LA CARTA DE LOS MARTES – 29 DE OCTUBRE DE 2019

LA CARTA DE LOS MARTES – 29 DE OCTUBRE DE 2019

El crack del 29 fue consecuencia de un periodo de especulación unida a la proliferación de deuda, acompañado por un exceso de préstamos de grandes bancos que resultaron fallidos.

Queridos amigos:

El 29 de octubre de 1929 pasó a la historia como el día del «crack[1] del 29″ o » el martes negro», que contribuyó a desencadenar la llamada Gran Depresión. El índice de la Bolsa en Wall Street cayó un 47% y sus efectos inmediatos fueron la reducción de un 25% del PIB y una elevación del paro inmediato de hasta el 25 % de la población activa norteamericana. Los inversores, tomados en conjunto, perdieron miles de millones de dólares. Los índices de los valores industriales descendieron entre 1929 y 1932 de 452 a 58 y la producción industrial cayó un 54 %.

Tras este día y debido a los errores subsiguientes cometidos por Ejecutivo y Legislativo norteamericanos, todo el mundo industrializado entró en una espiral de Gran Depresión en la que el desempleo, el hambre y el malestar social duraron más de una década.

¿Por qué tuvo lugar el crack del 29? El crack fue consecuencia de un periodo de especulación unida a la proliferación de deuda, acompañado por un exceso de préstamos de grandes bancos que resultaron fallidos. Los artificialmente bajos tipos de interés imperantes, inducidos por la (entonces joven) Reserva Federal para estimular el crecimiento de la economía, produjeron una sobrevaloración de activos que a su vez desencadenó el crack.

En general, cuando se produce una crisis de estas características, para evitar la caída de los PIBs, las autoridades reaccionan con medidas de política fiscal y monetaria. Generan fuertes déficits presupuestarios y además efectúan grandes descensos de los tipos de interés vía incremento de la base monetaria hasta alcanzar tipos reales negativos, poniendo el sistema patas arriba.

Para hacer frente a la situación, Herbert Clark Hoover (republicano) adoptó medidas intervencionistas masivas, acudiendo a la socialización de pérdidas. A ello se sumó el Congreso (y el Senado) aprobando una ley de infaustas consecuencias, que por sí misma supuso el retroceso del comercio internacional y del PIB mundial y fue corresponsable del desencadenamiento del nacional socialismo y de la II Guerra Mundial: la Smoot-Hawley Act[2].

El paro masivo de 1930 no fue causado por la crisis financiera sino por las soluciones aplicadas: la Smoot-Hawley Act se llevó la parte del león. Vean los datos: en marzo de 1929, el desempleo estaba en el 5%; en diciembre de 1929 ascendió al 9%. En junio de 1930 (justo antes de la aprobación de la Smoot-Hawley Act) había caído hasta el 6.3%, pero tras la aprobación de la Ley se elevó hasta el 20%. Y así siguió durante casi todo el resto de la presidencia de Franklin Delano Roosevelt (demócrata): en el 20%.

Roosevelt, incapaz de entender los fundamentos de la crisis, puso en práctica en 1932 el llamado New Deal, lo que produjo una gigantesca descomposición socioeconómica: la migración de los nuevos desheredados por las medidas socializadoras, un endeudamiento estatal generalizado y la crisis más duradera de la historia norteamericana, que solo terminó con la II Guerra Mundial. Así que la crisis fue consecuencia de la intervención.

La Gran Depresión tuvo cuatro fases diferenciadas. La primera fue de contracción, entre 1929 y 1933, con la fuerte caída del PIB norteamericano que hemos visto. La segunda fue de mantenimiento, entre 1933 y 1941. El PIB se mantuvo plano (∆ PIB: 0 %) desde 1929, lo que significa que el New Deal no generó crecimiento. Eso sí, el gasto público (y el consecuente endeudamiento) aumentó un 60%. La fase III fue la de salida, entre 1941 y 1944[3]. La cuarta fue de franco crecimiento, entre 1944 y 1950. El incremento del PIB fue del 33 %, pero el gasto público se redujo en un 55 %.

El 22 de septiembre pude leer en “El Confidencial” un elaborado y algo denso artículo titulado «Las dos nuevas opciones políticas para arreglar un capitalismo roto”. Me llamó tanto la atención que decidí comentar someramente alguna de sus afirmaciones.

El método utilizado es tomar cada afirmación y desarrollar la crítica a continuación.

El propio título “Las dos nuevas opciones políticas para arreglar un capitalismo roto”, es más que discutible. Las “dos nuevas opciones políticas” no tienen nada de nuevas, y las vías políticas no sirven para arreglar nada en el ámbito de la economía. La intervención suele estar condenada al fracaso (aunque no en el ámbito electoral). Estamos hablando de áreas complementarias, inmiscibles en el análisis, pero dependientes.

…”un capitalismo roto”. Ni que fuera un juguete. Al capitalismo lo obstaculiza la intervención restrictiva y paralizante de los poderes públicos, que además financian algunos medios de comunicación. El capitalismo, por otro nombre economía de mercado, no estará roto mientras haya mercado. Está emponzoñado, ensuciado, obstaculizado, amortiguado, desnaturalizado, sí, gracias a los que quieren enterrarlo, pero no roto.

La economía no está funcionando”. El autor se debe referir a la de Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia o Japón, fundamentalmente. Rusia es otro mundo. No sé qué quiere decir al afirmar que “no está funcionando” cuando muchos países importantes crecen a tasas superiores al 2% (los EEUU y parte de Europa, con niveles de paro irrisorios) y superiores al 5% en China, India, los países asiáticos en general y muchos de África Negra. El eurocentrismo mata a algunos. El afán de rotundidad en artículos económicos tiende a casar mal con la realidad.

Las políticas fiscales que el BCE quiere impulsar … son muy buena cosa”. El BCE no tiene competencias en el ámbito de la Política Fiscal, luego no puede intentar desarrollar lo que no le corresponde. Bien es cierto que tampoco es cosa suya estimular la economía (la FED sí puede por su mandato, pero el BCE sólo debe controlar la inflación. El resto es perseguible de oficio), pero llevamos lustros superando los estatutos del banco central. Puedo suponer a qué se refiere al autor y hasta lo que le gustaría al señor Garzón, pero el abismo que separa a De Guindos[4] de Garzón es tal que me cuesta imaginar un acuerdo sobre bases compartidas.

El párrafo referido a una política fiscal comunitaria (no lo dice así, pero se sabe. Se trata de una iniciativa del Comisión de la UE, no del BCE) se ve seguido por otro que empieza así: “”Financial Times” y “The Economist” han subrayado ese giro  con sus últimas portadas. El diario avisaba de los riesgos que genera un capitalismo roto y el semanario apostaba por la lucha urgente contra el cambio climático”. Yo sugeriría al autor que, en próximos trabajos, no establezca nexos inexistentes en párrafos adyacentes, porque canta mucho y genera confusión.

Y sigue: “Ese clamor – no se sabe por qué escribe clamor; acaso porque clamor es un término evocador, mesmerizante – está muy presente en la política estadounidense”. Y para muestra de lo que es la política norteamericana, el autor nos suelta una referencia a “The New York Times”, que es un medio tradicionalmente conocido por distorsionar la realidad a favor del Partido Demócrata, pero nunca por servir a la información o a la verdad. Si eso es “la política norteamericana”, lo es sólo para el autor. Eso sí, luego dispara con posta y realiza una mescolanza churromerínica digna de mejor suerte. Saca a la palestra a Marco RubioJosh Hawley y Mitt Romney (este quiere más impuestos para así poder ahogar lo que queda de la libre empresa y de los mercados), cada uno con su juguete. Y la frase sobre Elisabeth Warren (la candidata demócrata mejor acogida y una ferviente adversaria del “rigged capitalism[5]”, convocó a una multitud en Nueva York, una señal de su potencia política) no tiene desperdicio. Es lo que tienen las postas, que alcanzan muchos objetivos. Aunque no lo sean a priori, los alcanzan. Siquiera por dispersión.

Esta frase es correcta y refleja la realidad: “En Europa[6], mientras tanto, el debate acerca de qué medidas tomar para reactivar la economía se ha avivado intensamente tras el aviso del BCE de que el margen para la política monetaria se ha agotado y que ahora es preciso impulsar políticas fiscales”. Uno puede estar de acuerdo o no con esa afirmación, pero al menos las cuatro líneas se entienden. Quieren decir que si la UE consigue acaparar los residuos de soberanía que restan a sus países miembros, nos vamos a enterar. Bruselas dictando la política fiscal. No sería ya eso tan manido de echarse la mano a la cartera, sería mucho peor. Sería la pérdida completa del control sobre sí de la propiedad privada, sería la socialización de los remanentes de la economía. Sería la confiscación como principio. Veremos. Esperen al BREXIT.

La convicción en (sic) que hay una crisis acechando…” esto es así. El capitalismo opera mediante una sucesión de crisis y períodos de plenitud. Esto es tan obvio como lo del cambio climático: nada hay tan cambiante como el clima. Quizá por eso ahora lo llaman crisis climática… “y la conciencia del daño que haría en poblaciones que aún no se han recuperado de la última (crisis)”. Ya. El daño. El daño lo hace el BCE al mantener las políticas que – no lo olvidemos – evitaron una crisis mayor. La diferencia es que el BCE sigue dopando la economía europea con dosis crecientes de liquidez y tipos reales negativos y la FED no. Si Europa quiere seguir políticas japonesas obtendrá resultados japoneses, pero no diga el autor que las poblaciones no se han recuperado – porque sí lo han hecho – y mejor diga que ya no hay balas en la recámara para seguir disparando con pólvora del rey, y que un buen viento se llevará un considerable número de empresas que viven conectadas al gotero.

“ … con consecuencias obvias en el plano político en un momento en el que los populismos de derechas han ganado fuerza en el mundo”. Toma ya! ¿Qué será eso del populismo de derechas, en realidad? ¿Damos por sentado que estamos de acuerdo en qué significa populismo? No, no podemos. El debate está abierto. Pero ir más allá y hablar de populismos de derechas … Va ser el presidente Donald Trump. O el presidente húngaro Viktor Orban. O Mateo Salvini. O Boris Johnson. O Sebastian Kurz. O Duterte. O Bolsonaro.

Incluso Felipe González ha advertido de que el capitalismo está destruyéndose a sí mismo”. Hmmmm, vaya argumento de autoridad. Felipe González hablando del capitalismo desde su eximia cátedra de conocedor directo. Y a eso llama el autor ”una señal inequívoca más de que estamos en un momento de verdad complicado”.

Ya hablando de soluciones distintas del QE y de distorsiones del tipo de interés básico, el autor se lanza: “lo intentaron y fracasaron, de modo que sería el momento de dejar sitio a otras personas con nuevas ideas y nuevas perspectivas”. Vamos por partes: el BCE lo intentó y no fracasó evitando la deblâcle. Ha fracasado después, no reconduciendo la excesiva flexibilización, que lleva 10 años en marcha y no consigue lo que no puede conseguir: devolver el mercado su autonomía. Pero el autor, lejos de ser justo con el BCE, emite consignas. Ahora vienen.

La transición ecológica es la propuesta estrella”. Se refiere a la política miope de cambiar por decreto el origen de la energía eléctrica, pasando de los hidrocarburos a múltiples fuentes, todas intermitentes y muchas gravosas. Pues vaya solución perder competitividad a borbotones. Los chinos se ríen a carcajadas. Ya les duelen los ijares.

Pero no es esto todo; la segunda solución, tomada de “Financial Times”, es la de siempre, la más errónea, la siempre fracasada, la incompatible con la honradez intelectual: “su objetivo no es estimular los mercados, sino transformar su actual funcionamiento”. Dicho de otra forma: dar la manija a los políticos, que los técnicos no saben. ¡Ángela María! Y a esto lo llama el autor nuevas políticas. Que Santa Lucía le conserve la vista.

Hay todo un ejército de catastrofistas dispuesto a contarte un día sí y otro también que las cosas van mal y que van a ir peor. Que la atmósfera se calienta y es por culpa del ser humano blanco y occidental (de los demás, ni mención). Que la carne (la roja, ni les cuento) es mala. Que la energía nuclear mata (y no traigo a colación a Bergoglio por hastío). Que el varón nace asesino y no tiene arreglo ni lo tendrá.

Esa voluntad de aherrojar voluntades y vender noticias (a la vez, sí) que invade a tantos medios de comunicación radica en un viejo planteamiento gramsciano. No lo saben, pero son todos hijos suyos. De Gramsci, por supuesto.

A cambio, en contra y frente a estos planteamientos, siempre encontraremos (siempre acaso sea mucho decir, tal como van las cosas) un artículo que nos diga que los análisis de los catastrofistas flaquean hasta la desesperación, que sus cálculos son erróneos, que no tienen en cuenta el más importante activo de la Humanidad, que es el hombre mismo. Este artículo que enlazo es muy bueno. Mucho. Lo utilizaré varias veces, pues lo vale.

Como en cada carta, reservemos un pequeño espacio a los avances tecnológicos que mejoran incesantemente nuestras vidas. Esta vez se recopilan inventos que han sido posibles gracias al esfuerzo espacial. Son muchos y variados. Ya ven, no era un gasto inútil. Sobre todo si consideramos las alternativas habituales.

***

La frase de hoy es de Lawrence White (1954), profesor de teoría y política monetaria en la George Mason University. White se licenció en Harvard (1977) y doctoró en la California University (1982). Fue profesor asistente en la New York University y profesor asociado en la Georgia University. Luego (entre 2000 y 2009) se desempeñó como profesor de historia económica en la Missouri-Sant Louis. Se le considera una autoridad en historia y teoría de la banca.​ Apoya la despolitización de la oferta de dinero mediante la abolición de la Reserva Federal y la promoción de la banca privada.

“El boom empieza cuando el sistema bancario expande arbitrariamente la oferta de fondos para préstamos más allá de la oferta de ahorros voluntarios, bajando el tipo de interés por debajo de su valor de equilibrio”

Viene a cuento de la efemérides. Aunque la frase no es de 1929, sirve para todas las crisis inducidas por la autoridad monetaria.

Saludos


[1] Lo único bueno aquí es la onomatopeya.
[2] La entrada en vigor de la ley supuso la inmediata elevación de los aranceles de 20.000 posiciones arancelarias. Lógicamente, el resto de los países correspondió (Canadá, al tanto, al día siguiente) con medidas similares. La consecuencia fue la paralización en un 66% del comercio internacional. Y pensar que los legisladores norteamericanos creían que la ley provocaría solamente la suspensión de las importaciones. Cosas de la intervención.
[3] Al respecto se recuerda una frase de Henry Morgenthau Jr., secretario del Tesoro, en 1942: “Subir impuestos y restringir el comercio internacional no funcionó y no funcionará. Lo hemos intentado todo, pero tras 8 años, estamos exactamente con la misma tasa de paro… y con una enorme deuda de más”.
[4] De Guindos habla de políticas de oferta, pero eso parece sonar a chino al autor del artículo y ni lo menciona.
[5] Cuando se adjetiva el sustantivo es porque nos quieren vender una mercancía averiada. En este caso lo tildan de falseado, averiado, manipulado. Sí, por la intervención. En eso estamos de acuerdo.
[6] Otro escribiente que confunde Europa con la Unión Europea. Vale que son aproximadamente parecidos y una inscribe a la otra, pero la confusión ya ni siquiera es deliberada de tan repetida
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