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Ante el fallecimiento de Benedicto XVI, un gigante intelectual y moral de la civilización cristiana, el Centro Diego de Covarrubias organizó el pasado 27 de febrero un sentido homenaje en el que se ha analizado el legado de libertad de Benedicto XVI.

La libertad de elección es un concepto indivisible que nace de la Creación. Dios, inmaterial y atemporal, crea el Cosmos, materia y energía evolucionando en libertad, que culmina en el ser humano, dotado de libertad y espiritualidad, un ser creado para la trascendencia.

Benedicto XVI nos dijo:” la libertad de un ser humano es la libertad de un ser limitado y por tanto es limitada ella misma” y también “la voluntad de Dios es la medida intrínseca de su naturaleza, una medida que está inserta en él y lo hace a imagen de Dios y así criatura libre”.

El proceso de deshumanización en el que estamos inmersos, desarrollado en torno al nihilismo y al relativismo moral, ha conseguido la hegemonía de la contracultura poshumanista, que amenaza con destruir el humanismo cristiano, núcleo de nuestra civilización. Ratzinger, Benedicto XVI, fue especialmente consciente de esa amenaza y dedicó toda su obra a mostrarnos el camino de la Verdad que nos hace libres.

La primera ponencia sobre “Ontología de la libertad” fue impartida por don Dalmacio Negro Pavón, doctor en Ciencias Políticas y Licenciado en Derecho y Filosofía, que ha desarrollado las tesis de Benedicto XVI: la libertad del ser humano radica en que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, la verdadera libertad no puede proceder de la absolutización del yo sino de ponerse al servicio unos de otros.

La segunda ponencia sobre «Libre mercado y Bien común» fue impartida por don Andrés Muñoz Machado, Doctor Ingeniero Industrial y Licenciado en Ciencias Empresariales, que ha desarrollado la idea de que el libre mercado en un mundo globalizado, necesario para la prosperidad y desarrollo de los pueblos, debe orientarse tanto al lucro individual como al bien común, definido este último como conjunto de aquellas condiciones de vida en sociedad que faciliten a todos y cada uno de sus miembros el conseguir con plenitud su propia perfección personal y social.

En resumen, el extraordinario bagaje teológico, filosófico y moral que nos ha legado Benedicto XVI, nos va a permitir el afrontar con éxito la confrontación entre el humanismo cristiano y el poshumanismo materialista. Esa confrontación entre dos modelos antropológicos antagónicos va a definir la senda evolutiva de nuestra civilización, lo que nos obliga a ser especialmente activos en la defensa de la Verdad y la Libertad.