FRANCO, LA MOTOSIERRA «AVANT LA LETTRE» – ALEJANDRO MACARRÓN – ABRIL DE 2025

EL SEMANAL DEL COVARRUBIAS DEL 01 DE ABRIL DE 2025

 

“Fíjense solo en cuánto gasta el Estado, porque eso son los impuestos. Vds. lo pagan con impuestos explícitos, con inflación (impuesto encubierto) o con más deuda (impuesto diferido)”.[1]
(Milton Friedman, Premio Nobel de Economía)

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
(Francisco de Quevedo y Villegas. Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita al Conde-Duque de Olivares)

 

Francisco Franco no fue precisamente un “liberal”, ni consideraba positivo para España el liberalismo. Y sin embargo, en varios de los principios esenciales del liberalismo económico, fue mucho más liberal que la inmensa mayoría de los políticos de las democracias liberales occidentales de las últimas décadas, y no digamos de España: santo temor al déficit y a la deuda pública, austeridad en el gasto público, impuestos bajos, respeto a la propiedad privada (que solo se da a medias, o de boquilla, cuando los tipos fiscales son elevados, o cuando se grava el patrimonio de las personas, ya sea financiero o inmobiliario)…

En 1975, el gasto público en España equivalió al 18,8% del PIB[2]. En 2023 fue el 45,4%. Por lo tanto, a un trabajador español promedio, si en 1975 le quedaba para sí el 81,2% de lo que ganaba antes de impuestos más cargas equivalentes presentes y futuras, en 2023 le quedó solo un 54,6%. ¡La parte que le queda neta de impuestos de todo tipo, ceteris paribus, ahora, es un 33% menos! O dicho de otro modo: los españoles de ahora ganarían casi un 50% más después de impuestos con la fiscalidad de hace medio siglo. La deuda pública a finales de 1975 era del 7% del PIB, partiendo de un nivel en el entorno del 100% a principios del franquismo, como consecuencia de la guerra civil: 93% menos en 36 años. A finales de 2023, era del 105,1% del PIB -un nivel peligrosísimo en caso de subida de los tipos de interés, y que incluso con tipos bajos consume ya un porcentaje apreciable de la riqueza que se produce en España-, 98% más en 48 años. ¡De la austeridad motosiérrica franquista, a la liberalidad manirrota, con dinero de los españoles presentes y futuros, del posfranquismo! (liberalidad en el sentido de una de las N acepciones del término “liberal” en el DRAE: Que se comporta o actúa de una manera alejada de modelos estrictos o rigurosos).

¿Qué explicaría un incremento tan descomunal de gasto público, y con ello de impuestos y deuda pública, desde 1975 hasta nuestros días?:

-Un Estado hipertrofiado por gasto masivo en compra de votos y redes clientelares, plagado de ineficiencias estructurales por gollerías político-administrativas como el sistema autonómico[3], con demasiados políticos mediocres en puestos clave y con gran exceso de empleados públicos, que podría estar en el entorno de 1,5 millones de más, y costar al contribuyente no menos de 70.000 millones de euros al año[4]. Entre el tercer trimestre de 1976 y el último de 2024, según la EPA, el número de ocupados en el sector privado creció un 55%, y en el sector público lo hizo un 165%, en unas décadas en las que la informatización de procesos ha aumentado enormemente la productividad en muchas de las actividades típicas de la administración pública (por ejemplo, las de recaudación de impuestos).

-Una gran masa crónica de parados, por trabas y lastres a la actividad económica privada desde la administración (sobrecostes energéticos y trabas a la explotación de recursos naturales por fanatismo ecologista, las altas cargas fiscales y de SS que soportan las empresas, exceso de regulaciones innecesarias, rupturas de la unidad de mercado por normativas autonómicas desiguales y a menudo proteccionistas de lo local, etc.), y por la llegada masiva de inmigración innecesaria, a la que hay que mantener desde el Estado si no tiene empleo. En España no bajamos de cuatro millones reales de parados desde 2008, según nuestro análisis con microdatos de la EPA (entre parados “oficiales”, y gente que no tiene empleo, desea trabajar pero no buscó trabajo por cualquier causa en las cuatro semanas previas a ser entrevistada para la EPA), y pese a ello, de junio de 2015 a diciembre de 2024, llegaron a España 3,5 millones de inmigrantes netos adicionales. Es un disparate que solo se explica por la red de seguridad del Estado de Bienestar extendido de forma indefinida e incondicional, a cambio de nada, a todo el que reside en España. De ese disparate, por cierto, no son responsables los inmigrantes, que hacen muy bien en buscarse la vida aquí, sino los políticos que no controlan bien nuestras fronteras y les regalan medios de vida a costa del contribuyente -a ellos y a los españoles que prefieran vivir del subsidio a trabajar por no mucho más dinero-, los intelectuales y demás personajes públicos que apoyan este descontrol migratorio. Y en último término, también los ciudadanos que votan a esos políticos.

-El creciente gasto en pensiones y sanidad por el envejecimiento de la población, un problema amplificado en términos relativos por la caída de la natalidad desde 1977, y por el trato privilegiado a los pensionistas para comprar sus votos. Durante la Gran Recesión (2008 a 2014 en España), en medio de un gran sufrimiento económico para trabajadores y empresarios, con un Estado con déficits fiscales elevadísimos y grandes dificultades para financiarse, las pensiones ganaron poder adquisitivo, a costa de más deuda pública (y por tanto, más prima de riesgo) e impuestos[5].

-¿La mediocridad promedio de nuestra clase política actual, que coloca en las AAPP como gestores a demasiados políticos / enchufados con escasa calidad profesional para los puestos en los que recalan, cuando no a personas ideologizadas en un sentido contrario a lo necesario para gestionar bien la cosa pública?

¿Compensa a los españoles en el plano económico-material, por los servicios que les proporciona el Estado, que el gasto público y la deuda sean ahora mucho mayores, y que su sueldo les cunda 33% menos después de impuestos? En términos globales, salvo para muchos receptores netos de subsidios y prestaciones, o los colocados en empleos públicos innecesarios, aunque no todo sea blanco o negro, rotundamente no.

-En materia de seguridad y justicia, la primera razón de ser del Estado, hemos empeorado claramente: ahora hay mucha más inseguridad ciudadana, droga y narcotráfico, gente en las cárceles[6], delincuentes multirreincidentes en libertad pese a haber sido detenidos decenas de veces, y no digamos inmigración ilegal, que en 1975. Un delito sangrante y muy gravoso, fácilmente evitable y restañable, como la usurpación de viviendas (vulgo okupación), se da ahora de forma masiva por la lenidad de nuestras autoridades políticas y judiciales desde hace varias décadas con los delincuentes habitacionales. La justicia actual es tremendamente lenta. Curiosamente, en Defensa, con aquel Estado de 1975 mucho más austero, se gastaba más que ahora -aunque nada exorbitante tampoco entonces-, y en línea con lo que España lleva muchos años incumpliendo con la OTAN: el 2% del PIB.

-En materia de sanidad, hace 50 años, la esperanza de vida en España ya había superado la de países como Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido, Bélgica o Austria, tras aumentar mucho más rápidamente que la de los países más ricos de Occidente en las décadas previas. Desde 1975 hemos seguido mejorando en esperanza de vida, pero lo esencial de nuestro excelente sistema sanitario se hizo durante el franquismo, antes del cual estábamos muy por detrás de la Europa rica y EEUU en esperanza de vida[7].

-En educación, en 1975 ya había escolarización universal, se había erradicado el analfabetismo en las nuevas generaciones -partiendo de niveles aún muy altos en 1939, sobre todo en la mitad Sur de España-, y crecía continuamente el número de estudiantes universitarios -cada vez con más mujeres entre ellos-, con mayor nivel educativo que ahora. Y las universidades laborales del franquismo dieron formación y capacidad de ganarse posteriormente bien la vida a muchos españoles de clases humildes. Ahora hay más porcentaje de jóvenes que cursan estudios universitarios, pero en 1975 la situación en ese campo ya era muchísimo mejor que en décadas previas, y la tendencia en número de alumnos era de fuerte alza.

-En vivienda, el acceso era muchísimo más fácil para los jóvenes, que se emancipaban de media a los 25 años, frente a los 30 años de ahora. Y el Estado gastaba mucho más y mejor en construcción de vivienda social. Así, de 1972 a 1975 se construyeron de media 185.000 viviendas protegidas al año. En 2024, con 50% más población en España, 8.000 escasas. En 1978, en torno al 40% de los españoles residía en una vivienda de protección oficial construida en los 35 años previos, porcentaje que superaría ampliamente el 50% entre la mitad menos pudiente de la población, beneficiaria preferente de las viviendas protegidas.

-En desempleo, el Estado gastaba en 1975 mucho menos en subsidios a parados, porque apenas había: menos del 3% de paro al morir Franco[8], en contraste con el 17% de media de 1978 a 2023. Y la tasa de desempleo juvenil ahora es aún mayor que la global.

-En materia de natalidad y familia, el Estado gastaba bajo el franquismo muchísimo menos dinero en bajas maternales -y nada en paternales[9]-, pero las españolas tuvieron el triple de niños en 1975 y años anteriores que en 2023 (y contando hijos de inmigrantes, en total, nacieron más del doble de niños en España en 1975 que en 2023). En el franquismo, la Seguridad Social, en el Régimen General, daba una asignación mensual por cada hijo menor de 16 años y otra a la esposa (o al marido incapacitado para el trabajo), una asignación al contraer matrimonio, y otra al nacimiento de cada hijo.

-En infraestructuras públicas se han hecho muchas y muy buenas carreteras tras la muerte de Franco, líneas de tren de alta velocidad y de Metro/cercanías, nuevos aeropuertos -algunos, puro despilfarro, por carecer de uso- y ampliaciones de los ya existentes. Pero también se mejoró muchísimo la red de carreteras, ferroviaria, portuaria y aeroportuaria durante el franquismo -lo que llevó a Gonzalo Fernández de la Mora a hablar de “Estado de obras”-, y no digamos la red de embalses, dotando a España de muchísimas más reservas de agua que toda la capacidad construida desde tiempos de los romanos hasta la guerra civil. En 1936, había en toda España una capacidad de almacenamiento de agua en pantanos de 4.000 Hm3. Con el franquismo, incluyendo obras en curso a finales de 1975 y terminadas después, se llegó a 53.000 Hm3. Hoy hay 56.000 Hm3. También se hizo muchísimo en aquellos años en materia de repoblación forestal[10] y de infraestructuras de regadío. Sobre cómo se costearon las infraestructuras, ya hemos hablado de impuestos y deuda pública en cada período. Y los últimos 40 años, además, España ha recibido en torno a 100.000 millones de euros netos de fondos europeos para estos menesteres, por cero en el franquismo.

-En materia de lo que ahora llamamos “España vacía”, asunto sobre el que en la última década ha habido mucho “chau chau” pero apenas se ha hecho nada aparte de dar subvenciones, con el franquismo se crearon numerosos pueblos, dotados de infraestructuras -que incluían al menos un colegio y una iglesia- y casas por el Estado, para que fueran a vivir allí familias, y colonizar / explotar la tierra. Esto fue impulsado por el Instituto Nacional de Colonización, un organismo creado en España en octubre de 1939, dependiente del Ministerio de Agricultura.

-En pensiones, el Estado gasta mucho más ahora, por haber muchos más jubilados y con afán de compra de votos, si bien desde la muerte de Franco se ha ido recortando en sucesivas reformas el importe de las jubilaciones en relación a lo cotizado, ya que la inversión de la pirámide de población por el hundimiento de los nacimientos y la mejora de la esperanza de vida -sin que se haya retrasado la edad de jubilación apenas en relación al aumento de la esperanza de vida con buena salud, y a que ahora haya relativamente pocos empleos que entrañen un gran desgaste físico, en contraste con lo tradicional- no permite esquemas de cálculo para las pensiones tan favorables al jubilado como los del final del franquismo (entonces, pensiones basadas en los dos últimos años de cotización, que en general son los de máximo sueldo y cotizaciones del jubilado, frente a los 25 años actuales, con tendencia a que acabe siendo toda la vida laboral).

* * * * * *

Termino este artículo con una nota personal. De adolescente, con Franco aún vivo, participé en actividades privadas y públicas en pro de la democracia en España. Fui a diversas manifestaciones ilegales -con más miedo que vergüenza-, en las que éramos poca gente y salíamos corriendo a la primera sirena que oíamos de “los grises” (la Policía Armada). En una ocasión, recibí cinco porrazos en la cabeza de un “gris” en una manifestación en la Gran Vía madrileña, aunque no recuerdo haber sentido verdadero dolor, supongo que por la adrenalina del momento y/o la dureza de mi testa, y por tratarse de porras de goma flexibles. Fui detenido una vez por rojo y encañonado en la cabeza con una pistola por un “social” (la policía política de Franco), tras lo cual me dieron una tanda de puñetazos en la cabeza en la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol, parando los golpes cuando empecé a sangrar por la nariz. Y a mi abuelo materno, el capitán de Ingenieros Baudilio Larumbe, le depuraron del ejército como presunto rojo en 1943, con el daño que eso acarreó a la economía familiar, y el desprestigio social que le supuso. Con estos antecedentes personales, y siendo yo un demócrata convencido por querer -y creer en- la libertad política -y económica-, y también al churchilliano modo (no porque la democracia no carezca de grandes fallos intrínsecos, como suponer que el grueso del pueblo entiende sobre las cosas que vota, o que muchísimos votantes no son fácilmente manipulables y comprables, sino por no creer viable en nuestro tiempo un sistema político alternativo  estructuralmente mejor, con mecanismos pacíficos de recambio de malos gobernantes, y con crítica política libre), me avergüenza e indigna que, fuera de los temas de la política ideológica, la relación entre lo que nos cuesta el Estado a los contribuyentes y los resultados que su acción produce en la vida de los españoles comunes, fuera globalmente mucho mejor en 1975 que ahora. Es inadmisible, escandaloso, que haya tanto diferencial a peor. ¡No es eso, no es eso!

Para empeorar las cosas, ahora hay en España bastante menos libertad de expresión real que en 1977 y años subsiguientes, por la dictadura de la corrección política, por el delito de odio (un disparatado delito contra el pensamiento que podría acabar impidiendo cualquier crítica en público), por la inmersión lingüística en diversas partes de España, y por leyes ideológicas como las LGTBI, Trans y de Memoria Histórica/Democrática. También el poder judicial es mucho menos independiente del poder político que de 1979 a 1985. En la pandemia de covid-19 hubo enormes restricciones a la libertad personal de movimientos, algunas declaradas como ilegales a posteriori, siendo absurdas y arbitrarias muchas de las restricciones posteriores a las terroríficas 6 -7 semanas iniciales de la primera ola de la pandemia -de 15 de marzo a finales de abril-, en las que pudo estar plenamente justificado el confinamiento. Y ahora hay mucha menos igualdad ante la ley de hombres y mujeres, en detrimento de los hombres.

Paradójicamente, si el franquismo fue de más a menos en su carácter dictatorial/autoritario, desde el inicial Estado totalitario -así se autodefinía entonces- de 1939-1940 y las muchas ejecuciones de la época (muchísimas menos de lo que siempre se dijo desde la izquierda, y con numerosísimas conmutaciones de penas, como ha demostrado Miguel Platón en su simpar estudio sobre el asunto, “La represión de la posguerra”), a la dictablanda de los años 70[11], en el posfranquismo -con excepción desde el principio en el País Vasco, donde la ETA impidió que hubiera plena libertad, y provocó la salida neta de unas 180.000 personas por el clima irrespirable creado por los asesinatos, amenazas y extorsiones terroristas, sin que el Estado aplicase toda su fuerza, con la ley en la mano, para combatirlo-, se ha ido al revés. De la casi total libertad política y personal en España -salvo el País Vasco- en los años siguientes a 1977, a muchas restricciones reales a la libertad y mucha menos separación de poderes en la actualidad. Y en Cataluña, el País Vasco, Galicia, Baleares, y en parte en la Comunidad Valenciana, hemos pasado de postergar la lengua local con el franquismo a algo parecido pero al revés, postergando ahora el español, idioma universal también en esas CCAA, y mucho más útil globalmente para su gente que las lenguas locales. Y si al final del franquismo se suprimió la llamada “licencia marital” -autorización legal que necesitaban las mujeres casadas de sus maridos para poder realizar diversos actos de contenido jurídico y patrimonial-, desde la ley de Violencia de Género de 2004, aprobada por unanimidad en el parlamento, así como por otras leyes posteriores, en España el varón es inferior a la mujer ante la ley en determinadas situaciones, pese a la interdicción constitucional a la discriminación por razón de sexo.

Hago votos por que conservemos las libertades políticas de ahora -bueno, mejor aún, las que había en 1977 y años subsiguientes- y a la vez recuperemos al menos una gran parte de la motosierra avant la lettre en el gasto público -y su correlato en bajos impuestos- del franquismo, y la eficiencia de este en el gasto de dinero del contribuyente. Frente al falso dilema de Casto Méndez Núñez (“más vale honra sin barcos que barcos sin honra”), me quedo con el remedo que de él hizo el genial humorista catalán Jaume Perich -uno de tantos antifranquistas a los que les fue muy bien en el franquismo-, “más vale barcos con honra, que ni honra ni barcos”. Es decir, con que haya libertad política y económica, pero también un Estado austero que nos quite mucho menos dinero en impuestos que ahora. Y finalmente, pero no menos, más nos vale recuperar una buena parte de la natalidad y estabilidad familiar que había en el franquismo, o nuestra sociedad se irá al garete a la larga de forma irremisible[12], sufriendo el empobrecimiento afectivo y económico propios de una sociedad con pocos niños -muchos, sin hermanos-, mucha gente viviendo sola, una fuerza laboral menguante y envejecida, y un porcentaje creciente de población anciana.

 

Alejandro Macarrón Larumbe

Ingeniero y consultor empresarial. Responsable de Estudios y Análisis Sociales, y Coordinador del Observatorio Demográfico del CEU-CEFAS. Vicepresidente del Centro Diego de Covarrubias

 

NOTAS:


[1] La frase literal de Friedman es: “Keep your eye on one thing and one thing only: how much government is spending, because that’s the true tax. Every Budget is balanced. There is no such thing as an unbalanced federal Budget. You are paying for it. If you are not paying for it in the form of explicit taxes, you are paying indirectly in the form on inflation, or in the form of borrowing”
[2] Fuente: Datos Macro, del periódico económico “Expansión”.
[3] España tiene el mismo orden de magnitud en población y superficie de California y Texas, que carecen de una capa administrativa equivalente a nuestras autonomías, y el Estado español funcionaba sin ellas hasta hace 45 años. Curiosamente, cuando no tenían autonomía, las dos regiones decisivas para que se crease el modelo autonómico, el País Vasco y Cataluña, tenían mucha más pujanza económica relativa al resto de España, y no digamos vitalidad humana-demográfica. Y Madrid, la región de la que el resto de España se supone que deseaba descentralizarse, y en concreto Cataluña y el País Vasco, ha prosperado más en los últimos 45 años que la inmensa mayoría de las CCAA.

[4] En el informe de CEU-CEFAS: “Constitución y Familia, un principio fallido”, publicado en mayo de 2024, se estimaba en 1,5 millones el número de empleados públicos que sobrarían en España si hubiera ahora la misma proporción entre trabajadores del sector privado y público que en 1976 (8,4 a en T3-1976, por 4,9 a 1 en T4-2023 . Este enorme exceso de funcionarios y otros empleados públicos tendría un coste para el contribuyente de más de 70.000 millones de euros al año. Véase https://cefas.ceu.es/wp-content/uploads/Informe-CEFAS-CEU-7-FAMILIA-CONSTITUCION-May24.pdf

[5] De 2007 a 2014, el PIB se contrajo un 7% en dinero constante (y lo habría hecho muchísimo más si la deuda pública no hubiera aumentado en unos 650.000 millones de euros), y el desempleo se disparó, pero el gasto en pensiones contributivas creció un 51%.
[6] A la muerte de Franco había en España 8.440 reclusos en las cárceles, incluyendo algunos centenares de presos por delitos políticos, para una población total de España de casi 36 millones de personas. En 2024 la población carcelaria estaba en 55.000 personas, para una población total de España de 48,6 millones de personas (y apenas un 10% más de gente de 18 a 35 años, banda de edad en la que se comete el grueso de los delitos castigados con la cárcel, que en 1975), y sin que felizmente haya ahora presos políticos. Véase https://www.eldebate.com/espana/20240811/espana-tiene-hoy-policia-cada-200-espanoles_219486.html#:~:text=En%20las%20%C3%BAltimas%20d%C3%A9cadas%20la,hab%C3%ADan%20alcanzado%20los%2076.951%20presos.

[7] En 1950, la esperanza de vida en Estados Unidos era de 68,1 años, y en España, de 61,8 (6,3 años menos). En 1975, en Estados Unidos, era de 72,5 años, y en España, de 73,5 años: un año más que en la primera potencia mundial, partiendo de mucho menos 25 años antes. Fuente: ONU.

[8] El último ministro de trabajo de Franco, Fernando Suárez González, uno de los padres de la democratización de España como ponente en las Cortes en 1976 de la Ley para la Reforma Política, escribió en “Testigo Presencial”, su autobiografía: «(en 1975) El paro había pasado del 2,17% en abril al 2,48% en octubre, y mi pretensión era frenar ese incremento». ¡2,48% de paro! En todo el período constitucional, según la EPA, no ha habido en España un nivel de desempleo que no superase -y en general, por mucho- el triple de este porcentaje.  En el cuarto trimestre de 1978 ya tuvimos 7,6% de paro, por 7,1% en el trimestre anterior. En el pico de la burbuja inmobiliaria, con el mejor dato de paro de la EPA desde 1978, el desempleo bajó en el segundo trimestre de 2007 hasta 7,93%, aún más del triple que ese 2,48%.

[9] Al hilo de este asunto, la baja paternal amplia e igual que la maternal no ha tenido ningún efecto apreciable en la empleabilidad de las mujeres en España. Las mujeres de 20 a 44 años ocupaban el 46,3% de los empleos a finales de 2016, cuando la baja paternal era de 2 semanas, y el 46,7% en 2023, con baja paternal de 16 semanas. En 2008, último año sin baja paternal, ocupaban el 44,0% de los puestos de trabajo en esa franja de edad. A cambio, cuesta mucho dinero al Estado (más de 2.000 millones de euros en 2024) y causa mucha disrupción a las empresas (mayor cuanto más pequeñas sean). Y no ha redundado nada en que aumente la natalidad. En 2023, con 16 semanas de baja pagada por paternidad, los nacimientos de madres nacidas en España fueron 30% menos que en 2016, cuando la baja paternal era de solo 2 semanas, y el número medio de hijos por española fue un 15% inferior.

[10] Tanto Francisco Franco, la primera vez que entró en la España mesetaria al Sur de su verde Galicia natal, como el futuro rey Juan Carlos la primera vez que entró de niño, procedente de Lisboa, quedaron -desfavorablemente- impactados por la visión de la España seca y bastante yerma. Al parecer, ahí empezó la obsesión de Franco por la repoblación forestal.
[11] Como ejemplo, un balance único en la historia de las dictaduras. En los últimos siete años del franquismo, la ETA y otros grupos terroristas de ultraizquierda cometieron 53 asesinatos. El Estado, con una justicia ya muy garantista y gobiernos que conmutaron diversas penas de muerte en 1970 y 1975, solo ejecutó a 6 terroristas. Es un balance insólito para una dictadura típica. Tampoco era algo común en una dictadura anticomunista típica que se editaran en España y vendieran libremente en librerías las obras de Marx o de Lenin, como las que yo adquirí y leí en 1974 y 1975.

[12] En los 13 últimos años del franquismo, con muchos más nacimientos que fallecimientos cada año, los españoles residentes en nuestro país aumentaron en 4,4 millones, pese a la emigración al extranjero de mucha gente en los años 60 y primeros 70. En los últimos 13 años, los españoles autóctonos han menguado en 1,7 millones por más defunciones de personas nacidas en España que bebés de madres nacidas en España, y cada año desaparecen 180.000 a 200.000 más por esta causa, un número con tendencia creciente. De mantenerse su bajísima fecundidad actual (1,09 hijos por española en 2023 vs 2,77 en 1975), y no variar el ritmo al que sigue aumentando la esperanza de vida, hacia final de siglo habría en torno a 60% menos españoles autóctonos que ahora. Y de los que quedasen, alrededor de la mitad tendrían 65 años o más, según nuestras proyecciones, que arrojan resultados muy similares a los de la ONU o Eurostat.

 

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