Quiénes somos

Tríptico en PDF con toda la información del Centro Diego de Covarrubias

ANTECEDENTES:

Desde mediados del siglo XIX en adelante, la relación del magisterio católico con las ideas que promovían la libertad política fue tensa, debido fundamentalmente a la confusión conceptual y práctica entre el racionalismo antirreligioso, presente en ámbitos intelectuales de la Revolución Francesa, con las genuinas ideas de libertad política y económica, basadas en la noción de derechos inalienables de la persona.

Lord John Acton (1834-1902) advirtió la necesidad de mantener los avances de una sociedad libre, en el marco de la ética cristiana y orientó su trabajo en esta dirección.

El Concilio Vaticano II puso en claro que en el ámbito político y social una sociedad libre y virtuosa nada tiene de contradictorio con el Catolicismo, pero queda mucho por hacer en otros ámbitos, como en el debate sobre la economía de mercado que ha tomado un especial giro con el magisterio social de Juan Pablo II y en particular con la encíclica Centesimus annus.

El Centro Diego de Covarrubias toma su nombre de Diego de Covarrubias (Toledo, 25 de julio de 1512 – Segovia, 27 de septiembre de 1577) jurista, político y eclesiástico español, representante de la escuela de Salamanca en su siglo de oro. Fue también Arzobispo de Santo Domingo, Arzobispo –Obispo de Segovia, Arzobispo-Obispo de Ciudad Rodrigo y Obispo de Cuenca. Fue un declarado antiesclavista y entre sus múltiples actividades desarrolló una teoría subjetiva del valor y del precio que justificaba el valor de las cosas por el libre acuerdo sobre el precio entre comprador y vendedor, determinado al cabo por la abundancia o escasez de cada mercancía, y la utilidad percibida de la misma. Refleja por su perfil religioso y su pertenencia a la Escuela de Salamanca, origen del liberalismo económico y cristiano, la íntima coherencia del cristianismo con la economía de libre mercado y la libertad, ideas que queremos defender en nuestro Centro Diego de Covarrubias.

La denominación “Escuela de Salamanca” se aplica a un grupo de juristas españoles del siglo XVI, vinculados a la universidad salmanticense, creadores de un cuerpo de doctrina sobre derecho natural, internacional y teoría monetaria. Dicha Escuela supuso el resurgir de la corriente escolástica que, adoptando los principios básicos del humanismo, recogió la tradición aristotélico-tomista, para explicar los principios generales del comportamiento humano. El aspecto fundamental de definición de la Escuela de Salamanca es el de la orientación moral de sus estudios. Sus autores no fueron ni mucho menos economistas puros pues los problemas económicos aparecen tratados siempre no con una orientación estrictamente económica sino a la luz de la Teología moral. Su propósito fundamental era la dirección de las conciencias y en ese ámbito trataron los problemas económicos. Todas sus obras tuvieron una clara intención pastoral, independientemente del público al que fueran dirigidas.

Las ideas económicas de los doctores salmantinos pueden considerarse, sin ninguna duda, como un programa ético de investigación. Para los autores de la Escuela de Salamanca la justicia era una cuestión fundamental. La principal pregunta que se formularon los escolásticos era ¿Qué es lo justo? Bajo este punto de vista analizaron los problemas económicos, políticos y sociales. El propósito de sus obras estaba dirigido a guiar la toma de decisiones en los distintos ámbitos del actuar humano ya que el hombre, en virtud de su libertad, ha de decidir continuamente la conducta que debe adoptar en cada situación concreta. Para tomar esas decisiones de comportamiento y actuar de forma correcta, es decir justa, los doctores escolásticos, siguiendo a Tomás de Aquino, consideraron que el hombre debía acudir a la ley natural y a la recta razón.

Así el marco general de referencia a la hora de abordar el estudio de la toma de decisiones lo proporciona la Ley Natural, que tiene una importancia fundamental en el pensamiento escolástico y es considerada como norma de conducta humana, de manera que la naturaleza se convierte en criterio de moralidad fundamental.

Esta naturaleza, concretada en el derecho natural, es la que se encuentra en la base de todos los juicios morales que estos doctores emitieron sobre la organización y la actividad económica.

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OBJETIVOS

El Centro Diego de Covarrubias tiene como OBJETIVOS defender e impulsar el desarrollo de una sociedad formada por personas libres, en una economía de libre mercado, en el marco de los principios morales, éticos y culturales del cristianismo.

Considera que los principios e ideas liberales constituyen la base determinante para un enfoque cristiano en la solución de conflictos sociales, políticos y económicos de la sociedad. Dichos principios e ideas liberales son moralmente superiores al estar fundamentados en la dignidad del individuo y en la realidad irreductible e inalienable de la libertad humana, al ser el hombre un ser creado libre por Dios.

El liberalismo económico está íntimamente ligado al cristianismo desde sus orígenes en los autores escolásticos de la Escuela de Salamanca y es una doctrina económica plenamente coherente con las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Defiende una visión de la sociedad comprometida con la libertad individual, guiada por el sistema de valores en los que se basa la civilización occidental que ha demostrado ser la más libre, próspera y justa. El sistema que defiende el Centro Diego de Covarrubias está basado en el respeto absoluto a la libertad y dignidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, e individualmente único.

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PRINCIPIOS

El Centro Diego de Covarrubias defiende una sociedad basada en el concepto indivisible de la libertad de la persona, fundamentada en tres pilares.

1º. Un sistema económico de mercado. Es decir, una economía de libre mercado y libre empresa que se deriva de la existencia de derechos de propiedad bien definidos y debidamente protegidos por la ley. La economía de mercado constituye la forma más eficaz, eficiente y moral, para combatir la pobreza y crear riqueza, empleo y bienestar. El mecanismo de libertad de precios y beneficios es el instrumento óptimo para asignar los recursos escasos de forma eficiente.

2º. Un sistema político democrático. Basado en la separación de poderes, la igualdad ante la Ley, el respeto de los derechos constitucionales de las minorías y la garantía del derecho a la vida, incluida la del concebido y aún no nacido, la propiedad y las libertades personales (de expresión, educación, religión, desplazamientos, residencia, etc.) que derivan del Derecho Natural.

3º. Un sistema moral y cultural pluralista. Basado en los principios éticos y culturales de la civilización judeo-cristiana y greco-romana. Estos principios definen el sistema de valores que actúa como marco en el que se desenvuelven los otros dos pilares. En resumen, el sistema que defiende el Centro Diego de Covarrubias está basado en el respeto absoluto a la libertad y dignidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, e individualmente único.

El individuo tiene una naturaleza social que le impulsa a asociarse libremente con otras personas para la consecución de distintos objetivos, desarrollando instituciones sociales de la sociedad civil, especialmente la familia, institución natural y fuente primaria de los valores morales y culturales de la sociedad. Estas instituciones sociales no son creadas ni derivan su legitimidad del Estado.

Al contrario, éste debe respetar su autonomía y facilitar el marco necesario que asegure el funcionamiento libre y ordenado de todas las instituciones sociales en sus ámbitos respectivos. El Estado ejercita su responsabilidad de acuerdo con el principio de subsidiariedad evitando interferir con el funcionamiento de la libre iniciativa de las personas en el mercado, en la economía y en la política. En este sentido tiene funciones claramente definidas como la Justicia, la Defensa, la Seguridad, la supervisión de las reglas del mercado, la defensa de la propiedad privada, la vigilancia del cumplimiento de los contratos, la garantía del mantenimiento de una red básica de solidaridad social y la garantía de la provisión de los bienes públicos fundamentalmente a través de la iniciativa privada.

Consideramos el cumplimiento de estos principios como el mejor medio para crear riqueza reducir la pobreza y elevar el bienestar de toda la sociedad.

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