LA CARTA DE LOS MARTES DEL 07 DE JUNIO DE 2022
Queridos amigos:
Entre el 4 y el 7 de junio de 1942 tuvo lugar la batalla de Midway. Fue probablemente el enfrentamiento naval más masivo y decisorio de la historia y sin duda, del Siglo XX. Su desenlace marcó el devenir de la II Guerra Mundial en el escenario del Pacífico.
El primero de esos días, aviones de la Armada Imperial japonesa[1] atacaron la base naval estadounidense en el atolón de Midway[2], Pacífico central. ¿Por qué lo hicieron?
Remontémonos al 6 de diciembre de 1941. El ataque japonés a Pearl Harbor no logró su objetivo fundamental: eliminar los portaviones de la flota norteamericana, que se hallaban en mar abierto. El 18 de abril de 1942, desde uno de esos portaaviones (el Hornet) salieron los aviones B-25 que bombardearon Tokio[3], provocando un impacto psicológico importante entre los ciudadanos japoneses. Había una brecha en las defensas del territorio japonés. Los altos mandos nipones decidieron que era necesario crear un espacio estratégico totalmente protegido, lo que pasaba por la eliminación de una buena vez de todos los portaaviones de los EE. UU., con lo que demostrarían su capacidad militar.
Según información de la inteligencia japonesa, los portaaviones estadounidenses navegaban en aguas cercanas a Midway[4]. El plan japonés era atraer a los portaaviones de Estados Unidos para hundirlos todos y ocupar Midway[5]. Ello proporcionaría el control total de Japón sobre una gran área de influencia política y económica en el sudeste asiático y – eso esperaban – obligaría a los EE. UU. a negociar una paz en términos muy favorables para un Japón victorioso.
El plan del almirante japonés Yamamoto suponía que la flota norteamericana del Pacífico sólo contaba con los portaaviones USS Enterprise y USS Hornet, puesto que el USS Yorktown había sufrido graves daños en la batalla del mar del Coral tan sólo un mes antes[6] y el USS Lexington había sido hundido. Además, se entendía que los norteamericanos se hallaban terriblemente desmoralizados por las derrotas sufridas en los últimos seis meses y se pretendía remachar la superioridad japonesa.
El plan de batalla de Yamamoto para Midway era muy complejo[7] y exigía una gran coordinación entre varios grupos separados por cientos de kilómetros en mar abierto para que los acorazados se mantuvieran ocultos antes de la batalla. Éstos y los cruceros de apoyo siguieron a los portaaviones del vicealmirante Chūichi Nagumo a más de 500 kilómetros[8].
Dicho esto, la Flota Combinada de la Armada Imperial japonesa puso rumbo a Midway con 185 buques, entre ellos cuatro portaaviones pesados con 433 aviones, dos portaaviones ligeros, nueve acorazados, ocho destructores, cuatro cruceros y varios submarinos y buques de abastecimiento[9]. Por su lado, los norteamericanos sólo tenían 3 portaaviones, 8 cruceros, 15 destructores y 360 aviones. Pero a cambio, poseían información sobre la armada japonesa. Veamos.
Desde principios de 1942, los criptoanalistas estadounidenses habían descifrado uno de los principales códigos navales japoneses, lo que permitió al comandante en jefe del área del Pacífico, almirante Chester W. Nimitz, conocer muchos detalles de la operación. Entre otros, que el 4 ó el 5 de junio se llevaría a cabo una operación militar en un objetivo llamado AF[10]. La estación HYPO de criptoanálisis también proporcionó a Nimitz el orden de batalla de la Armada Imperial Japonesa. Como resultado, los estadounidenses llegaron al momento crucial con una idea bastante clara de dónde, cuándo y con qué fuerzas atacarían los japoneses. Las fuerzas norteamericanas navegaron hasta su posición al nordeste de Midway para esperar a los japoneses. El 3 de junio, un hidroavión Katalina con base en Midway detectó la flota japonesa. Como maniobra de diversión, el 3 de junio, el ejército imperial ocupó dos de las islas Aleutianas en Alaska.
El 4 de junio de 1942, a las 4:30[11], el vicealmirante Chuichi Nagumo ordenó lanzar su primer ataque a la isla con 108 aviones, que comenzaron el bombardeo a las 6:20. Los cazas Mitsubishi A6M Zero derribaron fácilmente 17 de los 20 aviones estadounidenses que salieron a defender el atolón[12]. Después, bombardearon infraestructuras de todo tipo. Sin embargo, los aviones de reconocimiento japoneses informaron de que era necesaria otra misión de bombardeo para neutralizar las defensas del atolón antes del desembarco de la infantería de marina previsto para el 7 de junio. Ni las defensas ni las pistas de aterrizaje habían sido suficientemente destruidas.
De acuerdo con las tácticas entonces prevalecientes, Nagumo había mantenido a bordo de los portaaviones la mitad de sus aviones capaces de atacar Midway. Podía armarlos con torpedos o con bombas terrestres, según fuera a atacar buques o instalaciones militares. Los aviones del segundo ataque, incluidos los de reserva, recibieron la orden de bajar a los hangares de a bordo para ser armados con bombas[13] y así atacar las instalaciones de la isla. Hecho esto, un avión de reconocimiento japonés que había vuelto tarde informó del avistamiento de 10 buques enemigos[14]. Nagumo ordenó entonces cambiar las bombas por torpedos.
Entonces, el almirante se vio frente a una difícil situación. Los pilotos japoneses de la primera oleada comenzaban a regresar, casi sin combustible. Si no aterrizaban rápido, caerían en el mar. Sin conocer la composición de la flota estadounidense avistada, Nagumo decidió tirar de manual y esperar a que los aviones del primer asalto a la base regresaran a los portaaviones, para luego lanzar la flota aérea de ataque. Esta decisión, que acarrearía una pérdida de tiempo fatal, le supondría finalmente la derrota.
Al mismo tiempo, desde las 07:00, el almirante Frank Fletcher[15] había preparado los aviones del Yorktown para que atacasen a los portaaviones japoneses. El contraalmirante Raymond Spruance[16] dio la orden de que las aeronaves atacasen de inmediato con todo lo que poseían, sin esperar a que la totalidad de los integrantes de la flota aérea estuviese en el aire para hacer un ataque conjunto y coordinado. Tras el despegue, cada escuadrón estadounidense se dirigió hacia el enemigo.
A las 09:20, la primera oleada de torpederos de Spruance llegó sobre la flota nipona. Eran lentos cazatorpederos Douglas TBD Devastator que se lanzaron en fila contra los portaaviones a ras de las olas. Fueron abatidos todos menos uno. Con aviones idénticos, el segundo asalto acabó casi de la misma manera: la flota aérea atacante, destruida. Fue un sacrificio, pero un sacrificio útil. Los pilotos estadounidenses obtuvieron tres resultados: primero, obligaron a los portaaviones nipones a navegar en círculos para evitar los torpedos, lo que les impidió lanzar muchos de sus aviones, ya en cubierta y preparados; segundo, obligaron a los Zero a gastar casi toda su munición y combustible mientras les atacaban y tercero, pusieron la escolta aérea de los portaaviones en cotas de vuelo a baja altura, fuera de posición para intentar defender sus buques matriz de eventuales ataques en altura.
Inmediatamente después de este sacrificio, dos escuadrones de bombarderos americanos se aproximaron a gran altura, sin ser vistos por los Zero, y atacaron en picado. Cayeron sobre los portaaviones enemigos, que estaban con las cubiertas llenas de aviones cargados con combustible y armados con torpedos para iniciar el despegue. A las 10:22 los bombarderos del Enterprise atacaron el Kaga, mientras que los del Yorktown cayeron sobre el Sōryū y el Akagi. El ataque duró seis minutos y fue devastador: tres de los cuatro portaaviones japoneses estaban en llamas, fuera de combate.
Los aviones del Hiryū, que se encontraba intacto, contraatacaron y dañaron gravemente al Yorktown, cuyos equipos fueron reparados de inmediato con tanta eficacia que los bombarderos japoneses de la segunda oleada creyeron que se trataba de otro portaaviones. No obstante, tras recibir dos impactos de torpedos, el Yorktown quedó fuera de combate. A las 17:00 el Hiryū[17] fue destruido por aviones procedentes del Enterprise, se incendió y se hundió a la mañana siguiente. Los dos portaaviones del almirante Spruance, el Enterprise y el Hornet, no sufrieron daños.
Durante la noche del 5 al 6 de junio, un submarino estadounidense localizó barcos japoneses a 165 kilómetros al oeste de Midway. Spruance partió en su búsqueda, pero no los encontró. En los días siguientes, la aviación de la isla, junto a la de los portaaviones, realizó varios ataques a los cruceros, hundiendo al Mikuma. Y ahí finalizó la batalla de Midway.
El balance del enfrentamiento fue muy favorable a los EE. UU. Japón perdió 4 portaaviones (el Akagi, el Kaga, el Hiryū y el Sōryū ), un crucero (el Mikuma), 250 aviones y 3.057 hombres, entre marinos y pilotos, que eran los más expertos y veteranos de la Fuerza Aérea japonesa[18].
Los Estados Unidos perdieron un portaaviones (el Yorktown), un destructor (el Hamman), 154 aviones y 307 hombres[19]. La batalla de Midway fue el punto de inflexión de la Guerra del Pacífico. La batalla fue un sumatorio de errores, sobre todo por parte japonesa. Circunstancias fortuitas dieron lugar a la aplastante victoria estadounidense, que les confirió a partir de entonces la iniciativa estratégica.
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La noticia de esta semana es un artículo de Jesús Sánchez Quiñones, publicado recientemente en Expansión. El blog de JSQ – Sanciones secundarias y seguridad alimentaria – Blogs Expansion.com Su título nos anuncia claramente su contenido: Sanciones secundarias y seguridad alimentaria.
Si bien no llega a una conclusión única y e inequívoca, enuncia perfectamente los caveats que se hallan asociados a las circunstancias que rigen hoy día en el comercio internacional como consecuencia de la responsabilidad criminal de la RP China en el desencadenamiento de la pandemia del virus SARS-CoV-2[20] y la superior responsabilidad criminal del régimen ruso en la invasión de Ucraina.
El anuncio de incrementos de precios en los cereales se basa en una mala cosecha inespecífica y en el encarecimiento de los fertilizantes necesarios para que las producciones mantengan el nivel a que nos tienen acostumbrados. El artículo lo explica bien, aunque no va más allá.
Siempre es necesario recitar, en silencio o en público, la oración del pastor protestante alemán Martin Niemöller[21], que algunos no aprenden ni habiendo visto centenares de veces lo que pasa cuando uno se cree invulnerable o no concernido. Niemöller pagó cara su confianza inicial en el Tercer Reich y en la palabra de Adolf Hitler, que tenía el mismo valor que ahora presenta la fiabilidad de la de Xi Jinping o Vladimir Putin. Y si no se reacciona de inmediato y con fuerza contra ellos y sus estrategias, estamos acabados. Necesitar inputs industriales o agrarios y pagar por su obtención la iniquidad de transigir con los tiranos, es lo que tiene.
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El avance tecnológico de esta semana https://www.eldebate.com/ciencia/20220420/nasa-desarrolla-aleacion-propiedades-ciencia-ficcion.html es espectacular. La NASA ha sintetizado una aleación absolutamente revolucionaria, que mejora en varios órdenes de magnitud las propiedades de anteriores hallazgos. Si bien su aplicación inmediata es para motores a utilizar en sistemas aeroespaciales, sus usos posteriores, como siempre en estos casos, modificarán profundamente la técnica, los equipos, los materiales secundarios y en fin, la vida del hombre. Si los progres, los queer, los woke y los comunistas dejan algo para las generaciones por venir.
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La frase de hoy tiene que ver con el almirante Chester W. Nimitz, quien durante su infancia estuvo muy influenciado por su abuelo Charles, antiguo marinero de la Marina Mercantil alemana. La frase es de Charles Nimitz: “El mar, como la vida en sí, es muy complicado. La mejor forma de conseguir todo lo que quieres es aprender todo lo que puedas, hacer tu mejor esfuerzo y no preocuparte de las cosas que escapen a tu control”. En condiciones normales, estaríamos de acuerdo. Pero no son éstas condiciones normales. Por no preocuparnos de las cosas que escapan a nuestro control, nos controlan, condicionan, determinan y guían a la esclavitud, despacio, como inadvertidamente.
Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis
El portaaviones Akagi en abril de 1942. Fue el buque insignia de la Fuerza de Ataque en las incursiones japonesas sobre Pearl Harbor.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que yo no era judío,