¿POR QUÉ EL SOCIALISMO NO ES INTELECTUAL? – JOSÉ AMENGUAL
EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS DEL 12 DE DICIEMBRE DE 2024
El socialismo se construye desde lo colectivo a lo individual, tratando de uniformizar lo que por naturaleza es distinto, desarrollando un proceso de reduccionismo inductivo propio de un pensamiento primario.Esa concepción antropológica nace en sociedades en las que se clasificaba a las personas por su pertenencia a un determinado colectivo, ya fuera por razón de sexo, raza, casta, credo o hábitat geográfico. En la Grecia clásica, un “demos” mayoritario, la ciudadanía pasiva, se contraponía a un minoritario “laos”, la ciudadanía militante, en la que destacaba una élite intelectual que menospreciaba al “demos” dedicado a la actividad manual. En esas sociedades estamentales y muy jerarquizadas, la producción artesanal de bienes y su comercio estaban en manos de un “demos” guiado por un interés fundamentalmente pecuniario, claramente diferenciado del interés intelectual de la élite instruida. Esa primitiva cosmovisión reduccionista era el esperable resultado de unos planteamientos filosóficos generados por una sociedad con una cultura, una ciencia y una tecnología incipientes.
Han sido el cristianismo y el conocimiento filosófico y científico posteriores los que han aportado la consideración y la evidencia de la naturaleza única e irrepetible de cada ser humano y de su capacidad de interacción en sociedad, factores determinantes en la conformación y evolución de un colectivo, ya sea cultural, político o económico. En oposición al socialismo, la cosmovisión liberal construye lo colectivo desde lo individual y su interacción social, compatibilizando la filosofía con las ciencias y adjudicando al “demos” la oportunidad de integrar el “laos”, dando lugar a la sociedad moderna. El mantenimiento, a día de hoy, de la cosmovisión socialista es un anacronismo carente de rigor intelectual, que ya transformada en ideología política es incompatible con el grado actual de complejidad y diversidad alcanzado en la sociedad contemporánea. Con el fin de ocultar esa radical contradicción entre ideario y realidad, las oligarquías del autoritarismo han desarrollado una pantalla semántica de perversión del lenguaje, en la que se califica de progresista lo que es, en realidad, un rancio inmovilismo incapaz de asumir el progreso filosófico y científico actuales.
Esa anacrónica cosmovisión socialista está renaciendo con el constructo autoritario del posmodernismo, que constituye un proyecto de involución cultural, social y económica en toda regla, impulsado por el movimiento woke, que nos retrotrae a la primitiva segregación por colectivos. Para alcanzar ese objetivo de retroceso generalizado, los frontales adversarios del movimiento posmoderno son la dignidad ontológica de la persona, su individualidad y su libertad como concepto indivisible, que comprende todas las libertades individuales y sociales, incluyendo el libre mercado, instrumento indispensable para que el progreso individual se traduzca en el progreso de toda la sociedad. En la actualidad, los intelectuales han asumido la constatación científica de que la identidad esencial es la individual y que las identidades colectivas son circunstanciales, por lo que cualquier intento de invertir esa ecuación responde a planteamientos meramente ideológicos y retrógrados, ajenos a la praxis intelectual.
José Amengual Soria
Ingeniero Industrial, especialidad de Organización y Diplomado
en Humanidades. Vicepresidente del Centro Diego de Covarrubias.
Nota: Dedicado al maestro de liberales, Jesús Huerta de Soto, quien me inspiró este artículo