SOCIALISMO Y SECESIONISMO: DOS PROYECTOS CONVERGENTES Y UNA ESTRATEGIA COMPARTIDA – AVIZOR
EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS DEL 07 DE MAYO DE 2024
El proyecto político del PSOE, socialista y el de ETA, comunista, comparten raíces totalitarias y federalistas. La radical diferencia entre ambos proyectos estriba en que el PSOE abandonó la lucha armada a partir de 1939, cuando fue derrotado en la Guerra Civil, incorporándose plenamente a la democracia surgida del proceso constituyente de la Transición, mientras que ETA mantuvo su actividad terrorista desde su creación en 1959 hasta 2011, más de medio siglo perpetrando atentados criminales dirigidos a socavar el régimen democrático nacido de la reconciliación y el consenso asumidos por la inmensa mayoría de los españoles. Resultado de esos posicionamientos, totalmente enfrentados, respecto de la democracia española, ETA asesinó a doce miembros del PSOE entre 1979 y 2008.
Desde 2001, de forma discreta y a partir de 2004, de forma patente, el PSOE realiza un dramático giro en su estrategia ideológica y política con el objetivo de recuperar el poder político que había perdido entre 1996 y 2004 con las dos legislaturas del Partido Popular en el Gobierno, que tenía visos de continuar durante cuatro años más. El PSOE había disfrutado desde 1982 a 1996 de cuatro legislaturas continuadas en el gobierno. Cuando un partido político se convierte en una estructura clientelar piramidal, tanto interna como externa, su principal objetivo es mantenerse en el poder afianzándose en las instituciones mediante el reforzamiento y la ampliación de esas redes clientelares. A esa tendencia, propia de la dinámica partidista, el PSOE añade el convencimiento de la superioridad moral de la izquierda progresista, fruto de su hegemonía cultural de los últimos cincuenta años, condiciones ambas que han propiciado su proyecto de una autocracia de izquierdas, en detrimento de la democracia pluralista y representativa.
A partir del citado giro estratégico antidemocrático, el nuevo proyecto autoritario del PSOE y el proyecto totalitario de ETA convergen en el llamado “Proceso de Paz”, un acuerdo reservado en su fondo y público en su forma, por el que ETA abandonaba su actividad terrorista a cambio de su participación política institucional de la mano del PSOE. En 2011, el Tribunal Constitucional revoca la anulación que había efectuado el Tribunal Supremo de las listas electorales de Bildu, brazo político de ETA. Ambas formaciones políticas encabezan un nuevo “Frente Popular” que se autodenomina “frente progresista”, que incluye pactos de gobierno y se articula mediante un autoritarismo populista, revestido de identitarismo colectivista, clientelismo, ecologismo y globalismo, constituyendo un frente antidemocrático que, encabezado por PSOE+ETA, integra a los proyectos supremacistas y federalistas vasco (PNV) y catalán (ERC y JUNTS).
En la actualidad, tras dos décadas de frentismo político, el PSOE ha logrado colonizar gran parte de las instituciones de control y fiscalización del poder político, es decir, de todos aquellos contrapoderes independientes que conforman un sistema democrático y se ha infiltrado en las organizaciones clave de la actividad económica y de la sociedad civil, a la vez que introducía una legislación destinada a implementar un radical proceso de ingeniería social, legislación que ha sido asumida por el Partido Popular. Con esos mimbres autoritarios, a partir de 2018, cuando accede al Gobierno de la Nación, el PSOE desarrolla una política de asalto al régimen democrático para transformarlo en un régimen autocrático que se perpetúe indefinidamente, proceso que se pretende culminar a lo largo de la presente legislatura.
El PSOE y el Partido Popular han colaborado de forma encubierta o pública en la aplicación de medidas destinadas a facilitar el tránsito de ETA desde el terrorismo a la actividad política institucional, asumiendo que ETA no condenase su acción terrorista y que no colaborase en el esclarecimiento de sus 379 crímenes sin resolver. Finalmente, ETA ha impuesto al PSOE su relato, en el que los verdugos terroristas se convierten en “víctimas del conflicto entre el País Vasco y el Estado opresor” y las víctimas del terrorismo se reducen al dolor de la esfera personal. Esa vergonzosa claudicación ante el totalitarismo secesionista de ETA, que ha debilitado dramáticamente la Nación española, unida al beligerante secesionismo federalista del actual “frente popular” en el poder institucional, ha situado a España en la antesala de su desintegración en nacionalidades regionales.
Actualmente, tras la delirante maniobra victimista protagonizada por Pedro Sánchez para intentar justificar la puesta en marcha del golpe de gracia al régimen democrático y al estado de Derecho, un golpe que califica cínicamente de “regeneración democrática”, se empieza a dibujar con nitidez una situación abiertamente contradictoria para el PSOE entre autocracia nacional y federalismo regionalista. De completarse esa estrategia política, el PSOE acabaría siendo una fuerza anecdótica en los feudos del nacionalismo regionalista e irrelevante en un residual poder político federal, por lo que ambos proyectos, el autocrático y el federalista son incompatibles entre sí para el PSOE.
En las elecciones vascas del pasado 21 de abril, esa tendencia a la hegemonía nacionalista se ha confirmado al empatar con 27 escaños PNV y Bildu, sumando 54 escaños frente a 12 del PSOE, siendo la mayoría absoluta de 38 escaños. El pacto de gobierno entre PNV y PSOE es el salvoconducto de ambas fuerzas para el proceso de transición de ambas a la materialización del proyecto nacionalista de la Euskal Herría vasco-navarra.
En las elecciones catalanas del próximo 12 de mayo la citada tendencia a la hegemonía nacionalista está matizada por un considerable voto de izquierdas catalanistas y no nacionalistas, que nutría a Ciudadanos y al PSC, lo que se recoge así en las encuestas por número de escaños: PSC » 40, Junts » 30, ERC» 28, CUP »6, estando la mayoría absoluta en 68 escaños. Ante tan endiablado panorama se abre un amplio abanico de posibilidades, pero la batalla por encabezar el secesionismo entre ERC y Junts, inclinan la balanza al acuerdo entre PSC y ERC, que podrían alcanzar una escuálida mayoría absoluta, a la espera de una improbable amnistía y de un referéndum disfrazado.
Las graves consecuencias de esa irracional y perversa estrategia política están siendo la dramática involución desde la democracia a la autocracia y el creciente enfrentamiento entre españoles. Ante tamaña amenaza a la convivencia en libertad e igualdad de todos los españoles, urge la defensa de nuestra democracia con todos los instrumentos constitucionales que ésta nos brinda.
Avizor
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