EN VIGILIA POR LA LIBERTAD – P. JOSÉ CARLOS MARTÍN DE LA HOZ

EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS DEL 26 DE DICIEMBRE DE 2023

Queridos amigos,

¡Muy feliz Navidad y nuevo año 2024!
Con nuestros mejores deseos de salud, justicia, verdad y libertad, os dejamos este gran artículo del Padre José Carlos Martín de la Hoz sobre la Navidad, la Verdad y la Libertad que se nos regala.

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EN VIGILIA POR LA LIBERTAD

La Navidad nos ha vuelto a resaltar, con sus luces, árboles, nacimientos, regalos y siempre mucho colorido, que un año más, los cristianos de todas las latitudes no nos hemos acostumbrado al gran misterio de la historia: “El Verbo se hizo carne y vivió entre nosotros” (Io 1, 14). Dios mismo ha querido tomar la naturaleza humana y unirla a la naturaleza divina en la persona del Hijo de Dios para poder llevar a cabo de una vez para siempre la obra de la redención del género humano.

Es más, el espléndido alumbrado de las calles ha hermoseado nuestras grandes ciudades invitándonos a pasear a la caída de la tarde, a la vuelta del trabajo o los fines de semana, disfrutando de la amistad y de la familia.

Como solía afirmar el prof. Dr. D. José Javier López Jacoisti, catedrático eminente de Derecho Civil, Notario y Fundador de la UNED, formado en el derecho foral y en la ciencia jurídica germana: “el aire de la ciudad hace libre al hombre”. Es decir, en las megalópolis el hombre contemporáneo se siente muy a gusto, vive la libertad en plenitud.

De hecho, san Juan Pablo II afirmaba al comienzo de la Exhortación apostólica “Tertio milenio ineunte”, con la que invitaba al hombre a vivir el jubileo del nuevo siglo, que la historia de la humanidad se dividía en dos: antes de la llegada de Jesucristo, el hombre buscaba a tientas a Dios. Después de la venida de Cristo, es Dios el que busca a cada uno de los hombres (Roma, 10.XI.1994, n.1).

En efecto, Jesucristo sale a nuestro encuentro cada día y muchas veces al día, pero de una manera especial lo hace cada año por Navidad y nos invita a una vida de relación personal, íntima y confiada. Como afirmaba Benedicto XVI en la Encíclica “Deus Caritas est”: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Io 4, 16). Enseguida, añadirá: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Roma, 25.XII. 2005, n.1).

Indudablemente, Dios respecta la libertad puesto que la piedra da gloria a Dios siendo piedra, el vegetal creciendo y adornando, el animal pululando y el hombre dando gloria a Dios amándole a Él y por Él a los demás. Incluso podemos añadir que la felicidad es la íntima convicción de estar haciendo libremente la voluntad de Dios.

Precisamente, porque el hombre no puede dar gloria a Dios sin libertad, y porque el hombre da gloria a Dios por el amor, es fundamental entender en profundidad el don de la libertad del que hemos sido dotados y pelear denodadamente toda nuestra vida por mantenerlo incólume y encendido.

Cuántas veces en estos años nuestros contemporáneos nos han preguntado inquietos acerca de qué sucederá, adonde vamos a llegar, y si estamos cerca del final. Es indudable que la libertad costosamente ganada en la transición y custodiada en la Constitución servirá de mecanismo de defensa para retomar el camino de avance en la construcción de una sociedad libre y solidaria.

Lógicamente, cuando hablamos de libertad no solo nos referimos a la capacidad de elección entre el bien y el mal, entre esto o aquello, entre la vida o la muerte, sino que, esencialmente hablamos de la energía de la libertad. Como afirmaba santo Tomás de Aquino sintetizando la filosofía perenne: “vis electiva mediorum servata ordine finis”. Es decir: La fuerza de elegir los medios en orden al último fin.

Ahora estamos en condiciones de entender que la verdad es conformadora de la libertad, la encauza y la lleva a su plenitud. Verdad y libertad, son en la encíclica aludida conceptos claves para entender el misterio de la encarnación con el que arrancábamos estas líneas. En efecto, Jesucristo es “camino, Verdad y Vida” (Io, 14,6), puesto que hacía la vida en Cristo hemos de dirigir la energía de nuestra libertad.

El pensador y ensayista italiano, Pietro Del Soldá, ha editado en castellano uno de sus más célebres ensayos que gira alrededor del concepto de aventura y que ha sido elaborado primorosamente sobre la base de literatura griega más clásica, uniendo de este modo lo nuevo y lo antiguo acerca de un tema de siempre.

Indudablemente, es un reto redactar para el hombre de nuestro tiempo un ensayo sobre la filosofía de la aventura cuando parece que los hombres de nuestro tiempo solo deseamos realmente la situación más cómoda y pensar en otra cosa distinta que en los problemas o preocupaciones.

Lógicamente, el éxito de este ensayo radica, en primer lugar, en la vuelta a la literatura y a los temas clásicos, pues tocan el fondo del alma de los hombres de todos los tiempos y, desde luego, porque hoy como ayer, hay muchas personas inquietas que se rebelan ante la rutina y los análisis paralizantes. El hilo conductor de las narraciones de la literatura griega que nuestro ensayista trae para plantear la aventura y la filosofía de la aventura, está en el rico concepto de libertad que maneja y, sobre todo, en la fuente inagotable de deseos de llegar a nuevas soluciones ante los retos de nuestro tiempo.

Hemos de velar siempre por la libertad, tanto en los momentos en los que los demócratas de nuestro tiempo adopten soluciones que coarten la libertad, como en la elección de la propia energía de la libertad. No hay más límite para la libertad que la verdad, pues la verdad es encauzadora de la libertad y nunca actúa en menoscabo de ella: “los griegos son difíciles de batir por que luchan por la libertad” (83).

Ahora bien, el profesor Del Solá nos dirá que poseer el poder no significa que la libertad personal propia o ajena esté en peligro, puesto que “no hay libertad sin poder, ni poder sin libertad” (111).

Las aparentes disyuntivas que se pueden dar entre estos conceptos, las resolvió san Agustín hace muchos siglos recordando que ejercer la autoridad significa una actitud de servicio al bien común que puede no corresponder con la sumatoria del “aparente bien de los individuos” sino llevarlos a un bien común mucho más alto y más duradero y profundo.

 

José Carlos Martín de la Hoz
Doctor en Teología. Profesor universitario.
Miembro de la Academia de Historia Eclesiástica. Asesor de la Conferencia Episcopal Española.

 

Pietro Del Soldá, La vida fuera de uno mismo. Una filosofía de la aventura, Tusquets, Barcelona 2023, 313 pp.

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