LA CARTA DE LOS MARTES — 8 DE FEBRERO DE 2022

LA CARTA DE LOS MARTES — 8 DE FEBRERO DE 2022

Carta de los martes del 8 de febrero de 2022 — 

 

El 8 de febrero de 2017, la Cámara de los Comunes del Reino Unido aprobó el Brexit[1] con 494 votos a favor y 122 en contra. De esta forma, el gobierno británico, liderado por Theresa May[2], activó el artículo 50 del Tratado de Lisboa por el que se iniciaba su separación de la Unión Europea. Una vez aprobado en los Comunes, el procedimiento llegó a la Cámara de los Lores, donde requirió tres intentos. Superado el trámite, comenzaron las negociaciones para recuperar la total soberanía económica y comercial, puesto que la financiera nunca había sido cedida[3].

Nunca antes se había producido la salida de un miembro de la Unión Europea, como tampoco la hubo de la Comunidad Económica Europea. Los costes de la salida eran previsiblemente altos, luego los beneficios percibidos hubieron de ser altos también. ¿Por qué se planteó todo esto?

Empecemos por el principio. En 1951 se firmó el Tratado de París, formalizando la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA)[4]. Este era el primer paso para un acuerdo mayor, que vincularía estrechamente a los países de Europa (sobre todo a Alemania y Francia) para evitar de manera constructiva y positiva una tercera guerra europea[5], que resultaría letal para Europa.

Ese acuerdo fue materializado en el Tratado de Roma, a cuyas negociaciones el Reino Unido fue invitado a participar. La Gran Bretaña se negó a entrar en el Tratado por distintas razones explicitas y alguna más implícita. Entre las primeras se hallan el peso de la Commonwealth[6] y la importancia de los lazos comerciales, políticos e institucionales con los países miembros; las preferencias del Reino Unido por una Zona de Libre Cambio[7] más que por una Unión Aduanera[8] y, last but not least[9], la inexistente voluntad del Reino Unido de realizar cesiones de soberanía a un organismo supranacional controlado o dirigido por sus rivales continentales. Entre las segundas estaban el apego a su Historia de grandeza imperial (periclitada, pero las ideas mueren mucho más tarde que la realidad que las sustenta), los especiales nexos de privilegio con los EE. UU. y la escasa base común con el continente en materia de derecho, lengua, medidas, normas y forma de vida. 

El 26 de mayo de 1957 se firmó el Tratado de Roma. La Comunidad Económica Europea (CEE) empezó a funcionar el 1 de enero del año 1958. El éxito económico de la CEE empezó a ser contrastado con el débil pulso de la Commonwealth cuyo volumen de comercio disminuyó, todo lo contrario de lo que ocurría en la pujante CEE.

Por eso, en verano de 1961, el primer ministro conservador británico, Harold Macmillan solicitó iniciar negociaciones para el ingreso del Reino Unido. El 15 de enero de 1963, el presidente de Francia, Charles De Gaulle, rechazó[10] el ingreso de Londres. En mayo de 1967, el siguiente primer ministro británico, el laborista Harold Wilson, presentó de nuevo la candidatura británica y De Gaulle la volvió a vetar.

Sólo tras la dimisión del general De Gaulle en 1969[11] se desbloquearon las negociaciones para la adhesión de Reino Unido. El Gobierno conservador de Edward Heath cerró el acuerdo y el Parlamento británico lo aprobó en octubre de 1971 por 358 votos a favor y 246 en contra. Junto con Irlanda y Dinamarca, el Reino Unido accedió a la CEE el 1 de enero de 1973.

No fue un camino de rosas. La opinión pública británica siempre ha estado dividida entre pros y contras de pertenecer a la CEE, no digamos ya a la UE.

Desde el primer momento estuvo presente en la opinión pública británica la fractura derivada de la polémica entre los beneficios y las desventajas del ingreso. Tan pronto como en 1974, el gobierno de Harold Wilson (laborista) exigió renegociar las condiciones de adhesión (reduciendo la aportación del Reino Unido al presupuesto comunitario). Consiguió gran parte de sus pretensiones y sometió a referéndum[12] el nuevo acuerdo. Margaret Thatcher, quien tenía muy claro que el intervencionismo y la socialización que ella había contribuido a sacar por la puerta no iban a entrar por la ventana ayudadas por las políticas de la UE, se opuso al mecanismo de los tipos de cambio y reemprendió la campaña por el libre comercio, la desregulación y la competitividad. Y, sobre todo, peleó sin cesar por reducir la contribución financiera británica al presupuesto comunitario, entendiendo que el Reino Unido daba más que lo que recibía[13].
En noviembre de 1979, en Dublín, la primera ministra pronunció una frase que ha pasado a la Historia: “We want to get our own money back”[14]. Era el principio de un enfrentamiento de 5 años, resuelto en la cumbre de Fontainebleau (junio de 1984), cuando Margaret Thatcher obtuvo el conocido cheque británico, que convirtió a alemanes y franceses en los principales contribuyentes netos al presupuesto comunitario.
Durante la negociación del Tratado de Maastricht (1992) que dio paso a la Unión Europea, el primer ministro John Major consiguió mantener la Libra esterlina. Dinamarca tampoco entró en el Euro[15]. Reino Unido e Irlanda quedaron fuera del Espacio Schengen (Tratado de Amsterdam, 1997[16]), de las políticas de Justicia e Interior y de la Carta de Derechos Fundamentales[17](2007).

Con todo, lo alcanzado se veía como insuficiente en las Islas. La mayoría de las empresas británicas estimaban que los costes de la pertenencia eran superiores al beneficio de permanecer[18]. La contribución neta del Reino Unido se elevó en un 300% entre 2008 y 2014. El intervencionismo de la Comisión se veía inaceptable, como se percibía su política monetaria.

Abreviaré para no cansarles. El premier David Cameron se embarcó en una serie de referenda, cuya justificación radicaba en gran parte en la situación política interna del Partido Conservador. En enero de 2013 se comprometió a un referéndum sobre la permanencia[19]. En septiembre de 2014 ganó el correspondiente a la independencia de Escocia.  En mayo de 2015, Cameron venció holgadamente en las elecciones al Parlamento británico. El 10 de noviembre, Cameron solicitó a la UE[20] un nuevo estatus para el Reino Unido[21]. Y aunque el Reino Unido de la Gran Bretaña obtuvo grandes concesiones, el 20 de febrero de 2016, David Cameron cumplió su promesa electoral y convocó el referéndum de permanencia en la UE para el 23 de junio de 2016. La pregunta fue: “Should the United Kingdom remain a member of the European Union or leave the European Union?”.

El  al BREXIT de los 51,9% de los ciudadanos británicos cerró el asunto.

De Gaulle, que tan mal midió sus fuerzas en las independencias de Argelia e Indochina y cuya presidencia en Francia descarriló finalmente por el problema planteado en mayo de 1968, analizó bien las características de Gran Bretaña desde el principio. En realidad, eran los propios argumentos británicos esgrimidos inicialmente para no entrar en la CEE. La integración británica siempre supuso más un problema que una solución. Las islas han vuelto a la casilla de salida sin pretender de momento jugar de nuevo y la UE ha recibido un golpe considerable que pone de relieve los límites de su ambición.

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La noticia de esta semana es un compendio de inexactitudes, errores y lugares comunes como nunca he visto en prensa de nivel nacional, razón por la cual merece un puesto en esta Carta.

Si la pieza entregada para publicación en un medio cualquiera es subestándar, el control de calidad debe existir para reconducir la situación. Al parecer, no fue el caso. Veamos algo de lo que dice el artículo.

  • Afirmación número 1: “La «Gran Muralla Verde» de África es una iniciativa que pretende colocar una línea de árboles de 8.000 kilómetros de largo y 15 kilómetros de ancho (100 millones de hectáreas)”. No es así. Son 12 millones de Ha. Ni de lejos llega a los 100 millones de Ha.
  • Afirmación número 2: (La Gran Muralla Verde está) “destinada a impedir que el desierto del Sahara se expanda hacia el sur, en un intento de detener la marcha hacia el sur de las dunas de arena del desierto de Gobi”. El desierto de Gobi está en el centro de Asia, entre Mongolia y la R.P. China, a unos 8.500 Kilómetros de distancia, grosso modo. Y muy al norte.
  • Afirmación número 3: “el Sahel, esta enorme región africana, que se extiende entre el desierto del Sahara en el norte y la estepa sudanesa en el sur”. El Sahel se extiende entre el océano Atlántico y el mar Rojo. Atraviesa once países, de Oeste a Este: Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán del norte, Sudán del sur, Eritrea y Etiopía. Está al sur del Sahara.
  • Afirmación número 4: “el cambio climático se ha materializado de manera brutal y dramática, pues hasta hace 15 años, este lugar estaba cubierto de bosques y habitaban muchos animales, pero las fuertes lluvias, las sequías prolongadas, los incendios forestales y los deslizamientos de tierra han hecho que ya no quede nada”. El cambio climático existe desde que existe el clima. En torno al 4000 a.C. el clima del Sáhara y del Sahel tornó con rapidez hacia uno más árido. Ello secó ríos y lagos, desertificando la zona. Ni gota de CO2 antropogénico detrás, por supuesto. Hace 15 años, la situación era exactamente igual que ahora. Ni bosques, ni muchos animales, ni mucha población, que hace tiempo ha emigrado en su mayoría, no sólo por la aridez del terreno sino por el terrorismo que asola la zona. En 1915 hubo una sequía. En los años 70 del Siglo XX se incrementaron las precipitaciones, que fueron seguidas por nuevas sequias. Es difícil precisar qué se entiende por incendios forestales donde no hay foresta. No se recuerdan terremotos ni deslizamientos. El paraje es predominantemente llano y seco.
  • Afirmación número 5: “Si sumamos todos estos factores y efectos solo vemos un denominador común: más calor y más humedad, lo que generará una mayor diferencia en la presión atmosférica y, por ende, soplarán vientos monzónicos mucho más fuertes e intensos”. Estamos hablando de simulaciones por ordenador, cuya fiabilidad es nula y cuya capacidad para prever el devenir del clima se aproxima a cero. Es hablar por hablar y, eso sí, obtener fondos para seguir con esta estafa del cambio climático. En ninguna parte del mundo se han registrado en el último medio siglo incrementos de huracanes, tifones, ciclones ni tornados[22] como consecuencia del leve calentamiento de la atmósfera en el Siglo XX.

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El avance tecnológico de esta semana tiene que ver con la evolución de algunos organismos. Se puede apreciar en este artículo del mismo tabloide del que hablábamos antes, que refleja investigaciones realizadas por un equipo de la Universidad de Chalmers (Suecia). Resulta que estamos una vez más ante la capacidad de la Naturaleza para desarrollar elementos cuya acción contrarrestará los excesos derivados de la incuria de muchos Estados. Éstos permiten la contaminación masiva de las aguas marinas con residuos plásticos. Las bacterias y enzimas resolverán – quiéralo Dios – gran parte del problema.

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La frase de hoy pertenece a David Cameron[23], primer ministro británico cuya intervención en el proceso de salida de su país de la Unión Europea fue decisiva. “Amo a Gran Bretaña, no a Bruselas”. La frase es muy precisa. Pone de relieve en sí misma toda la prevención – cuando no el rechazo – de buena parte de la población y de muchos de los líderes del Reino Unido frente a las características intervencionistas, dirigistas y burocráticas de la Unión Europa, trasunto de la estructura de poder vigente en Francia. Decir ahora que era cuestión de tiempo sería ventajista.

Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis
Director CDC

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Países de la UE 27


[1] Con ese neologismo ha pasado a la historia el Britain Exit la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
[2] Líder por aquél entonces del Partido Conservador.
[3] El Reino Unido mantuvo la Libra esterlina como moneda propia y al Banco de Inglaterra como autoridad de Política Monetaria.
[4] El ministro francés de asuntos Exteriores, Robert Schumann había propuesto su creación en 1950. El Tratado constitutivo de la CECA entró en vigor el 23 de julio de 1952. Expiró el 23 de julio de 2002, a los cincuenta años, como estaba previsto. Sus contenidos operaron desde el 10 de febrero de 1953 para el carbón y el 1.5.1953 para el acero.
[5] Cuarta si incluimos la Franco-Prusiana, precedente ineludible, coparticipada por los actores habituales.
[6] La Commonwealth es una asociación voluntaria de estados independientes, la mayoría de los cuales fueron en su día territorios británicos (colonias). Está compuesta por 54 miembros y acoge a 1.700 millones de personas (2022).
[7] Tras resultar baldías las negociaciones para su ingreso en la CEE, el Reino Unido propuso la creación de la llamada Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), a la que se adhirieron Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza. El 4 de enero de 1960 se rubricó el Tratado fundacional de la Asociación Europea de Libre Cambio, en Estocolmo. En sus primeros 7 años de vida, la EFTA multiplicó sus intercambios internos entre sus miembros en más de un 250%.
[8] Londres quería mantener la posibilidad de establecer sus propios aranceles frente a terceros en lugar de aceptar una Tarifa Exterior Común.
[9] Me lo permito porque hablamos de la Rubia Albión, sólo por eso.
[10] De Gaulle argumentó como si de un británico se tratara: la Gran Bretaña es insular, esencialmente marítima y vinculada comercialmente a países lejanos. La actividad económica del Reino Unido es industrial, comercial y de servicios, con escasa agricultura. En suma, la estructura de la Gran Bretaña es diferente de la media de las naciones continentales.
[11] Lastrado por su catastrófica gestión en Argelia e Indochina, así como por la resaca de mayo de 1968.
[12] Se realizó el 5 de junio de 1975. Tanto Harold Wilson como la líder conservadora Margaret Thatcher, pidieron el sí, que ganó con el 67% de los votos.
[13] Por aquél entonces, la mayor parte del gasto iba a subvencionar la agricultura, casi inexistente en Gran Bretaña.
[14] Que, como saben, significa “Quiero que nos devuelvan nuestro dinero”. En realidad, la frase fue otra: “What we are asking is for a very large amount of our own money back”. Menos redonda, fue convenientemente manipulada.
[15] Tanto Reino Unido como Dinamarca se acogieron a la cláusula de “exclusión voluntaria” contemplada en el Tratado.
[16] El primer ministro era Tony Blair.
[17] Reino Unido logró una derogación.
[18] El Institute of Economic Affairs estimaba el coste de la permanencia en casi un 3% del PIB británico.
[19] “It is time for the British people to have their say. It is time to settle this European question in British politics. I say to the British people: this will be your decision.”
[20] Mediante una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
[21] Demandaba reformas en las relaciones del Euro con otras monedas, incremento de la competitividad de la UE, aspectos referidos a soberanía, inmigración, prestaciones sociales y libre circulación de personas.
[22] Se trata en lo esencial del mismo fenómeno.
[23] David Cameron es un político británico, líder del Partido Conservador entre 2005 y 2016, primer ministro del Reino Unido entre 2010 y 2016. Fue precedido por Gordon Brown y le sucedió Theresa May.
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