EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS – 21 DE MARZO DE 2023 – DIEGO SÁNCHEZ DE LA CRUZ

EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS – 21 DE MARZO DE 2023 – DIEGO SÁNCHEZ DE LA CRUZ

¿SOSTIENE EL 6% DE LOS ESPAÑOLES AL RESTO? DATOS Y REFLEXIONES PARA EL DEBATE.

 

Trabajé durante tres años en Ferrovial y pude conocer de primera mano la excelencia y el liderazgo que caracterizan al que hoy por hoy es uno de los principales operadores de infraestructuras del mundo.

No me sorprendió la noticia de que la compañía de Rafael del Pino ha decidido trasladar su sede a Países Bajos, puesto que el éxodo de la cotizada empezó a rumorearse hace una década, cuando eran legión los que creían que la empresa debería poner rumbo a Londres. El Brexit descarriló esos planes, pero España ha seguido sumida en un tristísimo declive económico, institucional y social que ha empujado a Ferrovial a fijar sus cuarteles generales en un país donde podrá beneficiarse de unas condiciones financieras y regulatorias mucho más favorables.

El caso es que esta decisión ha desatado una intensa campaña propagandística contra Ferrovial y Rafael del Pino. La izquierda política y mediática ha fracasado en su empeño, como muestra una encuesta encargada por El Confidencial en la que queda claro que son mayoría los españoles que entienden y respaldan la decisión de la empresa. Ya sucedió algo parecido hace un par de años, cuando algunos creadores de contenido anunciaron su traslado a Andorra y los sondeos demoscópicos demostraron que había una mayoría de españoles de su lado.

Sin embargo, por mucho que cada vez haya más concienciación social sobre estas cuestiones, no deja de ser cierto que España parte de una posición muy precaria en términos de aceptación social del libre mercado y sus procesos. Así lo vemos en las encuestas de valores de la Fundación BBVA, que nos sitúan como una de las sociedades más anticapitalistas de Europa, o en el libro de Rainer Zitelmann, Los ricos ante la opinión pública (Unión Editorial, 2022), que muestra la hostilidad de amplios segmentos de nuestra población hacia los empresarios de éxito. De modo que, por mucho que la triste realidad esté alterando la percepción de muchos españoles, debemos reconocer que queda mucho trabajo por hacer, puesto que España sigue siendo un país en el que la envidia social y el discurso anti-mercado cuentan con un número muy preocupante de seguidores.

Deberíamos preocuparnos mucho por el efecto que tienen estos mensajes en los reducidos grupos de población que sustentan los pilares de nuestra economía. En España hay prácticamente tantos trabajadores privados como empleados públicos, pensionistas y receptores de ayudas. De hecho, los empresarios y autónomos suponen apenas el 6,5% de la población. El creciente desánimo, la desafección y el desencanto que sienten estos creadores de riqueza actúan como un impuesto que recorta su disposición a seguir invirtiendo, arriesgando y generando empleo y valor.

La escritora Ayn Rand fantasea en La rebelión de Atlas con la perspectiva de un éxodo masivo por parte de la comunidad empresarial. ¿Qué ocurriría si ese 6,5% baja los brazos, harto del descrédito por parte del gobierno y sus medios afines y cansado del castigo fiscal y regulatorio que influye de forma tan negativa en su operativa? Conviene que nos hagamos esa pregunta una y mil veces porque, si bien el escenario que dibujó Rand no es más que una distopia, lo cierto es que, en la práctica, España tiene cada vez menos empresarios, menos autónomos y menos inversión, de modo que las medidas defensivas que ha tomado Ferrovial no son más que la respuesta más visible del repliegue que está dando ese 6,5% de la ciudadanía española que, hasta ahora, ha venido viviendo de su trabajo por cuenta propia.

Detrás de ese 6,5% al que aludo hay 3,1 millones de personas, cuya operativa soporta 13,8 millones de puestos de trabajo y genera la base de recursos con la que se sufraga el gasto público: sueldos, obras, servicios, pensiones… Quienes se dedican a satanizar a esa pequeña base de productos harían bien en interesarse por su realidad cotidiana, entender los problemas que lastran su operativa y dejarse de discursos anticapitalistas más propios de la caverna ideológica marxista. Sin el 6,5% de los españoles dedicados a la actividad empresarial y al trabajo autónomo, ¿qué haría el 93,5% restante? ¿Cómo se generaría el empleo privado, cómo financiaríamos el sector público, cómo se pagarían las pensiones?

España no es, de hecho, un caso aislado. En Estados Unidos hay 2 millones de patentes activas, pero solo el 5% tiene viabilidad comercial. Es difícil inventar y más difícil aún innovar y llevar las mejoras al mercado. De igual modo, solo el 5% de la población del país norteamericano participa en actividades de innovación empresarial. Además, la esperanza de vida media de sus empresas no llega a 5 años.

Como vemos, los grupos de población sobre los que descansan el progreso y la riqueza de las sociedades occidentales son pequeños y están muy concentrados. Si seguimos socavando el estatus social y las circunstancias económicas de esta élite creadora, el empobrecimiento que venimos lamentando se va a profundizar y acelerar.

Tomemos nota de los hallazgos de pensadores como Deirdre McCloskey o Antonio Escohotado: el respeto, la tolerancia y la aceptación de la empresarialidad fueron vitales para el gran enriquecimiento que hemos vivido en los dos últimos siglos, de modo que debemos condenar, denunciar y perseguir la mentalidad de los enemigos del comercio que solo propagan envidia social.

 

Diego Sánchez de la Cruz es director de Foro Regulación Inteligente, investigador asociado del Instituto de Estudios Económicos, analista en medios de comunicación, profesor universitario, escritor y traductor de libros de divulgación económica y miembro del CDC.

 

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«PENSANDO EN VOZ ALTA» DE AVIZOR: LAS PENSIONES DE BALDOMERA ESTADO

Baldomera Larra, (1833-1915) hija del célebre escritor Mariano José de Larra, se hizo célebre como la pionera en crear una estafa financiera de tipo piramidal que, posteriormente, reprodujeron Ponzi y Madoff. Esa estafa consiste en recibir depósitos de dinero que son generosamente remunerados detrayendo esa remuneración de los propios depósitos, lo que comporta la obtención de elevados réditos a corto plazo a cambio de la pérdida del capital a medio plazo.

En la práctica, es un sistema que promete convertir el ahorro en una inversión muy rentable y lo que realmente lleva a cabo es una redistribución del ahorro convirtiéndolo en gasto, lo que conduce inexorablemente al colapso del sistema en el medio plazo. Pues bien, el sistema público de pensiones en su modalidad de reparto, vigente en España, no es más que un sistema de estafa piramidal en el que Baldomera es el Estado, que capta fondos de la población activa para su redistribución como pensiones de la población jubilada. La diferencia entre Baldomera y el Estado estriba en que este actúa de forma coercitiva impidiendo a los forzosos participantes su salida del sistema, lo que conlleva el aplazamiento del inevitable colapso desde el medio al largo plazo.

Ese sistema de reparto, en el que la población activa actual paga sus pensiones a la población jubilada actual, implica que el ahorro se convierta automáticamente en gasto y no en inversión, lo que compromete el aseguramiento de las futuras pensiones de la actual población activa. Muy al contrario, si lo actuales cotizantes forzosos del sistema de reparto pudieran optar por un sistema de capitalización personalizado, ese ahorro pasaría directamente a inversión, lo que comportaría el asegurar sus futuras pensiones mediante la capitalización de esa inversión a lo largo de su vida activa. Si algún día la clase política española optase por aplicar un sistema de pensiones mixto, reparto más capitalización, no necesitaría utilizar la burda estrategia populista de asegurar reiteradamente la sostenibilidad de un sistema piramidal que por su propia dinámica está condenado al colapso.

 

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