender un encuentro en pro de la inquebrantable amistad entre USA y China.

Ambas superpotencias han creado y están explotando un gigantesco conglomerado económico que monopoliza una parte sustancial de la industria y el comercio mundiales, a la vez que compiten en la carrera por alcanzar la supremacía en el resto del planeta, la que China pretende conseguir a través de la hegemonía política comunista y los USA mediante la hegemonía cultural nihilista. Como esas hegemonías están convergiendo y solapándose, de forma creciente en lo que va de siglo, es de temer que se acabe formando un nuevo consorcio de raíces totalitarias, esta vez global, que intente poner fin a nuestras democracias y con ellas a nuestros derechos y libertades.

Volviendo a la consideración de un globo tan singular, parece que no debería ser destruido, sino capturado, estudiado y puesto a la venta en una subasta en la que solo pudieran participar chinos, estadounidenses y eventualmente, canadienses, pero tengo la impresión de que en esa subasta solo participarían los coleccionistas privados y no asistirían las agencias gubernamentales por la sencilla razón de que ese globo sonda, por muy extraño que sea, no es más que eso, un sondeo entre socios.

Avizor

febrero de 2023