DEL CAMBIO CLIMÁTICO A LA DISTOPÍA CLIMÁTICA – AVIZOR – ABRIL 2023
DEL CAMBIO CLIMÁTICO A LA DISTOPÍA CLIMÁTICA
La calificada como emergencia climática se perfila como el quinto jinete del Apocalipsis, cabalgando al galope y sin tregua para sustituir el progreso sustentado en la ciencia y la tecnología por el retroceso impuesto por la distopía neomaltusiana de reducción de la población y de su calidad de vida.
En una coyuntura en la que el invierno demográfico y el económico son ya una amenaza real para una mayoría de la población, se pretenden implantar políticas que, sin lugar a dudas, agravarían sustancialmente el escenario de recesión global que se está gestando a medio plazo.
Ese proyecto distópico pretende implantar en las sociedades desarrolladas un proceso reaccionario contraevolutivo en el que las emociones más primarias se sitúen por encima de las razones de la civilización y en el que los intereses reales de la población, incluyendo los medioambientales, se sustituyan por unas pretendidas medidas de contención de un cambio climático derivado de causas naturales y nimiamente antropogénico. Ante un desafío climático que nos viene impuesto por factores ajenos a la actividad humana y no regulables, las medidas a adoptar debieran encaminarse a protegerse de las consecuencias negativas de esa variación del clima y no al despilfarro de cuantiosos recursos en un quimérico intento de querer controlar lo incontrolable.
La aplicación de ese programa defensivo debiera mantener su independencia respecto de la necesaria transición desde las energías fósiles contaminantes a las renovables no contaminantes, un proceso que debe ser de sustitución gradual, consensuado, globalizado y abierto, descartando procedimientos compulsivos, unilaterales, arbitrarios y cerrados como los que se pretende imponer. Al mismo tiempo, otros contaminantes de la biosfera procedentes de determinados procesos de producción de bienes o presentes en los propios bienes, que provocan unos perniciosos y acumulativos efectos en la salud de grandes sectores de la población mundial, son minimizados o silenciados. El acceso generalizado a unas condiciones de vida saludables pasa por la aplicación de políticas sanitarias, alimentarias y medioambientales que no dependen, en lo fundamental, de la evolución del clima.
Cuando la ciencia es canalizada a través de los angostos y sesgados cauces ideológicos o geoestratégicos y se la somete a apriorismos dogmáticos, sus resultados se acaban alejando peligrosamente de la requerida imparcialidad y, en consecuencia, del bien común.
Avizor
abril de 2023