EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS – 06 DE JUNIO DE 2023 – GABRIEL LE SENNE – HUMANAE VITAE: LIBERTAD Y NATURALEZA HUMANA
Estimados amigos,
Esta semana escribe para el Centro Gabriel Le Senne con un gran análisis sobre Humanae Vitae.
Compartimos también un artículo fantástico de Manuel Chaure sobre las Encuestas y la propaganda electoral.
Y cerramos con una breve y certera reflexión de Avizor sobre el Estado de bienestar y la Familia.
Les informamos que ya está en nuestro canal de YouTube el VÍDEO del Acto del pasado día 22 de mayo con Alex Chafuen, María Blanco y León Gómez Rivas sobre el origen del Liberalismo en España.
I. ‘HUMANAE VITAE’ VISTA POR EL CARDENAL LADARIA: LIBERTAD Y NATURALEZA HUMANA
La Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune organizó un congreso en Roma titulado ‘Humanae Vitae, la audacia de una encíclica sobre la sexualidad y la procreación’. Uno de los ponentes fue el mallorquín Luis Ladaria, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y compañero de curso de mi padre —comprenderán que no podía evitar mencionarlo: mi padre suele leerme.
El cardenal Ladaria realiza en su ponencia unas profundas reflexiones que no podemos dejar pasar sin comentar en el Centro Diego de Covarrubias, por cuanto afectan al núcleo del concepto de libertad y su relación con problemas tristemente actuales, pues los principios que enuncia la encíclica no sólo son de aplicación a la anticoncepción, como es ampliamente conocido, sino, afirma Ladaria, también a nuevas ideologías como la de género o el transhumanismo.
Tras todos estos problemas subyace, explica Ladaria, «una antropología dualista que tiende a considerar el cuerpo como un instrumento y no como una realidad personal». La expresión «Mi cuerpo me pertenece», por ejemplo, recoge ese carácter instrumental del cuerpo, ese dualismo, donde «el cuerpo queda reducido a pura materialidad y, por tanto, a objeto susceptible de manipulación».
Esta contemplación del propio cuerpo como una cosa, en cierta medida ajena, como una casa donde residimos, en lugar de como una parte constitutiva y esencial de nuestro propio ser, trae serias consecuencias. La primera, ya muy comentada el último medio siglo, es la banalización de las relaciones sexuales: se consideran como algo sin importancia y se disocian sus dos fines, unitivo y procreador.
De ahí se derivan consecuencias como la grave falta de natalidad en los países desarrollados o el enorme número de abortos, pero también las técnicas de reproducción asistida. Escribe Ladaria a este respecto: «Primero se aceptó una sexualidad sin niños y después se aceptó producir niños sin el acto sexual. La vida, fabricada, ya no se considera, por sí misma, como «don», sino como «producto» y pasa a ser valorada en función de su utilidad. Esta utilidad, medida en funciones concretas, es lo que se denomina ahora «calidad de vida». La calidad de vida se convierte así en un concepto discriminante entre vidas dignas de ser vividas y vidas indignas y que, por lo tanto, pueden ser suprimidas.»
Es decir, que de la banalización de la sexualidad hemos pasado a la banalización de la reproducción, para a continuación banalizar la propia vida, al propio ser humano —situado ahora al nivel de los animales por el animalismo antiespecista, podríamos añadir—. De ahí su valoración de acuerdo a criterios utilitaristas. En definitiva, el propio cuerpo, y con él, la propia vida, es según este pensamiento un objeto del que podemos disponer.
«Es la exaltación de la libertad, sin relación con la verdad», dice Ladaria: la exaltación del deseo y la voluntad como únicos parámetros, aunque conduzcan a decisiones arbitrarias. «Mi deseo es la ley», como escribe Grégor Puppinck. Por eso «la continuación de la frase «Mi cuerpo me pertenece» será… «y hago con él lo que quiero»», sigue Ladaria. El propio cuerpo humano puede verse, en este contexto, como un obstáculo, como un límite a la realización del deseo.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con la ideología de género, que niega que la identidad de la persona esté relacionada con su cuerpo biológico. La persona —¡el niño!— puede sentirse ‘en un cuerpo equivocado’, y en tal caso procede su modificación, incluso mediante la amputación de órganos sanos causando la esterilidad irreparable, entre muchos otros problemas. Al mismo tiempo, y en flagrante contradicción con lo anterior, se pretende ignorar el dimorfismo sexual propio de nuestra especie: se asegura que las diferencias entre varón y mujer son simples construcciones sociales, sin que el cuerpo tenga ninguna importancia, pese a que las diferencias son completamente aparentes y en llamado ‘cambio de sexo’ se afanan por imitarlas.
De la misma manera, continúa Ladaria, «en el transhumanismo, la persona queda reducida a su mente, o mejor dicho, a sus conexiones neuronales como soporte de su singularidad. La singularidad es ahora la esencia de la persona, sin el cuerpo, que la identifica y que puede ser transferida a otro cuerpo humano, a un cuerpo animal, a un cyborg o a un simple archivo de memoria. En esta antropología, el cyborg aparece como su realización plena. A través del cyborg se alcanzará la verdadera emancipación biológica: porque posibilitará la construcción del cuerpo y del sexo a través de la biotecnología; porque el cyborg permite un mundo sin reproducción humana sexual; un mundo sin maternidad, sueño del feminismo radical».
Todas estas ideologías, nos dice Ladaria, coindicen en «ver en la naturaleza una amenaza a la libertad». La única respuesta posible frente a ellas pasa por «el redescubrimiento de una antropología integral de la persona, como proponía Humanae vitae, como unidad de cuerpo y alma; una antropología capaz de comprender la plenitud de la libertad en la integración con la naturaleza humana».
Ni la naturaleza humana ni nuestro cuerpo, en conclusión, son límites ni obstáculos para la libertad, sino el escenario de partida que nos es dado para su ejercicio. Es lógico, obviamente, intentar sanar enfermedades y emplear los instrumentos y técnicas disponibles para mejorar nuestras capacidades, pero no el modificar o emplear nuestro cuerpo o el de los demás de modo arbitrario, temerario o contrario a la dignidad de todo ser humano.
Gabriel Le Senne
Abogado. Licenciado en Derecho, Administración y Dirección de Empresas por ICADE. Master en Asesoría Jurídica de Empresas por el IE. Es miembro y articulista del Centro Diego de Covarrubias, y autor del ensayo «Dios nos hizo libres».
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II. ENCUESTAS Y PROPAGANDA
En el año 1951 el psicólogo norteamericano Solomon Asch realizó un experimento de psicología social con el fin de determinar en qué medida una opinión mayoritaria ejerce una influencia sobre el juicio individual (el llamado experimento de conformidad).
Este experimento tiene como objetivo estudiar en qué condiciones las personas, dentro de un grupo humano, dejan de ser independientes en sus juicios y se someten al dictado de las opiniones mayoritarias del grupo, aunque éstas no correspondan a la realidad percibida.
El experimento es de realización muy sencilla y consiste en pedir a unos estudiantes que participen en una prueba de capacidad visual, consistente en presentarles dos cartulinas. Una de ellas tiene dibujada una raya y la otra tres de diferentes longitudes, de las que una de ellas es coincidente con la de la otra cartulina. Se pide a los reunidos, en número de 7 u 8, que digan cual de las tres rayas tiene la misma longitud que la que está en la otra cartulina. La secuencia experimental es de unos quince ensayos para cada grupo.
El sujeto de la experimentación es sólo uno, que es colocado de manera que sea el último en opinar, por lo que antes de dar su respuesta tiene que oír las de los demás participantes, que actúan al dictado de los experimentadores para dar respuestas equivocadas, atribuyendo la igualdad de longitud a una raya que no la tiene. En las dos o tres primeras pruebas todos daban la respuesta correcta, pero a partir de la siguiente los participantes colaboradores del experimentador comenzaban sistemáticamente a dar una respuesta equivocada pero idéntica.
El sujeto experimental comenzaba a mostrar un cierto desconcierto pero continuaba dando una respuesta acertada mientras los demás señalaban de manera unánime a una de las rayas diferentes.
Al avanzar la prueba, muchos de los sujetos comenzaban a seguir la opinión de los otros y terminaban declarando como correcta su elección errónea hasta un sorprendente porcentaje del 36.8%. Cuando los participantes decían la verdad de lo percibido el sujeto experimental coincidía con ellos.
El experimento mostró la fuerza de la opinión ajena sobre la propia en función del número de opinadores y pareció indicar que, en el transcurso de la prueba, el sujeto experimentaba una disonancia cognitiva que resolvía a favor de las pruebas falsas, probablemente por temor a obtener un indeseado rechazo social dentro del grupo de pertenencia.
No hace mucho, una Ministra del Gobierno de España declaró una determinada acción política para el beneficio de las clases medias y las clases trabajadoras, como si fueran conjuntos disjuntos, siendo así que las primeras están básicamente constituidas por las segundas, y los trabajadores son los componentes de las clases medias. Es una estratagema verbal para reforzar un argumento de opinión mayoritaria, ensanchando de modo aparente la base social que lo legitima por la fuerza del número de personas que se supone forman las dos clases.
La falacia implícita es que hay más personas en dos clases que en una, aunque en este caso ambas clases sean la misma.
En España, y con mayor intensidad en los periodos electorales, se realizan numerosas encuestas que tratan de medir el posible resultado de unas elecciones si se celebraran en el momento en que se realiza cada encuesta. El objetivo declarado es informar a la opinión pública sobre el grado de aceptación social de las diferentes opciones políticas.
La representatividad de las encuestas está condicionada por numerosas variables, como son la elección de la población «target», su localización en el universo encuestal previsto, su número, su selección posible en determinadas capas sociales, etc,
Su diseño puede contener sesgos programados por su autor a fin de obtener unos resultados previamente determinados.
Por su parte, la posible manipulación de los resultados encuestales en favor numérico de algún partido es un modo de empujar al ciudadano a votar a la mayoría que muestra la encuesta. Es una forma de propaganda encubierta.
Además de este aspecto propagandístico orientado principalmente a sus no votantes, también contiene un refuerzo dirigido a sus propios votantes, que consolidan su afección política mediante el llamado sesgo de confirmación. La tentación de la manipulación de las encuestas está servida.
En España, las encuestas oficiales (CIS) suelen diferir bastante de las que hacen empresas privadas a petición de instituciones diversas. Cuando ya se han celebrado las elecciones se comprueba que el CIS se ha equivocado mucho.
¿De verdad se ha equivocado?
¿Podemos empezar a contemplar las encuestas con otra mirada?
Manuel Chaure Vallejo
Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Diplomado en el Programa de Alta Dirección de Empresas (PADE) del Instituto de Estudios Superiores de Empresa (IESE). Es miembro del Centro Diego de Covarrubias y autor del cuaderno del CDC: Lenguaje, Sociedad y Política. y del libro ‘Un asalto a la inteligencia. La creatividad»
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III. EL ESTADO DE BIENESTAR Y LA FAMILIA
La creciente debilidad de la institución familiar, derivada del colapso ético y demográfico, ya no es factible paliarla a través de un Estado de bienestar que da claras señales de agotamiento y que, en buena medida, ha coadyuvado a ese colapso trasladando responsabilidades individuales a competencias del Estado.
Cuando en un próximo futuro, la drástica reducción de la red de protección familiar y el envejecimiento de la población se sumen a la inevitable quiebra del sistema asistencial público, las inevitables secuelas de regresión, en todos los órdenes, pondrán punto y final a nuestro sistema de convivencia en libertad, ya actualmente socavado por la redundancia liberticida del colectivismo y del globalismo.
Avizor
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